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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

lunes, 29 de enero de 2018

INCONFORMISMO




Si un hombre no lleva el paso con sus compañeros, acaso se deba a
que oye un tambor diferente. Que marche al son de la música que oiga,
por lenta y alejada que resulte.
Henry David THORLAU (1817-1862)


El comentario que más me gusta escuchar de las personas que han leído mis libros o escuchado mis cintas es el siguiente: «Tus palabras me han confirmado que no estoy loco. Me he pasado la vida oyendo cómo la gente me decía que mi forma de pensar no es normal.

Tus palabras han hecho que me dé cuenta de que no es así».

Creo que leyendo a Thoreau tuve exactamente el mismo tipo de revelación.

A menudo me imagino en la piel de Thoreau, viviendo con sencillez en los bosques, siendo autosuficiente y escribiendo lo que siento en el fondo de mi alma. No obstante, más que escribir, la idea de vivir estas ideas, sin importar cómo me miraran o reaccionaran los demás, fue lo que me pareció más noble.

En el interior de cada uno de nosotros hay una voz que susurra: «Acepta el riesgo, persigue tus sueños, vive la vida al máximo, siempre que no hieras a nadie. ¿Por qué no?». En cambio, fuera hay voces que exclaman: «No.seas estúpido, vas a fracasar, sé como los demás, si haces lo que quieres eres egoísta y haces daño a tu prójimo».

El bombardeo continuo de frases como éstas en boca de nuestros congéneres nos fuerza a seguir el mismo camino que ellos, bajo la amenaza de quedar excluidos si no lo hacemos.

He observado que en general la sociedad siempre parece venerar a sus conformistas vivos y a sus agitadores muertos. Todos aquellos que han destacado alguna vez en alguna profesión han seguido su intuición y han procedido haciendo caso omiso de las opiniones ajenas. Esto ha hecho que se los etiquete de rebeldes, incorregibles e incluso inadaptados. No obstante, una vez muertos, son muy respetados. Esto mismo se puede aplicar a Henry David Thoreau, que fue difamado por su postura en su ensayo Sobre la necesidad de la desobediencia civil y encarcelado por negarse a obedecer lo que él consideraba reglas absurdas. Sin embargo, en la actualidad, en todas las universidades e institutos estadounidenses se exige la lectura de sus obras.

El son que escuchas en tu interior es tu conexión con el fin último de tu alma. Y continuarás escuchándolo aunque trates de evitarlo o reprimirlo para acomodarte a la sociedad. Los que te suplican que desfiles al son de la música que ellos siguen suelen ser personas bienintencionadas y que te quieren. Te dirán: «Sólo pienso en tu bien» y «Te habla la voz de la experiencia; te arrepentirás si no sigues mi consejo». Escuchas e intentas por todos los medios ser como todos quieren que seas, pero ese inoportuno tambor que nadie más parece oír resuena levemente en el fondo de tu conciencia. Si sigues desoyéndolo, tu vida se llenará de frustración.

Seguramente aprenderás a «sufrir con comodidad», pero eso será lo máximo a lo que podrás aspirar. Thoreau nos está hablando de nuestra propia autosuficiencia y felicidad. Cualquier cosa que te sientas impulsado a ser o a hacer, la voz de tu alma es la que te está implorando que tengas el valor de escuchar a tu intuición, siempre que no interfiera con el derecho que tienen los demás a realizar su sueño. También las personas que tienes a tu alrededor se sienten impulsadas a seguir un determinado camino, y hemos de permitir que lo hagan libremente, por mucho que a nosotros no nos parezca el más apropiado.

Si todos hubiéramos marchado al mismo son y nunca hubiera habido inconformistas, todavía estaríamos viviendo en cuevas y preparando la misma antigua receta: «Coge el búfalo, desóllalo, quémalo y cómetelo». El progreso se ha producido gracias a las personas que han escuchado a su corazón y han actuado en consecuencia, a pesar de las protestas de los otros.

Tengo ocho maravillosos hijos. ¿No sería estupendo que todos asistieran a mis conferencias, se interesaran por lo mismo que yo y tomaran el relevo cuando yo abandone este mundo? Pero mi mujer y yo somos conscientes de que algunos de ellos no sienten el menor interés por lo que hago y otros nunca parecen tener bastante.

Unos sólo quieren montar a caballo, otros sólo desean cantar y actuar. Uno de mis hijos adora la economía y las cuentas (juf!), y otro, la publicidad y el esquí. Cada uno escucha su propia música, que en algunos casos realmente está muy lejos de la que yo oigo.

He de respetar sus instintos y sus decisiones y limitarme a apartarlos del mal camino hasta que tengan la edad suficiente para hacerlo por sí solos. Yo siempre he seguido mi propio ritmo. Y normalmente no sólo me oponía a mi familia, sino también a mi cultura.

He escrito libros que desafiaban la práctica de la psicología convencional. He dicho en mis libros lo que me dictaba mi sentido común, incluso si era algo diametralmente opuesto a lo que defendía la ortodoxia. Jamás hubiera podido decir a mis oyentes que hicieran las cosas a mi manera, cuando yo siempre he desoído a quienes intentaban sermonearme.

Imagínate caminando por los bosques con Thoreau, en 1840, antes de la Guerra de Secesión. Sus observaciones no se basaban en una filosofía que hubiera leído u oído, sino en su experiencia directa de lo absurdo del conformismo y del horror de ver el trato que el hombre blanco daba a los indios nativos americanos. Sabía que la popular práctica de expulsar a los indios de sus tierras era nuestro propio holocausto, por eso se marchó de la ciudad para vivir en la naturaleza y experimentar la autosuficiencia lejos de las presiones del gran grupo. No siguió el mismo paso que sus coetáneos y fue criticado por eso en su momento.

Sin embargo, el tiempo le ha revelado como uno de esos rebeldes a los que veneramos. Camina con Thoreau en tu propia mente. Sigue a la voz que escuchas en tu interior; presta atención al sonido del tambor y venéralo, a la vez que honras a aquellos que amas. Es el último acto de amor incondicional. Aunque no consigas ninguna medalla mientras vivas, te reconfortará saber que has realizado tu divina misión y que has exhortado a los demás a hacer lo mismo.

Extraído del libro La Sabiduría de todos lo tiempos, de W.Dyer.

sábado, 27 de enero de 2018

EN MI MUNDO, NUNCA NADA VA MAL



«En mi mundo, nunca nada va mal.» Estas palabras fueron pronunciadas por Nisargadatta Maharaj en respuesta a una entrevistadora que, exasperada, le pidió a Maharaj que hablara de los problemas de su vida. Para mí, es la afirmación de mayor fuerza que haya oído jamás.

La tengo presente cada día de mi vida y he hecho colgar una reproducción de la misma en un lugar estratégico de mi despacho como recordatorio de su supremo valor.

La entrevistadora insistió en que Nisargadatta tenía que tener problemas  como todos los otros seres humanos. Nisargadatta le dijo:
—Usted no tiene ningún problema, sólo su cuerpo tiene problemas... En su mundo, nada perdura; en el mío, nada cambia.

¿Por qué diría este iluminado maestro que en su mundo nada iba nunca mal? Yo creo que se debía a que estaba hablando desde la posición del espectador comprensivo.

Dentro de todos nosotros existe la dimensión eterna e inmutable de nuestro yo espiritual. Este es el yo invisible que le habla al yo físico. Es el pensador de los pensamientos. Este observador comprensivo no se revela con instrumentos científicos y no aparece en las autopsias.

Cuando uno es realmente capaz de creer en el dominio espiritual del espectador, entonces nada va mal porque el mal no carece de sentido para el observador. Todo tiene su orden. Nada se cuestiona desde esa perspectiva. Es como vivir en el paraíso, donde están la eternidad y el alma, al tiempo que uno se encuentra en el cuerpo físico. Pero en este espacio, el cuerpo no es el centro de la existencia.

No estoy sugiriéndole que se retire y se deshaga de todas sus posesiones materiales con el fin de hallar esa clave para la conciencia superior, aunque, desde luego, es una posibilidad. En cambio, quiero que considere cómo estas palabras de «nunca nada va mal», de «no tener problemas» y de «vivir en el mundo de lo inmutable» pueden aplicar se a su despertar espiritual.

Hay muchísimo que aprender de estas ideas. Cultivar la condición de espectador le pondrá en el sendero donde su yo superior comienza a influir sobre su ego físico en lugar de que suceda lo contrario.

Como dice Maharaj: «Dedícale toda tu atención, examínalo con amoroso cuidado, y descubrirás alturas y profundidades del ser con las que no has soñado, absorto como estás en la insignificante imagen de ti mismo». Estas palabras describen el poder y el valor de cultivar la condición de observador.

La manera de sentir y vivir nuestros apegos y sufrimientos puede cambiarse cuando se aprende a acceder a la actitud del espectador. He aquí las principales ventajas cuando uno traba conocimiento con su observador comprensivo:

1. Cuando usted cultiva la condición de testigo comprensivo, adquiere conciencia de que es algo más que sus pensamientos, sentimientos y sensaciones cotidianos. Usted aprende que es mucho más que un cautivo del conjunto de creencias y comportamientos adquiridos que ha practicado a lo largo de su vida. Adquirirá una visión más amplia de quién es, y esta nueva percepción le conducirá a niveles de vida más elevados.

Le pondrá en contacto con su alma eterna. Al conocer ese yo espiritual, usted será capaz de elevarse a alturas que sus creencias anteriores le impedían ver.

En las relaciones, comenzará a trascender su ego y abandonará la necesidad de tener razón. La simple observación de sí mismo le revelará hasta qué punto son limitadoras las antiguas formas de ser. El espectador comprensivo abrirá la puerta a la comunión espiritual con los seres queridos.

El aprendizaje de cultivar la condición de espectador añadirá nuevas dimensiones a su vida, y le conducirá a una existencia más espiritual y jubilosa.

2. Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, adquiere conciencia de que usted es algo más que aquello que le molesta. Al cultivar la condición de observador, la verdad de «en mi mundo nunca nada va mal» se hace evidente.

Uno desarrolla un saber que trasciende lo que llamamos nuestros problemas. El espectador no se identifica con ellos. Los ve como concernientes al cuerpo, y pueden ser resueltos sin desesperación. Distanciándose de ese modo, los problemas no pueden fijarse en su mundo interior.

Usted se volverá casi indiferente porque poseerá el conocimiento de que en ese mundo del cuerpo todo cambia, nada permanece igual. Los problemas también cambiarán. Llegarán y se marcharán. La frase «también esto pasará» adquiere un significado más personal y relevante.

Si aprende a ver las dificultades no como algo que se inscribe en su yo interno sino como manifestaciones pasajeras del mundo de lo físico, cultivará la condición de espectador en el sendero de su búsqueda espiritual...

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W.Dyer

lunes, 22 de enero de 2018

PIERDE EL TIEMPO HOY



Pierde el tiempo hoy,
y mañana será igual y pasado aún peor.
Cada indecisión conlleva sus propios retrasos
y los días se pierden lamentando el tiempo perdido.
¿Estás decidido? Pues no dejes escapar el presente,
la audacia es genialidad, poder y magia en sí misma.
Basta con que te comprometas y la mente se enardecerá,
¡empieza ya y se realizará el trabajo!
Johann Wolfgang von GOETHE (1749-1832)
Fausto

Johann Wolfgang von Goethe, poeta alemán, dramaturgo y novelista, expresó su interés por el desarrollo orgánico natural de las cosas y por la necesidad del ser humano de creer en sí mismo y de evitar una caracterización idealista.

Johann Wolfgang von Goethe es universalmente reconocido como uno de los grandes gigantes de la creatividad en un sorprendente número de campos. Fue la materialización de lo que consideramos una personalidad humanista. No sólo tuvo una posición reconocida como dramaturgo, novelista, poeta, periodista, pintor, político, educador y filósofo naturalista. Los éxitos que consiguió en sus ochenta y dos años de vida pueden catalogarse de olímpicos y entre ellos se incluyen ciento treinta y tres grandes volúmenes, de los cuales trece son científicos. Escribió prodigiosamente sobre temas variados en sus cuentos de hadas, novelas y obras históricas, y culminó el trabajo de su vida con Fausto, una de las piezas maestras de la literatura moderna.

El mensaje que Goethe nos transmite en nuestros días no se encuentra en su voluminosa obra, sino en el modo en que vivió.

Dedicado a multiplicidad de metas y dispuesto a gozar al máximo de todas sus actividades, demostró su voluntad de vivir una vida plena y resplandeciente. Goethe, hombre con una enorme energía creativa, estaba gloriosamente vivo. Mucho podemos aprender si dejamos que su grandeza nos guíe en nuestro mundo de hoy.

Este fragmento de Fausto es uno de los pasajes más citados de la literatura de autoayuda. Probablemente habrás oído o leído la sexta línea: «La audacia es genialidad, poder y magia en sí misma». Se ha citado en muchos libros, incluyendo uno que yo mismo escribí hace más de veinte años. En esta recopilación, en la que analizo lo que nos han transmitido a través de sus escritos sesenta de las mentes más sabias y creativas de todos los tiempos, he querido incluir este sexto verso sobre la genialidad en el contexto de todo el poema.

Mientras trabajaba en este libro, a medida que iba avanzando diariamente leía a mi editora el material por teléfono. Cada día me decía algo como: «¡Wayne, eres sorprendente! No sé cómo puedes crear un material tan bueno todos los días. No sólo creas o escribes. Primero lees e investigas y luego describes creativamente lo que has asimilado de estos filósofos y poetas. ¡Consigues inspirarme!». Yo sonreía interiormente por el cumplido y le respondía que no había ningún secreto. Para lograr una creatividad coherente, la solución se encuentra en la última línea de «Pierde el tiempo hoy»: «Empieza ya y se realizará el trabajo».

Si elijo malgastar el día presente, lo perderé y mañana será igual, y al final acabaré lamentándome por todos los días perdidos.

Cuando Goethe pregunta: «¿Estás decidido?», yo respondo: «Sí, lo estoy» y «No dejo escapar el presente». Pongo en práctica este valioso consejo de un hombre que llenó sus ochenta y dos años con grandes éxitos en diversos campos.

No te pases el día pensando que tienes que acabar un proyecto o en lo desbordante que pueda parecer una tarea. Empieza y hazlo. Tanto si se trata de escribir una carta o de hacer una llamada telefónica, deja ahora mismo este libro y aprovecha el momento.

Haz algo más que empezar. Pon una marca en este punto del libro y, cuando hayas iniciado un proyecto, vuelve a la lectura. Lo que descubrirás es el significado de: «La audacia es genialidad, poder y magia en sí misma».

La famosa observación de Thomas Edison: «La genialidad es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de sudor», habla de aprender a aprovechar el momento. Ese uno por ciento es el reconocimiento de tus pensamientos y sentimientos.

Para concretar el genio que hay en ti, has de empezar a poner en práctica tu inspiración. A mi editora le digo que mi «secreto» para escribir este libro y hacer todo el trabajo que conlleva en las fechas acordadas es que todos los días sin excepción, a una hora concreta, independientemente de cuántas interrupciones pueda tener o de las razones para hacer otra cosa, empiezo el siguiente ensayo. No me propongo terminarlo, sólo empezarlo.

Y ¡quién lo iba a decir!, esa audacia realmente tiene genialidad, poder y magia, porque una vez he empezado a leer, a investigar y a escribir la primera frase, descubro que el trabajo se las arregla para completarse solo. Así me ha sucedido siempre.

Te sugiero que pongas copias de «Pierde el tiempo hoy» en los lugares que frecuentes cuando tratas de evitar una tarea. Te recordará los aspectos creativos de tu vida en los que no das ese atrevido paso de empezar. El rechazo a comprometerte es lo que te bloquea y no deja que tu mente se estimule. La tendencia a posponer, a dejar las cosas para después, hace que pierdas el momento presente, el ahora. Esta valiosa técnica de empezar me ayuda a finalizar estos escritos que tanto adoro, a aprovechar el momento y a empezar a activar otras facetas de mi vida que me proporcionan el mismo placer, la misma sensación de plenitud y de equilibrio.

En lugar de hablar con mi esposa de un hipotético futuro en el que podremos salir y disfrutar de nuestra mutua compañía, recuerdo siempre el poder de la audacia, y que comprometerse estimula la mente y el cuerpo. Entonces digo: «Ya hemos hablado bastante, vamos a hacer la reserva ahora mismo. Lo apunto en el calendario y vamos a hacer que suceda». Siempre es así cuando actuamos en contra de esa tendencia a perder el tiempo. Así mismo, hemos creado muchas actividades familiares, porque ambos hemos dejado de perder el tiempo y hemos hecho que las cosas ocurran. ¡Ahora!

Este valor para actuar con audacia nos lo transmite un hombre extraordinariamente audaz y altamente realizado. Lee cuidadosamente las animosas palabras de Goethe y aplícalas en tu vida para hacer que lo que tienes en tu mente pase del reino de tus pensamientos al mundo material de tu realidad inmediata. Empieza y observa la magia en acción.

Extraído del libro La Sabiduría de todos los tiempos, de W.Dyer

domingo, 21 de enero de 2018

SEGUNDA CREENCIA: LO EXTERNO TIENE LA CULPA DE MIS CONDICIONES DE VIDA


Si le han educado en la culpa, tendrá la costumbre de echarle mano a esta excusa siempre que desee explicar por qué algo de su vida no funciona.

Usted puede, por ejemplo, culpar de la falta de prosperidad a muchos factores externos: su cultura, la bolsa, los políticos, sus padres, la fortuna, la codicia de otros. De la enfermedad puede culpar a la herencia, la estación del año, la mala suerte, el entorno. De sus relaciones fracasadas puede culpar a sus parejas, su incapacidad para amarle, su crianza, sus padres. De su personalidad puede culpar a sus padres, sus genes, su infancia, sus hermanos, su nacimiento. Su apariencia puede ser culpa de la genética, de los fabricantes de alimentos, de los publicistas, del entorno. Es una lista interminable.

La alternativa a buscar culpables es la propia responsabilidad: hay que enfrentarse a la vida desde el propio yo. Puede que no le hayan educado para asumir la responsabilidad de los acontecimientos de su vida. Pero si no está dispuesto a interrumpir el juego de ir repartiendo las culpas, estará incapacitado para iniciar su búsqueda espiritual.

Cuando usted culpa a algo externo por las circunstancias que atraviesa, le entrega el control de su vida a ese fenómeno externo. Depender de lo externo significa abandonar el yo espiritual. La búsqueda de este yo se lleva a cabo en un ámbito interior de serena sabiduría. Le invita a comunicarse con la suprema presencia interior, donde hallará las soluciones

La llave está siempre dentro. Resulta imposible perder en el exterior de sí mismo la llave que conduce a su propio ser cuando está en el camino de la búsqueda sagrada. Cuando deje de culpar a otros y busque la llave dentro de usted, siempre encontrará lo que necesite.

Cuando dormimos, creamos todos los personajes que necesitamos, en la vigilia, no culpamos a los personajes y sucesos de los sueños. Así que también podemos saber que incluso aquello que no entendemos o no aprobamos están en nuestra vida para enseñarnos algo.

Abandone la tendencia a buscar culpables. Tenga presente que usted es el creador de su vida y que en su interior hay una presencia. Su capacidad para confiar en usted mismo anulará su hábito de repartir culpas.


Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W.Dyer

viernes, 19 de enero de 2018

EL EGO TE QUIERE AISLADO


El ego le quiere aislado. El ego quiere convencerle de que crea en la ilusión de que está aislado. Con cada dolorosa experiencia de soledad, el ego se hace fuerte. Esta falsa creencia la refuerza de manera constante nuestro entorno cultural.

Convencidos de nuestro aislamiento, vemos la vida como una competición.

La competencia aumenta la sensación de estar aislado de los demás y fomenta la ansiedad por lo que hace a nuestro lugar en el mundo. Incapaces de vernos conectados con la suprema inteligencia, la energía de Dios, nuestra ansiedad aumenta y nuestra sensación de soledad nos impulsa a buscar conexiones externas.

La sustitución de conexiones externas por conexiones internas es lo que intentamos hacer mediante la demostración de que somos mejores que otros. La necesidad de demostrar mejor aspecto, conseguir más cosas, juzgar a los demás y encontrar defectos, son todos síntomas de la creencia errónea de que estamos desconectados y solos.

La idea de que estamos solos comienza en un momento temprano de la vida. Sin alguien que nos presente un modelo de vida interior más rica, crecemos experimentando el dolor de la soledad, las heridas y las censuras de nuestros iguales, todo lo cual intensifica la sensación de estar aislado.

El ego se hace cada vez más fuerte en la medida en que integramos en nuestro ser la creencia de que somos seres aislados. Llegamos a convencernos de que la vida física es lo único que hay; pasamos muchísimo tiempo creyendo que somos mejores que otros; nuestra filosofía al relacionarnos es la de ser los primeros en obtener lo mejor de la otra persona. La falta de propósito y significado en la vida se suple con la creencia de que uno nace, compra, sufre y se muere. Puesto que esta ilusión del ego es lo único que existe en la vida, luchar por lo que uno quiere y derrotar a los otros configura el eje de nuestras vidas.

La asunción del aislamiento es tan profunda que convencer a alguien de lo contrario constituye una empresa de grandes proporciones.

No obstante, usted, en su fuero interno, sabe si lo que acaba de leer le describe o no. Y puede tomar la decisión de no continuar permitiendo que su ego le mantenga apartado de su yo espiritual.

Cuando uno abandona las creencias de su ego, se está en el camino de convertirse en una de esas personas a las que Jean Houston, en una entrevista para la New Dimensions Radio, describía: «Apenas si eran narcisistas, apenas egoístas. Apenas si reparaban en su individualidad.

Sencillamente no malgastaban tiempo preocupándose por sus aspectos externos. Estaban enamoradas de la vida. Se encontraban en un estado de compromiso constante con todas las facetas de la vida, cuando la mayoría de las personas son pellejos que transportan pequeños egos».

Si quiere ser como esas primeras personas tiene que conjurar la ilusión de que está aislado de los demás.

La idea que tiene de sí mismo se dará a conocer una y otra vez cuando intente conjurar la ilusión. Y cuando sepa que no está aislado, y la idea de usted mismo se haya desvanecido, experimentará un contento jamás vivido.

Ya no tendrá que competir ni ser mejor que nadie. Ya no necesitará acumular, ni perseguir honores. Habrá dejado atrás una idea que ha cultivado durante la mayor parte de su vida. En lugar de verse como algo distinto de Dios y del universo, vivirá su vida como conexión, no como separación.

El aspecto eterno de su yo podrá entonces influir en su vida. Sentirá su conexión consigo mismo y con toda la existencia.

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W.Dyer

miércoles, 17 de enero de 2018

HUMILDAD




SOLEDAD

Feliz es el hombre cuyo deseo y preocupación
están ligados a unas pocas fanegas paternas,
contento de respirar su aire nativo
en su propia tierra.

Cuyas manadas leche dan, cuyos campos de pan le abastecen,
cuyos rebaños de atavío le proveen,
cuyos árboles en verano sombra le dan
y en invierno fuego le proporcionan.

Bendito aquel que sin inmutarse
puede ver pasar tranquilamente
las horas, los días y los años,
con salud física y paz mental;
tranquilo de día,
profundamente dormido de noche, mezclados,
estudio y descanso, dulce recreo e inocencia que,
junto a la meditación, es lo que más complace.

Déjame vivir así, sin ser visto ni conocido;
déjame morir así, sin lamentos.
Arrebatado del mundo y sin tan siquiera una piedra
que diga dónde yazgo.

Alexander POPE-,

(1688-1744)

Alexander Pope, poeta inglés y escritor satírico, fue la mayor autoridad literaria de su época y se le consideró el prototipo del neoclasicismo inglés.


Al leer por primera vez este hermosísimo poema de Alexander Pope, da la impresión de que sólo trata de la importancia de hallar paz y silencio como requisito previo para lograr la felicidad.

De hecho, este tema no es exclusivo de este poema, sino de gran parte de la obra de este poeta de principios del siglo XVII  que vivió en las atueras de Londres, en Windsor Forest. Debido a una malformación en la columna, su estatura era de tan sólo 1,37 m.

Además, padeció tuberculosis y terribles migrañas durante toda su vida. La deformidad y la enfermedad le hicieron especialmente sensible al dolor físico y mental y, por consiguiente, la soledad de la naturaleza y la capacidad de ser autosuficiente alejado del ruido y de las agresiones de las masas se convirtió en el tema principal de su poesía.

Ahora, trescientos años después de que escribiera el poema, el mundo natural se ha transformado considerablemente, y a la luz de nuestra nueva realidad las palabras de Pope cobran una especial significación. «Contento de respirar su aire nativo en su propia tierra», en nuestro mundo moderno, con frecuencia significa tener los ojos escocidos por la contaminación, inhalar humos nocivos y contaminantes. Pocos somos los que nos sentimos aufosuficientes ordeñando nuestro ganado, esquilando a nuestras ovejas y calentando nuestro cuerpo con la madera de los árboles de nuestra propiedad, cuando no nos dan sombra. Además, como reza la tercera estrofa, este poderoso y reducido grupo está bendito:

«Bendito aquel que sin inmutarse puede ver pasar tranquilamente las horas, los días y los años, con salud física v paz mental».

Por el contrario, experimentamos un mayor deterioro físico debido a la degeneración del medio ambiente, a los niveles cada vez más altos de estrés y de ruido en un mundo lleno de toda clase de motores eléctricos, máquinas, trépanos, camiones y sirenas que bombardean nuestros sentidos. El poético consejo de Pope, trescientos años atrás, es sin duda apropiado para nuestros días.

Los tres primeros versos de este poema hacen reierencia a la necesidad de respirar aire puro, ser autosuficientes en la naturaleza y disírutar de la soledad y el silencio durante el día. Os animo a todos a hacer todo lo posible para introducir estos elementos en vuestra vida, dondequiera que viváis. Dedicad un tiempo para salir de la ciudad y estar en contacto con la naturaleza, donde podréis disfrutar de momentos de inmenso placer y de paz.

F,n la cuarta estrofa, Pope describe poéticamente cómo disfrutar del sueño profundo mezclando el recreo con la inocencia y la meditación. En otro capítulo de este libro ya he hablado sobre la importancia de la meditación, por eso no voy a volver otra vez sobre el tema. No obstante, algunos de los restantes ingredientes que enumera para llevar una vida feliz —estudio y descanso, recreo e inocencia— son actividades útiles en cualquier época.

Cuando me concedo la libertad de estudiar temas que me interesan, y consigo tiempo para relajarme, jugar al tenis, nadar o correr durante el día, conozco la inocencia infantil que «más complace», especialmente si se combina con la meditación.

Estas cuatro estrofas de «Soledad», el poema más famoso de los comienzos de Alexander Pope, antes de «El rizo robado», proporcionan una extensa variedad de ingredientes para la felicidad.

Representan una llamada a estar en comunión con un entorno lo más natural y libre de estrés posible. Te animo a que pongas en práctica este poético consejo, por más urbana, atareada y ruidosa que sea tu vida cotidiana. Personalmente, siento una especial atracción por el comienzo de la quinta estrofa del poema: «Déjame vivir así, sin ser visto ni conocido».

He tenido el privilegio de poder estar en la presencia de algunos seres divinos y avatares. Lo que mas me ha impresionado de estas personas altamente evolucionadas es ver que han sometido a sus egos y que viven como sabios silenciosos, negándose a hacer alarde de su propia divinidad. Han escogido desaparecer como seres carnales. No buscan reconocimiento por sus grandes dones; de hecho, los atribuyen todos a Dios. Cuando a san Francisco de Asís, el gran sanador del siglo XM, le preguntaban por qué no sanaba su cuerpo enfermo, respondía que quería que todos supieran que no era él quien sanaba.

Para mí, la grandeza y la felicidad se miden por la capacidad de subyugar al ego hasta el extremo de no necesitar reconocimiento por los logros, gratitud o aplausos, de no depender de la buena opinión de los demás y seguir con las tareas que te has propuesto, sencillamente porque consideras que es lo que debes hacer.

El espíritu de lo que realmente significa ser intachable o magnífico, aprender a dar en el anonimato y a resistirse a la tentación de ser alabado, ha sido maravillosamente expresado en la película Obsesión. Cuando ya no necesitamos gloria, experimentamos una nueva forma de libertad. Como dice el poeta: «Déjame morir así, sin lamentos. Arrebatado del mundo y sin tan siquiera una piedra que diga dónde yazgo».

Yo mismo he podido sentirlo en presencia de la verdadera grandeza. Es un tipo de humildad que supongo que emanaba de las personas de Jesús de Nazaret, Buda y Laozi. Cuando estaba sentado delante de Madre Mira, una maestra espiritual de la India que vive en Alemania, y miré sus divinos ojos, vi que estaba tan exenta de ego que llegó hasta lo más profundo de mi ser sin palabras, y supe con total certeza que ella no necesitaba reconocimiento, ni ahora ni nunca, por su increíble espiritualidad. Cuando Carlos Castañeda escribió sobre su relación con los naguaels, los grandes maestros espirituales, manifestó su interés por su anonimato y humildad. Eran seres aparentemente corrientes, que poseían un estado de conciencia extraordinario, vivían con gran profundidad pero con humildad, siempre presentes pero casi invisibles.

Éstas son las paradójicas cualidades que interpreto en la última estrofa del poema de Alexander Pope. Aprende a vivir sin ser visto ni conocido, ajeno a la necesidad de reconocimiento. Haz lo que deseas hacer porque sientes que hay algo que te guía y luego retírate con dignidad y en paz.

Mi primer contacto personal con el maestro Guruji estuvo rodeado de un profundo silencio que duró casi una hora. Las palabras no eran necesarias. Me transmitió una meditación para la manifestación a fin de que la enseñara; sin embargo, nunca ha mencionado desear reconocimiento alguno por ello. Los grandes maestros son conscientes de la necesidad de mantener el anonimato y la humildad.

Nadie resumió mejor esta idea que el antiguo maestro chino Lao Tsé, a quien he dedicado un capítulo de este libro. Él nos recuerda que: «Todos los ríos fluyen hacia el océano porque éste está por debajo de ellos. La humildad le otorga su poder».

Extraído del libro La Sabiduría de todos los Tiempos, de W. Dyer

martes, 16 de enero de 2018

COMPARTIENDO JIDDU KRISHNAMURTI - MEDITACIÓN.


I.
Amigos, cada uno está tratando de encontrar la felicidad, la verdad, o trata de encontrar a Dios, dando al objeto de su búsqueda un nombre diferente de acuerdo con sus capacidades intelectuales, su educación religiosa y el medio. Ustedes han venido aquí esperando descubrir una certidumbre alrededor de la cual construir toda su vida y su acción. Ahora bien, ¿por qué están buscando la máxima certidumbre, esa realidad que, según esperan, les dará la felicidad y explicará la crueldad y el sufrimiento del hombre? ¿Cuál es la causa de esa búsqueda de ustedes? Fundamentalmente, la razón de esta búsqueda -la razón humana, no alguna razón intelectual- es que, como hay tanto sufrimiento en uno y alrededor de uno, quieren escapar del presente hacia una utopía idealista del futuro, hacia un sistema intelectual del pensamiento, o hacia una autoridad en la cual depositar la fe y la certidumbre. Un hombre profundamente enamorado no va en busca de amor y felicidad: pero el hombre que está enamorado, que no es feliz, que sufre, busca lo opuesto de aquello en lo que se halla atrapado. Siendo ustedes desdichados, sintiendo un gran vacío, una gran desesperación, comienzan a buscar una salida, un escape. A este escape lo llaman búsqueda de la realidad, de la verdad o el nombre que prefieran darle.

II.
Casi todos los que dicen que están buscando la felicidad, en realidad tratan de escapar, de huir del conflicto, de la desdicha, de la completa insignificancia en la que están presos. Al sentirnos inseguros del amor, de cuanto pensamos, toda búsqueda se dirige a certezas y satisfacciones: porque el amor y el pensamiento están constantemente buscando certidumbres en las cuales puedan anclarse. A estas anclas las llamamos realidades, felicidad e indagaciones en la inmortalidad. Queremos asegurarnos de que hay algo perdurable, algo más que esta confusión y desdicha. Si de verdad consideran -y por favor, no escuchen tan sólo con el intelecto lo que estoy diciendo-, si de verdad consideran su propia búsqueda y la examinan, verán que están escapando de esta confusión y desdicha, hacia lo que imaginan que es real y llaman felicidad. Desean una droga, un narcótico que los satisfaga, que los ponga a dormir apaciblemente. 


MÁS ALLÁ ´ DE LA CREENCIA.

Nos damos cuenta de que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teori´a, alguna clase de especulacio´n o satisfaccio´n, alguna clase de doctrina que explique todo esto, y asi´ quedamos atrapados en explicaciones, palabras, teori´as, y gradualmente las creencias echan rai´ces muy profundas y se vuelven inconmovibles, porque detra´s de esas creencias, de esos dogmas, esta´ el miedo constante a lo desconocido. Pero jama´s miramos ese miedo; le volvemos la espalda. Cuanto ma´s fuertes son las creencias, ma´s fuertes los dogmas. Y cuando examinamos estas creencias: la cristiana, la hindu´, la budista, etce´tera, encontramos que dividen a la gente. Cada dogma, cada creencia tiene una serie de rituales, de compulsiones que atan y separan a los seres humanos. De modo que empezamos una indagacio´n para averiguar que´ es lo verdadero, cua´l es el significado de esta desdicha, de esta lucha, de este dolor; y pronto quedamos atrapados en creencias, rituales, teori´as. 
La creencia es corrupcio´n, porque detra´s de la creencia y la moralidad se esconde la mente, el «yo» -el «yo» que se vuelve cada vez ma´s grande, poderoso y fuerte-. Consideramos que la creencia en Dios, la creencia en algo, es religio´n. Pensamos que creer es ser religioso. ¿Comprende? Si no creemos, se nos considerara´ ateos, seremos condenados por la sociedad. Una sociedad condenara´ a los que creen en Dios, y otra sociedad condenara´ a los que no creen. Ambas son la misma cosa. Asi´ pues, la religio´n se vuelve una cuestio´n de creencia; y la creencia actu´a y ejerce su influencia sobre la mente. De ese modo la mente jama´s puede ser libre. Pero so´lo en libertad podemos descubrir que´ es lo verdadero, que´ es Dios; no podemos hacerlo mediante ninguna creencia, porque nuestra creencia misma proyecta lo que pensamos que debe ser Dios, lo que pensamos que debe ser la verdad.

J. Krishnamurti. El Libro de la Vida-Meditaciones Diarias

lunes, 15 de enero de 2018

DÉCIMA CREENCIA: LOS SUEÑOS NO SON LA REALIDAD


A la mayoría nos enseñaron a creen en dos realidades diferentes.

Una es nuestra realidad divina, la otra nuestra realidad onírica. En esta fórmula, cuando dormimos, estamos en un mundo irreal.

Consideramos los sueños un ejercicio mental. Todas las cosas que creamos durante esas horas de sueño se consideran irreales. La conciencia de vigilia se considera la real, y la conciencia onírica la irreal. Le sugiero que reconsidere esa creencia.

Imagine que sus sueños son aspectos diferentes de la misma realidad, y que contienen orientaciones en su búsqueda espiritual. Comience por entender que éste es básicamente un mundo de energía, y sólo en segundo lugar un mundo de objetos materiales.

Para conocer su yo espiritual es necesario que perciba la energía.

Y eso lo puede hacer en sueños. Toda su percepción cambia entonces de los objetos concretos a las formas energéticas. Cuando esto forma parte de su realidad, su estado onírico se convierte en algo que comparte con otros seres con los cuales tiene afinidad espiritual.

Llegado el momento, incluso podemos ser conscientes de que estamos soñando. Esto se denomina sueño lúcido. En el sueño lúcido uno puede controlar sus sueños y ser capaz de soñar despierto. Mediante el sueño se perciben otras dimensiones de la realidad, negadas por nuestra formación.

No estoy escribiendo sobre la interpretación de los sueños. Estoy hablando de conocer su vida onírica y ser consciente de que experimenta otras dimensiones de la realidad mientras duerme, las cuales también estarán disponibles en los momentos de vigilia.

Sus sueños son creaciones del mismo cuerpo y el mismo cerebro, como el resto de su mundo de percepciones. Todo le pertenece; cada noche no estrena un cerebro nuevo y experimenta una nueva realidad.

Todas las cosas que usted es capaz de saber y de las que es capaz de convencerse en sueños, pueden ser experimentadas en todos los momentos de su vida diurna. Todas las cosas. Sí, es una afirmación radical, pero le hará conocer el poder de su cuerpo energético.

Entra en su mundo de sueños con una completa ausencia de duda sobre lo que puede experimentar. Con esa ausencia de duda no hay ningún límite. Cuando despierta a lo que llama su conciencia de vigilia, continúa teniendo el mismo cuerpo, el mismo cerebro y los mismos sentidos, pero ha aparecido la duda.

Yo creo que los sueños no revelan cosas acerca de uno, sino que son uno mismo. Son reales y pueden resultar muy eficaces en ayudarle a conocer su yo espiritual.

Sugerencias para librarse de la incredulidad ante los sueños

• Cuando se vaya a dormir, ínstese a ser consciente de que está entrando en un estado onírico. Tener presente esto constituye el primer paso hacia una mayor conciencia durante los sueños. Cuando esté quedándose dormido, tome nota mental de que está a punto de entrar en el estado de los sueños y que le complace ser consciente de ello.

• Haga un esfuerzo, antes de quedarse dormido, para ver conscientemente elementos del sueño que se avecina. Ordénese tomar nota de un objeto, una habitación o un lugar concreto mientras esté en el sueño. Penetre en todos los detalles que pueda respecto del objeto mientras esté soñando.
Si se trata de una lámpara, por ejemplo, acérquela más a usted con el poder de la mente. Examine el color, la forma, y la intensidad de la luz.
Necesita establecer contacto con su cuerpo energético, ese cuerpo de energía que coexiste en todo momento con su cuerpo físico. Mediante el examen del contenido de sus sueños podrá acceder a esa energía superior.
Se demostrará a sí mismo que la energía mental es un fenómeno que puede manejar, con práctica y esfuerzo. Llegado el momento, será capaz de acceder a esta energía en todos los momentos de su vida.
Su cuerpo energético tiene apariencia pero no masa. Familiarícese con esa manifestación de su energía y tenga presente que puede transportarle a cualquier parte del universo. Suena extraño, pero está dentro de usted hacer que esto ocurra. Primero en sus sueños, y luego despierto.

• Mire si puede ir de un sueño a otro, y luego regresar al primen. Mientras esté quedándose dormido, adquiera primero conciencia de su inminente estado; luego, mientras esté soñando, sea consciente de que está soñando, y cambie a otro sueño. Tras años de experimentar, he sido capaz de hacerlo sólo de modo ocasional. Pero pruébelo. Le proporcionará práctica para la última clave de acceso a la conciencia superior: cultiva la condición de espectador. (Esto se comenta con detalle en el capítulo quinto.)

• Haga un intento de observarse mientras sueña. Carlos Castaneda llama a esto la tercera puerta de los sueños. En El arte de soñar, escribe: «La tercera puerta de los sueños se alcanza cuando te encuentras en un sueño, contemplando a alguien que sueña. Y ese alguien resulta ser tu propia persona».
Éste es un estado de conciencia superior en el cual el yo físico es observado por el yo energético, y usted es consciente de que sucede. Es consciente a la vez de que sueña y de que se observa soñando.

Implica un cambio radical respecto de lo que le han contado sobre los sueños; es un mundo nuevo, un mundo que le permite convertirse en un soñador dormido y en un soñador despierto; y comenzar a impregnar su vida de vigilia con la magia de la conciencia soñadora.

• Adquiera conciencia de sus sueños y vea si puede tener sueños lúcidos, cada noche. Cuando despierte en medio de la noche, repare en el contexto y los objetos de sus sueños, y luego vuelva a entrar en ellos.
En este reino de sueños y conciencia de vigilia vas a llegar a conocer la existencia de la energía superior del universo.

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W.Dyer

domingo, 14 de enero de 2018

LA ILUMINACIÓN, ¿QUÉ ES ESO?


Un mendigo había estado sentado más treinta años a la orilla de un camino. Un día pasó por allí un desconocido. "Una monedita", murmuró mecánicamente el mendigo, alargando su vieja gorra de béisbol.

"No tengo nada que darle", dijo el desconocido. Después preguntó: "Qué es eso en lo que está sentado?"

"Nada", contestó el mendigo. "Sólo una caja vieja. Me he sentado en ella desde que tengo memoria".

"¿Alguna vez ha mirado lo que hay dentro?", preguntó el desconocido. "No" dijo el mendigo. "¿Para qué? No hay nada dentro". "Échele una ojeada", insistió el desconocido. El mendigo se las arregló para abrir la caja.

Con asombro, incredulidad y alborozo, vio que la caja estaba llena de oro.

Yo soy el desconocido que no tiene nada que darle y que le dice que mire dentro. No dentro de una caja como en la parábola, sino en un lugar aún más cercano, dentro de usted mismo.

"¡Pero yo no soy un mendigo! ", le oigo decir.

Los que no han encontrado su verdadera riqueza, que es la alegría radiante del Ser y la profunda e inconmovible paz que la acompaña, son mendigos, incluso si tienen mucha riqueza material. Buscan afuera mendrugos de placer o de realización para lograr la aceptación, la seguridad o el amor, mientras llevan dentro un tesoro que no sólo incluye todas esas cosas sino que es infinitamente mayor que todo lo que el mundo pueda ofrecer.

La palabra iluminación evoca la idea de un logro sobrehumano y el ego quiere conservar las cosas así, pero es simplemente el estado natural de sentir la unidad con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, es esencialmente usted y sin embargo es mucho más grande que usted. Es encontrar su verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma. La incapacidad de sentir esta conexión da lugar a la ilusión de la separación, de usted mismo y del mundo que lo rodea. Entonces usted se percibe a sí mismo, consciente o inconscientemente, como un fragmento aislado.

Surge el miedo y el conflicto interior y exterior se vuelve la norma.

Me encanta la sencilla definición de la iluminación dada por Buda como "el fin del sufrimiento". No hay nada sobrehumano en esto, ¿cierto? Por supuesto, como toda definición, es incompleta. Sólo dice lo que la iluminación no es: no es sufrimiento. 

¿Pero qué queda cuando ya no hay sufrimiento? El Buda no habla sobre esto y su silencio implica que usted tiene que averiguarlo por sí mismo. Usa una definición negativa para que la mente no la convierta en algo que se deba creer o en un logro sobrehumano, una meta que e imposible de alcanzar. A pesar de esta precaución, la mayoría de los budistas aún cree que la iluminación es para el Buda, no para ellos, al menos no en esta vida.

Extraído del libro El Poder del Ahora, de Eckhart Tolle,

sábado, 13 de enero de 2018

TENGA RAÍCES INTERIORES PROFUNDAS


La clave es estar en un estado de conexión permanente con su cuerpo interior, sentirlo en todo momento.

Esto dará rápidamente profundidad a su vida y la transformará. Cuanta más conciencia dirija hacia el cuerpo interior, más alta se vuelve la frecuencia de vibraciones, muy similar a una luz que se vuelve más brillante según usted suba el botón regulador y aumente así el flujo de electricidad. A este nivel de energía más alto, la negatividad no puede afectarlo ya y usted tiende a atraer nuevas circunstancias que reflejan esa frecuencia más alta.

Si usted mantiene su atención en el cuerpo lo más posible, estará anclado en el Ahora. No se perderá en el mundo externo ni en su mente. Los pensamientos y las emociones, los miedos y los deseos, pueden estar aún ahí en cierta medida, pero no lo dominarán.

Por favor, examine dónde está su atención en este momento. Usted me está escuchando o está leyendo estas palabras en un libro. Ese es el punto de su atención. También es consciente periféricamente de lo que le rodea, de las demás personas, etc. Además puede haber cierta actividad de la mente sobre lo que usted está oyendo o leyendo, algún comentario mental. Sin embargo no hay necesidad de que nada de esto absorba toda su atención. Observe si puede estar en contacto con su cuerpo interior al mismo tiempo, Conserve parte de su atención dentro. No la deje fluir afuera. Sienta la totalidad de su cuerpo desde dentro, como un único campo de energía. Es casi como si estuviera escuchando o leyendo con todo su cuerpo. Practique esto en los próximos días o semanas.

No conceda toda su atención a la mente y al mundo exterior. Concéntrese por todos los medios en lo que está haciendo, pero sienta el cuerpo interior al mismo tiempo siempre que sea posible. Permanezca arraigado en su interior. Entonces observe cómo cambia su estado de conciencia y la calidad de lo que está haciendo.

Siempre que esté esperando, dondequiera que sea, emplee ese tiempo en sentir el cuerpo interior. De esta forma los embotellamientos de tráfico y las colas se vuelven muy agradables. En lugar de proyectarse fuera del

Ahora, entre más profundamente en él al profundizar más en el cuerpo.

El arte de la conciencia del cuerpo interior se desarrollará en un modo de vivir completamente nuevo, un estado de unión permanente con el Ser y añadirá una profundidad a su vida que no ha conocido antes.

Es fácil permanecer presente como el observador de su mente cuando está profundamente arraigado en su cuerpo. No importa lo que ocurra en el exterior, nada puede hacerlo temblar ya.

A menos que usted esté presente - y habitar su cuerpo es siempre un aspecto esencial en ello - continuará siendo dominado por su mente. El guión que hay en su cabeza y que aprendió hace mucho tiempo, el condicionamiento de su mente, decidirá su pensamiento y su conducta. Puede que usted se libre de él por breves intervalos, pero rara vez por mucho tiempo. Esto es especialmente cierto cuando algo "anda mal" o hay alguna pérdida o un trastorno. Su reacción condicionada será entonces involuntaria, automática y predecible, alimentada por la única emoción básica que subyace en el estado de conciencia de identificación con la mente: el miedo.

Así que cuando lleguen esos retos, como siempre llegan, convierta en un hábito entrar dentro de usted de inmediato y concentrarse lo más que pueda en el campo de energía interior de su cuerpo. Esto no tiene que tomar mucho tiempo, sólo unos segundos. Pero necesita hacerlo en el momento en que se presenta el reto.

Cualquier demora permitirá que surja una reacción mental- emocional condicionada y se apodere de usted.

Cuando usted se concentra en su interior y siente el cuerpo interior, inmediatamente se vuelve tranquilo y presente pues está retirando la conciencia de la mente. Si se requiere una respuesta en esa situación, vendrá de este nivel más profundo. Lo mismo que el sol es infinitamente más brillante que la llama de una vela, hay infinitamente más inteligencia en el Ser que en su mente.

Mientras esté en contacto consciente con su cuerpo interior, usted es como un árbol que está profundamente arraigado en la tierra, o un edificio con cimientos profundos y sólidos. La última analogía es usada por Jesús en la parábola generalmente mal entendida de los dos hombres que construyeron una casa. Un hombre la construye en la arena, sin cimientos y cuando llegan las tormentas y las inundaciones, la casa es barrida. El otro hombre cava profundamente hasta que encuentra roca, entonces construye su casa, que no es arrastrada por las inundaciones.

Extraído del libro EL Poder del Ahora, de Eckhart Tolle

viernes, 12 de enero de 2018

EQUILIBRIO EN LA VIDA



Aléjate de vez en cuando, relájate un poco, porque cuando regreses a tu trabajo, tu juicio será más certero; puesto que si siempre trabajas perderás el discernimiento...

Aléjate, porque el trabajo parecerá menos, en un instante tu perspectiva será mayor, y la falta de armonía o de proporción será mejor percibida.

Leonardo da Vinci (1452-1519)

Leonardo da Vinci, pintor, escultor, arquitecto, músico, ingeniero, matemático y científico italiano, fue uno de los más grandes intelectos de la historia de la humanidad.

Cuando un hombre de la talla de Leonardo da Vinci da algún consejo, estoy dispuesto a escuchar con toda mi atención. Muchos historiadores han dicho de él que es el hombre con la mente más inquieta de todos los tiempos. ¡Eso es todo un cumplido! Sus logros lueron prodigiosos y con frecuencia se dice que fue el iniciador del Renacimiento, el que sacó al hombre de la Edad Oscura.

Para Leonardo todo era un misterio, e indagaba a fondo para comprender las cosas. Estudió la Tierra, el cielo y el firmamento.

Siguió el movimiento de las estrellas e hizo planos para máquinas voladoras, cuatrocientos años antes de que se construyera el primer avión. Era un arquitecto y artista consumado, absorto en el estudio de la naturaleza y de la personalidad humana. Sus retratos eran los mejores que se habían visto hasta entonces, y encarnaban una realidad que captaba la verdadera esencia de los personajes.
Se han escrito muchas páginas sobre la magnificencia de su cuadro La última cena. Ningún personaje escapó a la curiosidad de Leonardo y, en el consejo aquí citado, nos ofrece una herramienta para nuestra propia expresión creativa.

Si piensas en la gran cantidad de trabajo creativo que acumuló Leonardo da Vinci durante su vida, puede que llegues a la conclusión de que era un adicto al trabajo que se pasaba el día pintando, esculpiendo e inventando. No obstante, su consejo demuestra todo lo contrario, y yo también comparto ese punto de vista. Este auténtico hombre del Renacimiento nos está aconsejando que nos alejemos de la rutina diaria y que nos distanciemos para poder ser más eficientes y productivos.

A mi entender, las personas más productivas tienen un gran sentido del equilibrio y de la armonía en sus vidas. Están familiarizadas con su propio ritmo y saben cuándo han de retirarse para descargar a su mente de las preocupaciones del momento. Aquí la palabra clave es «equilibrio». A fin de evitar que algo te consuma, has de poder alejarte de ello. Según Leonardo, en el proceso de distanciamiento empiezas a ver tu trabajo, tu familia o tus proyectos menos cuesta arriba, empiezan a parecerte «menos».

Dejar de mirar un punto fijo y luego volver a mirarlo hace que parezca más pequeño. Pero alejarte y mirarlo con distanciamiento te permitirá ver cosas en las que no habías reparado. De este modo cualquier debilidad o defecto se percibe fácilmente. Aunque Leonardo hable como artista, su consejo también se puede aplicar hoy en día, independientemente de cuál sea tu profesión.

He descubierto que puedo aplicar el consejo de Leonardo en mi trabajo como escritor y orador, al igual que en otros proyectos.

Cuando dejo mis investigaciones y el bloc de notas en el que escribo para irme a correr o sencillamente me ausento durante unos días, a mi regreso, casi de forma mágica, todo parece más claro.

Siempre me sorprenden las revelaciones que tengo cuando dejo mi trabajo. Parece que acuden a mi mente en los momentos en que estoy menos preocupado por el resultado. El gran maestro del Renacimiento nos está diciendo que nos distanciemos, que nos relajemos, que no insistamos tanto, que eliminemos el esfuerzo y nos dejemos guiar por la esencia divina que hay en todos nosotros.

Nos dice: «Relájate un poco, porque cuando regreses a tu trabajo, tu juicio será más certero». Una forma de hacer esto hoy en día es aprender a meditar antes de iniciar cualquier empresa importante, ya sea la planificación de una reunión de negocios, una entrevista de trabajo, una charla o pintar un retrato. El solo hecho de meditar te ayudará a mejorar mucho tu rendimiento. 

En los últimos diez años, no me he presentado delante de una audiencia sin haber pasado antes un mínimo de una hora (por lo general más) meditando. Cuando salgo de mi estado de meditación, me doy cuenta de que puedo salir al estrado o coger mi bolígrafo con la certeza de que estoy conectado con una parte superior de mí mismo que no tiene miedo. Me convierto en un mero observador y todo parece fluir como si la mano de Dios estuviera guiando mi lengua o mi mano.

Ese proceso de distanciamiento te permite relajarte y dar cabida a la intervención divina en tu actividad. Curiosamente, cuanto menos esfuerzo haces para realizar o completar una tarea, parece que tienes más fuerza para llevarla a cabo. Cuando te despreocupas del resultado permites que éste llegue por sí solo. Puedes ver este principio en acción en las actividades de ocio.

Por ejemplo, en una pista de baile tu objetivo no es terminar en un lugar concreto de la pista. En el baile el objetivo es disfrutar, y el lugar donde acabas depende del propio proceso de bailar. Del mismo modo, en un concierto, tu propósito no es llegar al final, sino disfrutar de cada momento. Llegar al final no tiene importancia cuando estás en el proceso. Piensa en cuando comes un plátano.¿Cuál es el propósito? ¿Empezar por un extremo y acabar en el otro o disfrutar de cada bocado? Esto sucede con casi todas las cosas.

Cuando nos relajamos y nos despreocupamos temporalmente, podemos perdernos de forma natural en ese proceso y el resultado llega como por arte de magia.

Leonardo da Vinci nos anima a equilibrar nuestras vidas, sean cuales sean nuestras metas. Implícate en tus actividades, pero trata de disfrutarlas por lo que son, no por sus resultados. Además, has de estar dispuesto a alejarte de ellas cuando sientas que no puedes juzgar con equilibrio o armonía. Al hacer esto consigues una mayor perspectiva y paradójicamente agudizas tu capacidad creativa en lugar de perderla.

Extraído del libro La Sabiduría de todos los tiempos, de W. Dyer


jueves, 11 de enero de 2018

ESPERANZA


El mayor peligro para la mayoría de nosotros no es que nuestra meta sea demasiado alta y no la alcancemos, sino que sea demasiado baja y la consigamos.

MIGUEL ÁNGEL (1475-1564)

Miguel Ángel Buonarroti, pintor, escultor, arquitecto y poeta italiano del Renacimiento, es una destacada figura en la historia de las artes plásticas.En los últimos veinticinco años, he participado regularmente en programas de televisión y de radio, respondiendo a las preguntas de los oyentes que llaman al programa y participan en el debate.

Una de las críticas más frecuentes que he recibido de los invitados a estos programas es que ofrezco demasiada esperanza a las personas que se encuentran en situaciones extremas y que eso puede resultar peligroso. A pesar de las críticas, sigo sin entender cómo es posible que tener demasiada esperanza resulte peligroso.

Cuando las personas me hablan de una enfermedad para la que no hay curación posible, las animo a que se pongan como meta cambiar eso. Suelo hablar de la ley que ha permitido que ocurrieran los milagros desde el principio de los tiempos. Explico que esa ley nunca ha sido revocada y que todavía se encuentra en los libros. Cito los casos de las personas a las que se les dijo que se fueran a casa y que esperaran la muerte, a las que se les dieron seis meses de vida y que han sido capaces de superar por sí mismas la enfermedad y el diagnóstico. Recibo cartas a diario de personas que se han negado a aceptar que no había esperanza para ellas, explicando lo agradecidas que están por haber recibido un mensaje de esperanza en los momentos difíciles.

A mi entender, Miguel Ángel, que vivió nada menos que hasta los ochenta y nueve años y seguía esculpiendo, pintando, escribiendo y diseñando a una edad en la que los noventa suponían casi sesenta años por encima de la esperanza de vida de aquella época, hablaba en esta famosa cita de la idea de tener esperanzas y metas muy altas. El peligro no reside en fijar metas irreales, sino en no tener ninguna o en que ésta sea muy baja, ya que. de ese modo, con nuestra falta de fe, frenamos la posibilidad de llegar a materializar metas más altas.

Esto no sólo se aplica a la superación de enfermedades físicas, sino que prácticamente lo incluye todo. El mundo está lleno de personas con metas bajas y pensamientos limitados que desean imponer esta actitud a los demás. El verdadero riesgo está en rendirse o en dejarse llevar por las bajas expectativas. Escucha atentamente a Miguel Ángel, un hombre al que muchos consideran el mayor artista de todos los tiempos.

Recuerdo que cuando vi la estatua del David en Florencia me quedé paralizado. El tamaño, la majestuosidad, el espíritu que parecía salir del mármol era Miguel Ángel diciéndonos a todos que apuntemos bien alto. Cuando se le preguntó cómo fue capaz de crear semejante obra de arte, respondió que en realidad David ya estaba en el mármol, él se limitó a quitar lo que sobraba para que éste pudiera salir a la luz. Una elevada meta, sin duda. Hablando de alturas, vale la pena contemplar la Capilla Sixtina. Miguel Ángel tardó cuatro años en pintar la bóveda, tendido boca arriba sobre un andamio, entre 1508 y 1512. Fue un proyecto que otros artistas de menor talla habrían considerado imposible. Sin embargo Miguel Ángel lo aceptó, así como muchos otros, en una vida cuajada de energía, talento y, cómo no, de grandes metas.

En buena parte de su obra, Miguel Ángel expresa la idea de que el amor ayuda a los seres humanos en sus esfuerzos para elevarse hacia lo divino. Así lo hizo en los casi trescientos sonetos que escribió y también se puede apreciar en la representación de los temas espirituales de sus pinturas, esculturas y diseños arquitectónicos.

Desde sus humildes comienzos como hijo de un banquero, este hombre, gracias a sus altas esperanzas y a sus grandes sueños, gracias a su negativa a aceptar limitaciones, se convirtió en una de las grandes figuras del Renacimiento y de toda la historia de la humanidad.

Hace unos años, mientras paseaba con mi esposa por un poblado de Bali, alguien nos dijo que el oficio de un anciano que estaba sentado delante de una verja era fabricar nubes. Escuché atentamente mientras me explicaban que la gente del lugar creía que con su poder mental aquel hombre podía producir nubes que traerían lluvia en tiempos de sequía. He de admitir que por mi parte había algo de escepticismo, porque mis condicionamientos culturales dicen que este tipo de fenómenos están más allá del alcance de la conciencia humana. Actualmente sólo conozco una verdad respecto a dicho condicionamiento: nadie sabe lo bastante como para ser pesimista.

En alguna ocasión me he tumbado sobre el césped con mis hijos pequeños para hacer nubes, mientras mis vecinos seguramente murmuraban lo locos que estábamos por creer que podíamos hacerlo. Sencillamente, me tiene sin cuidado ese pesimismo, y me encanta cuando uno de mis hijos me dice: «¡Mira, papá, estoy haciendo que mi nube saque a la tuya de cuadro!». No veo ningún peligro en esa forma de pensar. En realidad, estoy de acuerdo con Miguel Ángel. El mayor riesgo está en conseguir las bajas metas que nos hemos propuesto.

El consejo de Miguel Ángel es tan actual ahora como lo fue en su tiempo, unos quinientos años atrás. No escuches nunca a los que intentan influirte con su pesimismo. Ten fe absoluta en tu capacidad para sentir ese amor que irradia a través del David, de La Virgen y el Niño, y de los frescos celestiales de la Capilla Sixtina. El amor es tu contacto consciente con el artista que compartió el misino espíritu universal de unidad contigo y con toda la humanidad.

Sus logros surgieron del mensaje que nos remite a todos nosotros al inicio de este verso. Apunta alto, niégate a optar por los pensamientos pequeños y las bajas expectativas, y, ante todo, no te dejes seducir por la absurda idea de que es peligroso tener demasiada esperanza. De hecho, tu elevada esperanza te ayudará a mejorar tu vida y a producir tus propias obras de arte, ya sean frescos o cestas de fruta.

Para poner en práctica el consejo de Miguel Ángel, puedes seguir estas sencillas pautas:

• No escuches o hagas tuyas las opiniones de los que señalan tus limitaciones. Recuerda siempre que cuando hablas sobre tus limitaciones lo único que obtienes son limitaciones.

• Ante todo, no tengas metas bajas o pensamientos limitados.

Eres una manifestación de Dios y en ese aspecto estás conectado con lo que causa y produce los milagros.

• Manten viva la esperanza recordando esta famosa observación de Eínstein: «Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición en las mentes mediocres».

• Cuando hayas reflexionado sobre lo que te gustaría conseguir en tu vida, aunque no te sientas preparado, imagina al anciano

Miguel Ángel, hace quinientos años, pintando, esculpiendo y escribiendo. Imagina que te está diciendo que puedes crear cualquier cosa que desees y que el gran peligro no reside en tener demasiadas esperanzas, sino en alcanzar algo que considera inalcanzable.


Extraído del libro La Sabiduría de todos los tiempos, de W.Dyer

miércoles, 10 de enero de 2018

DEJAR ATRÁS SU HISTORIA PERSONAL



Tener un pasado nos impide centrarnos en el ahora. Quizás ésta sea una idea radical, pero le pido que considere la posibilidad de erradicar de forma absoluta su pasado y vivir por completo en el momento presente.

Lo primero que podría venirle a la cabeza, como vino a la mía cuando comencé a considerar esta posibilidad, es que resulta imposible. Tengo una memoria, sin lugar a dudas, y sería una locura por mi parte fingir que no soy producto de mi pasado. Lo que estoy pidiéndole es que haga abstracción de él.

La cuestión radica en que, dado que usted es un producto de su pasado, está bailando al son de una música que le han impuesto. Con el fin de dar el primer paso hacia su búsqueda sagrada, tiene que despojarse antes de la idea de que es incapaz de dar ese paso.

En Relatos de poder, Carlos Castaneda es adoctrinado en la sabiduría del Nagual, un maestro espiritual que vive en un mundo muy diferente del nuestro. Su maestro, don Juan, le dice: «Un día, descubrí que no necesitaba un pasado, así que, como la bebida, lo dejé». Mientras Carlos considera la idea, se le dice que si puede aprender a borrar su historia, se verá libre de la carga de los pensamientos de los demás.

Cuando la gente conoce nuestra vida pasada, ejerce cierto control sobre nosotros. Esperan que seamos algo que ya hemos sido, o que nos han enseñado a ser. Si no estamos a la altura de sus expectativas se sienten desilusionados. Entonces nos cargamos con la culpa de haber decepcionado a quienes han sido nuestros mentores.

No obstante, existe una alternativa sencilla que puede ponerse en práctica en un momento de satori o despertar instantáneo. Puede deshacerse de su historia ahora mismo.

Simplemente deshágase de ella. Para decirlo con sencillez, si no tiene un pasado, sus actos no tienen por qué derivar de él.

De todos los seres inspirados que he conocido y leído, una cualidad que todos parecen tener en común es que no están de manera alguna atados a su pasado. Son libres porque no se basan en lo que eran.

Reconocen que todas las personas y acontecimientos que aparecieron y tuvieron lugar en su pasado formaban parte del sistema inte ligente que ha sido su realidad. Pero saben que ésta es una realidad nueva y distinta, que comienza y acaba con el ahora. Son libres para tener la mente abierta.

El libro A Course in Miracles (Curso de milagros) lo expresa así:

Volver a nacer es dejar que el pasado se marche, y mirar al presente sin condenarlo... Sólo se te pide que dejes ir al futuro y lo deposites en las manos de Dios. Y mediante la experiencia verás que también has depositado el pasado y el presente en sus manos, porque el pasado ya no te castigará, y el temor al futuro carecerá ahora de sentido.

Usted no necesita un maestro para que le enseñe todos los elementos de la conciencia superior. No necesita un maestro que le diga cómo borrar su pasado y las limitaciones en que ha llegado a creer. Lo que necesita es un maestro que le enseñe que tiene un poder inconmensurable dentro de usted. Esto es lo que deseo hacer. Espero convencerle de que la realidad de la existencia es su ilimitado poder interior.

En Ilusiones, Richard Bach explica que cuando uno razona convencido de sus limitaciones, lo único que se obtiene son las limitaciones. Si ha aceptado sus limitaciones durante largo tiempo, puede que esté convencido de que le es imposible conseguir ciertas cosas. He aquí la razòn por la que borrar su pasado, hacer borrón y cuenta nueva y comenzar con el ahora, resulta un aspecto tan importante en su búsqueda sagrada.

Despójese de todas las creencias que le han convencido de sus incapacidades y defectos. .Limpie ese armario de creencias gastadas. Libérese de su viejo yo. Conviértase en una pizarra en blanco. En esa pizarra no hay nada escrito ni proyectado.

El viaje se inicia con la negación del pasado. El tesoro empieza con el ahora. No hay nada malo en borrar su historia. Hay un gran amor y respeto por todo lo que ha aprendido hasta ahora, pero el ahora está en blanco y, lo más importante, abierto a todas las posibilidades. Sin restricciones, sin limitaciones, sólo con la voluntad de experimentar. Dios y el divino universo habitan en su interior.

Su vida ya no se verá constreñida por lo que ha conocido. Su programa de vida ha sido suspendido. En el instante en que uno se despoja de su pasado se convierte en un ser eterno. Siempre lo ha sido. Siempre lo será.

Llegados a este punto hay que responder a la pregunta: «¿Quién soy?». Las respuestas ya no tienen por qué limitarse a las etiquetas que han definido su experiencia vital.

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W.Dyer

martes, 9 de enero de 2018

PRIMERA FALSA CREENCIA: CUANTO MÁS, MEJOR



Cuanto más mejor es una enfermedad del siglo XX que puede ocultar el sendero de su búsqueda. ¿Se ha convertido esta creencia en parte de su vida diaria? ¿Dónde está la paz en cuanto-más-mejor?

Esta búsqueda del más lo condena a uno a una vida de constante lucha. Resulta imposible disfrutar de la vida. ¿Le han educado en esta creencia? Si ha dedicado una gran cantidad de energía vital al cuantomás- mejor, puede resultarle difícil sustraerse a esa inercia. Necesita saber si es una piedra angular de su vida.

Algunos de los indicadores de que el cuanto-más-mejor informa su vida son los siguientes: tiene que estar ocupado para sentirse satisfecho; debe ganar más dinero del que gana; ha de obtener un ascenso para demostrar su valía; necesita tener más de todo. Para cambiar esto, usted ha de descubrir y convencerse de que apenas sí necesita cosas para ser libre. Éste es el primer paso para abandonar esta espiral.

Cuanto-más-mejor le mantiene a uno anclado en el ámbito de lo físico. Con lo que el yo espiritual no tiene cabida en nuestra vida diaria.

La energía interna está concentrada en la acumulación, las adquisiciones, las recompensas, los trofeos, la aprobación y el dinero.

Algunas personas experimentan sentimientos de culpa, vergüenza, y se hacen reproches porque piensan que son haraganas e incompetentes.

Nos enseñan este juego en una etapa temprana de la vida. Ya en el colegio, buscamos conseguir notas más altas, diplomas adicionales, reconocimientos....

No hay paz en esta espiral.

La sensación de paz existe cuando uno se aparta del cuanto-másmejor.

Ello indicará que su yo espiritual está llamándole. «Los buenos y los sabios llevan vidas tranquilas», dijo Eurípides.

Que quede claro que no incluyo esta constante búsqueda del más a la cabeza de la lista porque sea intrínsecamente mala. La razón es porque le niega la paz y armonía que precisa su búsqueda sagrada. No tiene por qué convertirse en un ser inerte para tener paz. Puede abandonar la idea de cuanto-más-mejor y reemplazada por una serenidad interna que no necesita más para ser satisfactoria.

Usted ha recibido creencias de una interminable cadena de personas que han sido víctimas voluntarias durante generaciones. Cuando se despoje de estas creencias, abrirá un espacio interno que le permitirá acumular un tipo de energía diferente, energía que le dirigirá hacia la paz y no a la confusión y a una operación a corazón abierto.

Sugerencias para librarse del cuanto-más-mejor

• Relájese, relájese, relájese. Nunca lo repetirá lo bastante. Examine con cuidado cuánta energía vital utiliza en la consecución de lo que ni quiere ni necesita. Practique una vez por día el decir no al cuanto-másmejor.

Diga un muy tajante «no, no voy a perseguir eso».

En lugar de perseguir el cuanto-más-mejor, dedique tiempo a jugar co n su hijo o nieta. Lea el Nuevo Testamento en lugar de afanarse en otro objeto. Váyase a dar un largo paseo por la orilla del río en lugar de dedicar tiempo a superar a los demás.

Al liberar la energía que antes aplicaba a conseguir más, usted se libera a sí mismo para experimentar el júbilo de ser. Esto es la libertad, el escoger ser, no acumular.

Descubrirá, a medida que adopte esta actitud, que muchas cosas que antes perseguía, incluido el dinero, comenzarán a aparecer en su vida sin que las persiga. Esta es una de las grandes ironías de la vida.

• Concédase momentos de contemplación silenciosa. Trate estos momentos como algo absolutamente esencial en su rutina diaria. La práctica de la meditación o la plegaria silenciosa volverán a ponerle en contacto con Dios. Como lo expresó Mikhael Aivanhov en The Mistery of Life (El misterio de la vida), «dondequiera que no existan límites, donde existan la infinitud, la eternidad y la inmortalidad, allí está Dios».

Los momentos de contemplación le apartan de la idea de que debe tener màs.Llegará a saber que todo lo que necesita para tener una vida plàcida, placentera y llena de amor, ya lo posee, y esta conciencia impregnarà toda su vida cotidiana.

• Practique decir «paso». Cuando comience a sentir la presión de ir a por más, limítese a decir la palabra «paso». Es liberador dejar que ceda la presión por conseguir más. Después de decir esto unas cuantas veces sentirá una libertad interna. Este espacio interior quedará disponible para su yo espiritual.

• Vuelva a la naturaleza. La naturaleza es terapia. Concédase tiempo para ir a bosques, caminar por las montañas, pasear por los campos o a lo largo de la playa. El sencillo hecho de estar en contacto con la naturaleza es una forma de librarse de la enfermedad del querer más.

Pase la noche durmiendo al raso con sus hijos o un ser amado, o a solas. Mire las estrellas y sienta su lugar en la infinita magnificencia del cielo nocturno. Le garantizo que adquirirá una nueva perspectiva de la vida. Verá la belleza del mundo natural y abandonará la creencia de que la acumulación es necesaria para sentirse completo.

Añada a estas sugerencias las palabras de los Peregrinos de la Paz: «Una vida simplificada es una vida santificada». Puede ser ejecutivo de una gran empresa, cabeza de una numerosa familia, representante de ventas, director de un gran hospital, tendero de una zona comercial concurrida.. . y a pesar de eso llevar una vida santificada. Es la conciencia de un nuevo propósito lo que necesita tener, una que abandone el «cuanto más, mejor», y la reemplace por «la paz es mejor».

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas , de W.Dyer

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