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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

martes, 16 de enero de 2018

COMPARTIENDO JIDDU KRISHNAMURTI - MEDITACIÓN.


I.
Amigos, cada uno está tratando de encontrar la felicidad, la verdad, o trata de encontrar a Dios, dando al objeto de su búsqueda un nombre diferente de acuerdo con sus capacidades intelectuales, su educación religiosa y el medio. Ustedes han venido aquí esperando descubrir una certidumbre alrededor de la cual construir toda su vida y su acción. Ahora bien, ¿por qué están buscando la máxima certidumbre, esa realidad que, según esperan, les dará la felicidad y explicará la crueldad y el sufrimiento del hombre? ¿Cuál es la causa de esa búsqueda de ustedes? Fundamentalmente, la razón de esta búsqueda -la razón humana, no alguna razón intelectual- es que, como hay tanto sufrimiento en uno y alrededor de uno, quieren escapar del presente hacia una utopía idealista del futuro, hacia un sistema intelectual del pensamiento, o hacia una autoridad en la cual depositar la fe y la certidumbre. Un hombre profundamente enamorado no va en busca de amor y felicidad: pero el hombre que está enamorado, que no es feliz, que sufre, busca lo opuesto de aquello en lo que se halla atrapado. Siendo ustedes desdichados, sintiendo un gran vacío, una gran desesperación, comienzan a buscar una salida, un escape. A este escape lo llaman búsqueda de la realidad, de la verdad o el nombre que prefieran darle.

II.
Casi todos los que dicen que están buscando la felicidad, en realidad tratan de escapar, de huir del conflicto, de la desdicha, de la completa insignificancia en la que están presos. Al sentirnos inseguros del amor, de cuanto pensamos, toda búsqueda se dirige a certezas y satisfacciones: porque el amor y el pensamiento están constantemente buscando certidumbres en las cuales puedan anclarse. A estas anclas las llamamos realidades, felicidad e indagaciones en la inmortalidad. Queremos asegurarnos de que hay algo perdurable, algo más que esta confusión y desdicha. Si de verdad consideran -y por favor, no escuchen tan sólo con el intelecto lo que estoy diciendo-, si de verdad consideran su propia búsqueda y la examinan, verán que están escapando de esta confusión y desdicha, hacia lo que imaginan que es real y llaman felicidad. Desean una droga, un narcótico que los satisfaga, que los ponga a dormir apaciblemente. 


MÁS ALLÁ ´ DE LA CREENCIA.

Nos damos cuenta de que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teori´a, alguna clase de especulacio´n o satisfaccio´n, alguna clase de doctrina que explique todo esto, y asi´ quedamos atrapados en explicaciones, palabras, teori´as, y gradualmente las creencias echan rai´ces muy profundas y se vuelven inconmovibles, porque detra´s de esas creencias, de esos dogmas, esta´ el miedo constante a lo desconocido. Pero jama´s miramos ese miedo; le volvemos la espalda. Cuanto ma´s fuertes son las creencias, ma´s fuertes los dogmas. Y cuando examinamos estas creencias: la cristiana, la hindu´, la budista, etce´tera, encontramos que dividen a la gente. Cada dogma, cada creencia tiene una serie de rituales, de compulsiones que atan y separan a los seres humanos. De modo que empezamos una indagacio´n para averiguar que´ es lo verdadero, cua´l es el significado de esta desdicha, de esta lucha, de este dolor; y pronto quedamos atrapados en creencias, rituales, teori´as. 
La creencia es corrupcio´n, porque detra´s de la creencia y la moralidad se esconde la mente, el «yo» -el «yo» que se vuelve cada vez ma´s grande, poderoso y fuerte-. Consideramos que la creencia en Dios, la creencia en algo, es religio´n. Pensamos que creer es ser religioso. ¿Comprende? Si no creemos, se nos considerara´ ateos, seremos condenados por la sociedad. Una sociedad condenara´ a los que creen en Dios, y otra sociedad condenara´ a los que no creen. Ambas son la misma cosa. Asi´ pues, la religio´n se vuelve una cuestio´n de creencia; y la creencia actu´a y ejerce su influencia sobre la mente. De ese modo la mente jama´s puede ser libre. Pero so´lo en libertad podemos descubrir que´ es lo verdadero, que´ es Dios; no podemos hacerlo mediante ninguna creencia, porque nuestra creencia misma proyecta lo que pensamos que debe ser Dios, lo que pensamos que debe ser la verdad.

J. Krishnamurti. El Libro de la Vida-Meditaciones Diarias

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