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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

martes, 31 de octubre de 2017

VANIDADES Y SUFRIMIENTOS



La vanidad humana se complace al creer que uno sufre por causa de su virtud; pero hasta que el hombre haya extirpado cada pensamiento malsano, amargo e impuro de su mente, y limpiado cada mancha pecaminosa de su alma, no estará en posición de saber y decir que sus sufrimientos son resultado de su buenas, y no de sus malas cualidades; y en el camino de la perfección, habrá encontrado funcionando en su mente y en su vida, la Gran Ley que es absolutamente justa, y que no da bien por mal, ni mal por bien. En posesión de tal conocimiento, entenderá, mirando atrás en su pasada ignorancia y ceguera, que su vida se desarrolla, y siempre se desarrolló, con justicia, y que todas sus experiencias pasadas, buenas y malas fueron fruto imparcial de su propio ser en proceso de evolución.

Buenos pensamientos y acciones jamás pueden producir malos resultados; malos pensamientos y acciones no pueden jamás producir buenos resultados. Esto no es otra cosa que afirmar que no puede cosecharse más que trigo del trigo, u ortiga de la ortiga. El hombre entiende esto en el mundo natural, y trabaja con ese conocimiento; pero pocos lo entienden en el mundo moral y mental (aunque esta operación es tan simple y directa), y por lo mismo no cooperan con esa ley.

El sufrimiento es siempre el efecto de los pensamientos equivocados en alguna dirección. Es indicador de que el individuo está fuera de armonía consigo mismo, con la ley de su ser. El único y supremo uso del sufrimiento es la purificación, quemar todo aquello que es inútil e impuro. El sufrimiento cesa para quien es puro. No hay sentido en quemar el oro después que la escoria se ha retirado, y un ser perfectamente puro e iluminado no puede sufrir.

Las circunstancias por las que un hombre se encuentra con el sufrimiento son el resultado de su propia falta de armonía mental, las circunstancias por las que el hombre se encuentra con la buenaventura son los resultados de su propia armonía mental. Buenaventura, no posesiones materiales, es la medida del pensamiento correcto; la infelicidad, no la falta de posesiones materiales, es la medida del pensamiento errado. Un hombre puede ser desgraciado y ser rico; puede ser bendito y pobre. La buenaventura y riqueza sólo se juntan cuando la riqueza es empleada correctamente y con sabiduría; y el hombre pobre sólo desciende a la miseria cuando considera su destino como una carga injustamente infligida.

Extraído del libro Como un hombre piensa , de James Allen

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