TÍTULO

Blog del eBook El Maestro de la Realidad

jueves, 29 de marzo de 2018

NUESTRO EGO EN LUCHA CONTRA EL MOMENTO PRESENTE


El ego no puede nunca estar en consonancia con el momento presente, puesto que su propia naturaleza lo induce a resistir, menospreciar o hacer caso omiso del Ahora. 
El ego se nutre del tiempo.

El ego trata el momento presente de tres maneras: 
1. Como un medio para una finalidad.
2. Como un obstáculo.
3. Como un enemigo.

El ego ve en el momento presente un medio para obtener un fin. Sirve para llevarnos a algún momento en el futuro considerado más importante que este momento. Pero el futuro no es más que un pensamiento en la cabeza. 
En otras palabras, nunca estamos totalmente aquí porque siempre estamos ocupados tratando de llegar a algún otro lugar.

Cuando este patrón se acentúa, el momento presente es visto o tratado como si fuera un obstáculo a superar. Es allí donde surgen la impaciencia, la frustración y el estrés. Y en nuestra cultura esa es la realidad cotidiana, el estado normal de muchas personas. La Vida, la cual ocurre ahora, es vista como un "problema", y todos habitamos en un mundo lleno de problemas que debemos resolver para ser felices, sentirnos realizados o comenzar realmente a vivir.

El problema es que por cada problema que resolvemos aparece uno nuevo. Mientras veamos un obstáculo en el momento presente, los problemas no tendrán fin. 
"Seré lo que deseas que sea", dice la Vida o el Ahora. "Te trataré como tú me trates. Si me ves como un problema, eso seré para ti. Si me tratas como a un obstáculo, seré un obstáculo". (La vida es un reflejo de nuestro estado interior).

En el peor de los casos, y esto también es muy común, es que el momento presente es visto como un enemigo.

Cuando odiamos lo que hacemos, nos quejamos de nuestro entorno, maldecimos de las cosas que suceden o han sucedido; o cuando nuestro diálogo interno está lleno de lo que deberíamos o no deberíamos hacer, de acusaciones y señalamientos, entonces nos peleamos con lo que es, con aquello que de todas maneras ya es como es. Convertimos a la Vida en nuestra enemiga y ella nos dice, "si lo que quieres es guerra, guerra tendrás". 
La realidad externa, la cual es siempre el espejo de nuestro estado interior, se experimenta como algo hostil.

¿Cómo trascender una relación disfuncional con el momento presente?

Lo más importante es reconocerla en nosotros mismos, en nuestros pensamientos y en nuestros actos. 
Estamos en el presente en el momento mismo en que notamos que nuestra relación con el Ahora es disfuncional. 
Ver equivale al afloramiento de la Presencia. Tan pronto como vemos la disfunción, ésta comienza a desvanecerse.

Eckhart Tolle

sábado, 24 de marzo de 2018

ELIJO NO ACEPTAR LA CULPABILIDAD EN MI VIDA



Elijo no aceptar la culpabilidad en mi vida. Esta actitud mental crea pensamientos como: «No desperdiciaré la preciosa moneda de mi vida, mi existencia actual, inmovilizado por la culpabilidad por lo que ocurrió en el pasado».

Esta declaración exige conocer la diferencia entre a) arrepentirse de verdad y aprender del pasado, y b) pasarse la vida haciéndose reproches y sintiéndose culpable. Aprender de los propios errores y emprender acciones correctoras son prácticas espiritual y psicológicamente sanas. Hiciste algo, no te gustó cómo te sentiste después, y decides no repetir ese comportamiento. Eso no es culpabilidad. La culpabilidad aparece cuando continúas sintiéndose inmovilizado y deprimido, y esos sentimientos te impiden vivir en el presente.

Al dejarte agobiar por la culpabilidad, llenas tu energía de angustia y reproche. Te haces tantos reproches que no te sientes merecedor de recibir las bendiciones del universo o de cualquiera que forme parte de él. Los sentimientos persistentes de culpabilidad te impedirán manifestar nada que valga la pena porque estarás atrayendo hacia ti esas mismas cosas que sitúas en el universo. Cuanto mayor sea la angustia, más razones tendrás para sentirte mal y más pruebas encontrarás para demostrar que no eres merecedor de lo que deseas.

Cuando utilizas tus comportamientos del pasado para aprender de ellos y sigues adelante, al margen de lo horribles que te hayan parecido, te liberas de la negatividad que rodea esas acciones. Perdonarse a uno mismo significa que puede extender el amor hacia sí mismo, a pesar de haber percibido dolorosamente las propias deficiencias.

Una vez aprendida esta valiosa lección, buscas también el perdón de Dios. Pero si continúas abrigando el dolor en tu interior, te sentirás indigno del perdón de Dios y, en consecuencia, no podrás aceptar ninguno de tus derechos divinos, como hijo de Dios.

No importa qué es lo que no te gusta de ti mismo, incluidos tus comportamientos y tu aspecto, pero para tener éxito a la hora de la manifestación necesitas amarte a ti mismo a pesar de los defectos que puedas encontrarte. Por ejemplo, si sufres crónicamente de un exceso de peso, o eres adicto a alguna sustancia, tus frases internas de culpabilidad serán aproximadamente del siguiente tenor: «Voy a amarme realmente a mí mismo cuando finalmente alcance un peso normal», o bien: «Me valoraré verdaderamente a mí mismo como un ser humano digno cuando haya superado finalmente esta adicción de una vez por todas».

Las frases de culpabilidad no hacen sino reforzar una actitud de desmerecimiento, e inhiben el proceso de la manifestación. Tienes que cambiar estas frases y decirte a ti mismo cosas como: «Me amo a mí mismo aunque tenga exceso de peso. En primer lugar, yo no soy este exceso de peso y me niego a pensar en mí mismo en términos autodegradantes, independientemente del estado de mi cuerpo. Soy amor y extiendo ese amor a todo lo que soy». Esta misma clase de programación interna tiene que producirse en el caso de las adicciones o de cualquier otra cosa por la que te sientas culpable.

Hay 483.364 palabras en Curso de milagros. La expresión «manténte alerta» sólo aparece una vez:

«Manténte alerta ante la tentación de verte a ti mismo como injustamente tratado». La advertencia alude a la necesidad de eliminar la culpabilidad y asumir la responsabilidad por la propia vida. Al eliminar la inclinación a revolcarse en la autocrítica, también eliminamos la idea de que nos redimiremos gracias al sufrimiento en el momento presente, y de que podemos pagar por nuestros pecados con culpabilidad. La vida no funciona de ese modo. Tus sufrimientos te mantienen en un estado de temor e inmovilidad. Y esa no es la solución para los problemas de tu vida.

Existe, sin embargo, una solución, que consiste en amarse a uno mismo y en pedir a Dios que esos «defectos» no sean más que lecciones que te permitan alcanzar un nuevo nivel espiritual. Al negarte a aceptar la idea condicionada de que la culpabilidad es buena, de que mereces sentirte culpable y de que la culpabilidad te ayudará a expiar tus pecados, refuerzas la idea de ser merecedor de cualquier deseo que quieras manifestar en tu vida.

Extraído del libro Construye tu destino, De W.Dyer

miércoles, 21 de marzo de 2018

CÓMO EVITA LA VERDAD EN SU VIDA



Este apartado no está dirigido a los creativos publicitarios ni a los que mienten en su propio provecho, cometen delitos de perjurio o practican infames engaños. Lo que aquí expongo es cómo el ego nos convence de que consultemos a nuestro falso yo en la vida cotidiana.

No estamos ante un caso en que nos engañamos a nosotros mismos, sino más bien de comportamientos e ideas heredadas que hemos adoptado.

He aquí algunas de las formas más comunes de evitar la verdad.

• Jactancia o fanfarronería. Una inclinación a atraer la atención sobre usted y a exagerar sus éxitos para que los demás le vean de una. forma positiva, como alguien especial y distinto de los demás.

• Tergiversación de los hechos. Contar los hechos como le gustaría que hubiesen ocurrido en lugar de como sucedieron en realidad. Estas mentirillas veniales o exageraciones insignificantes, cuando uno se obstina en mantenerlas, se convierten en un estilo de vida.

• Engaño para salvar la fachada o evitar la vergüenza. Argumentar con el propósito de convencer a alguien de que usted es inocente de alguna mala acción. Este tipo de engaño obliga a llevar la cuenta de lo que se dijo, a quién y cuándo. Se van sumando más tergiversaciones para que la línea argumental se sostenga.

• Creación de un futuro imaginario. Mentir sobre las perspectivas de su futuro para ocultar la verdad. Uno vive su porvenir basándose en una idea falsa. Su vida es una mentira en el presente y en el futuro.

• Exageración de los hechos para atraer atención. Un ejemplo de lo difícil que resulta abandonar estas tergiversaciones lo es esta breve historia del libro lllustrations Unlimited {Ilustraciones ilimitadas), editado por James S. Hewitt:

Una niña desarrolló un mal hábito. Siempre estaba mintiendo. En una ocasión, cuando le regalaron un San Bernardo para su cumpleaños, salió a la calle y les contó a todos sus vecinos que le habían regalado un león. La madre se la llevó aparte y le dijo:
—Te pedí que no mintieras. Vete arriba y dile a Dios que lo lamentas.
Prométele que no volverás a mentir.

La niña subió al piso superior, rezó sus oraciones, y volvió a bajar.

La madre le preguntó:

—¿Le dijiste a Dios que lo lamentas?

La niña respondió:

—Sí, lo hice. Y Dios me ha contestado que a veces también a él le resulta difícil distinguir entre mi perro y un león.

La práctica de cambiar los hechos con el propósito de impresionar a otros puede ser encantadora cuando lo hace un niño. Para los adultos, es una manera de dejarse llevar por el ego para que mantenga viva las ilusiones. Este proceder le impedirá conocer su yo superior, el cual no necesita exageraciones para sentirse importante a ojos de los demás.

• Pasar algo por alto en beneficio propio. Esta historia ilustra cómo puede funcionar esto:

A un hombre le dieron el cheque de su sueldo y advirtió que le habían pagado veinticinco dólares de más, y no le dijo nada al cajero. El cajero se dio cuenta de su error, y al siguiente día de pago dedujo los veinticinco dólares del cheque del sueldo del hombre. El hombre acudió de inmediato a ver al cajero y le dijo que en la cifra del cheque faltaba dinero. El cajero replicó:

No dijo ni una palabra la semana pasada, cuando recibió dinero de màs.

El hombre contestó:

No me importa pasar por alto un error, pero cuando sucede dos veces es el momento de decir algo. Ser honrado requiere que uno diga algo con independencia de si uno se beneficia o no del error.

• Hacer trampas deliberadas en beneficio propio. La práctica de cobrarles de más a los otros o alterar los costes y luego incluir cargos falsos parece ser una práctica normal para los que permiten que su ego les gobierne la vida.

Se ha estimado que los hospitales de Estados Unidos añaden cargos excesivos y cantidades erróneas en el 99 por ciento de sus facturas. Imagínese: ¡noventa y nueve de cada cien facturas contienen errores que favorecen al hospital!

Esta práctica es demasiado corriente en muchos negocios, así como también en la vida de muchos ciudadanos. La idea de que está bien engañar a los demás conforma una manera de ser que le mantendrá apartado de la senda de su búsqueda espiritual. Lo que se encontrará es que también los otros le engañarán a usted.

» Comportamiento machista y bravucón. La necesidad del ego de aparecer como mejor o más importante crea un comportamiento que manipula a otras personas, cuando no las asusta. La prepotencia, la fanfarronería, el pavoneo, las argucias y cosas por el estilo, son actos de engaño que el ego cree que convencerán a los demás de que usted es único y especial.

• Diálogos internos sobre lo peligroso que es el mundo. El ego se sirve de los diálogos internos para convencerle de lo peligroso que es el mundo.

Cuanto más se convenza de que el mundo es peligroso, menos capaz será de conocer a su yo espiritual. Al evitar el contacto con este yo, usted no sabrá que no corre ningún peligro y que es una criatura divina.

• Autoengaño. El ego le convence de que otros son especiales y de que usted no tiene apenas valor porque es un ser inferior. Cuando se deprime con frases en que se desprecia a sí mismo y se acobarda ante los riesgos, usted está haciendo propias las afirmaciones del ego de que es débil y carece de importancia. Esta valoración negativa e irreal le aleja de la verdad y es una estrategia del ego destinada a mantenerle apartado de su búsqueda espiritual.

Para abandonar la tendencia al engaño tiene que entender por qué permite que este argumento rija su vida. Y siempre hay consecuencias derivadas del comportamiento y los pensamientos, incluso de los basados en la falsedad.

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W.Dyer

domingo, 18 de marzo de 2018

LOS ENEMIGOS DE UN HOMBRE DE CONOCIMIENTO


Domingo, 15 de abril, 1962

Cuando me disponía a partir, decidí preguntarle una vez más por los enemigos de un hombre de conocimiento. Aduje que no podría regresar en algún tiempo y serla buena idea escribir lo que él dijese y meditar en ello mientras estaba fuera.

Titubeó un rato, pero luego comenzó a hablar.

-Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.

"Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla.

"Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda."

-¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?

-Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser hombre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido.

Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.

-¿Y qué puede hacer para superar el miedo?

-La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de si. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.

"Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural."

-¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco?

-Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.

-¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?

-No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto,

"Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega.

"Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro peto incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión. de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.

-¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?

-No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.

-Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota?

-Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de sus ojos. Ése será el verdadero poder.

Extraído del libro Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda

viernes, 16 de marzo de 2018

KAIROS: EL MOMENTO OPORTUNO



No es suficiente disponer de la mejor uva, del conocimiento necesario o de las ganas de hacer un buen vino: también hace falta dejar el tiempo necesario para que el buen vino pueda crearse. Si está reescribiendo el guión de su vida, es posible que esté ansioso por ver los resultados, pero con frecuencia el momento oportuno solamente llega cuando ha transcurrido un tiempo cronológico adecuado.

No tema: si usted está en ello, el resultado tarde o temprano acabará por aparecer. Los griegos empleaban dos palabras diferentes para referirse al tiempo: «cronos» y «kairos». Cronos se refiere al tiempo cronológico, mientras que kairos se refiere al momento indicado en el que las cosas suceden.

Antes del momento no es el momento y después del momento tampoco es el momento.Aprender a hacer caso de los griegos en ese asunto me ha facilitado la paz interior necesaria para comprender que hay un tiempo para que suceda cada acontecimiento. Vivimos en una sociedad en la que todo sucede a velocidad de vértigo y donde el tiempo que estamos dispuestos a esperar para recibir la gratificación tiende a ser cada vez menor. Y la consecuencia de esto es que corremos el riesgo de olvidarnos de que no todo puede conseguirse de manera inmediata.

Hay procesos o proyectos cuya consecución conlleva necesariamente cierto tiempo y que exigen al que lo acomete la paciencia necesaria para que ese tiempo transcurra. A veces decimos: «Vaya, esto no funciona…», y a mí me suena como a «Vaya, llevo dos semanas embarazada y no doy a luz». En la sociedad del clic es fácil olvidarse del valor de la constancia.

Extraído del libro Vivir sin miedos, de Sergio Fernández

miércoles, 14 de marzo de 2018

LOS DIVIDENDOS QUE OBTIENE EL EGO AL FOMENTAR LA AGITACIÓN




El ego —la falsa idea que todos tenemos de nosotros mismos—, quiere mantener este persistente estado de enfrentamiento interno por unas razones muy sólidas. Cuando uno entiende su ego, tiene mucha más capacidad para dominarlo. Cuando sepa por qué el ego se comporta como lo hace, será capaz de llevar a cabo los ajustes necesarios para que su yo espiritual posea una mayor influencia sobre su existencia.

He aquí algunas de las razones por las que el ego le mantiene en ese estado de agitación interna:

• Lo más importante, el ego ha estado con usted desde la infancia. Casi todas las personas que usted ha conocido lo han alimentado. Los antepasados de estas personas también se vieron dominados por su ego.

Su ego quiere sobrevivir. Si consigue mantenerle en un estado de agitación impedirá que conozca su yo espiritual. Desde la perspectiva del ego, Dios es una enorme amenaza. Así que hará todo lo que pueda para impedir que goce de esa placidez interna donde la voz de Dios es tan hermosamente clara.

• Su ego no quiere que cambie. Verse a uno mismo como un ser importante y especial nutre al ego y lo mantiene funcionando a pleno rendimiento.

A pesar de que el ego es en sí mismo una ilusión que lleva consigo, se comporta como si tuviera vida propia.

Su ego realizará todos los esfuerzos del mundo para convencerle de que no necesita cambiar. De hecho, si está preguntándose por qué no debería sentirse especial, podría estar escuchándolo en este mismo momento.

Ese es el tipo de pensamiento que le ha impedido realizar los cambios que conducen a la paz interior. Cuanto más le asalten tales ideas, más feliz será el ego.

• El ego se crece con el miedo. Cuando usted tiene miedo, está a merced del ego. El miedo le impulsará a comportarse de maneras que minan su yo espiritual.

Su yo superior le dice que no hay nada que temer, que el amor es la respuesta a todo y que Dios es amor. Su amorosa esencia divina le asegura que no tiene necesidad de sentirse culpable ni temeroso, y que si se siente así eso desaparecerá cuando alcance paz interior.

Pero el ego quiere que mantenga la sensación de miedo. Vivir en el miedo es una manifestación de que no confía en la energía divina ni en su sabiduría interna. Esta presencia del miedo confirma la abdicación de su yo espiritual y la creencia de que Dios no sabe lo que está haciendo.

Lo opuesto del miedo no es la valentía: es el amor.

Cuando siente amor dentro de sí, usted no siente ni culpabilidad ni miedo. Sabe que todo lo que está experimentando tiene su razón, incluso sus aflicciones, que son sus más grandes maestros, y la muerte de su cuerpo, destinó de todo lo manifiesto. Usted sabe que la muerte es una recompensa, no un castigo. Por lo tanto, no tiene nada que temer a menos que escuche a su ego cuando alienta el miedo y aparta a Dios de su lado.

• Su ego quiere que no cese de buscar más cosas que consumir y más posesiones que tener. Cuanto más acelerada sea su vida, menos tiempo tendrá para conocer su esencia espiritual. El ego le alienta para que permanezca ocupado, para que se mantenga en movimiento y evite la búsqueda espiritual.

• Su ego quiere que mire hacia fuera. Quiere que continúe mirando en la dirección equivocada para que no note la presencia de Dios en su vida. Al mirar al exterior uno alienta la presencia del ego.

Las consecuencias serán que de modo constante sentirá la presión de compararse con otros; la necesidad de derrotar a otros con el fin de sentirte poderoso o importante; de tener más y mejores juguetes; de acumular más trofeos. Todo este mirar al exterior es obra del ego. Siempre que se niegue a escuchar, él gritará que tiene que sentirse molesto cuando otros le superan; que no vale nada cuando pierde; que ser el número uno es más importante que nada; que conformarse con menos es admitir que se es un perdedor.

Todas estas creencias están profundamente arraigadas en usted. Le resulta muy difícil imaginar siquiera el no tenerlas, porque los esfuerzos de su ego y de los egos de muchos otros han estado trabajando duro para convencernos de que es la única manera de ser. Mirar al exterior provoca una sensación interna de conflicto y agitación que hará que continúe persiguiendo las pompas que le ofrece el ego.

Una sensación de paz desafiaría esas arraigadas ideas, y podría significar la muerte de su falso yo. Su ego está en lucha con su deseo de paz, y no aflojará la presa de buen grado. Gritará más y más fuerte, pero recuerde que se acobardará cuando se encare con la luz de Dios.

Éstas son algunas de las estrategias de su ego para mantenerle alejado de la paz. Le he proporcionado algunas opciones para las tácticas persuasivas del ego. Tenga presente que usted puede dominar ese ego mediante su voluntad. Lo único que hace falta es la determinación de vivir según los dictados de su yo espiritual.

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W:Dyer

domingo, 11 de marzo de 2018

CAPÍTULO XVI (Extracto) : Identidades


Las cartas estaban sobre la mesa. Era libre de elegir. La ilusión de los apegos a las personas y a las cosas trabajaba en mi interior a pleno rendimiento. Por otra parte, lo aprendido hasta ahora me había hecho sentir muy bien, muy aliviado interiormente.

El Maestro de la Realidad y sus colaboradores habían conseguido que reinterpretara muchos aspectos de mi existencia. Mi relación conmigo mismo, con las proyecciones en los demás y con Dios, era muy diferente en estos momentos. Lo que si recuerdo es que pensé: “Si esta situación me provoca Miedo, es que estoy siendo dirigido por el ego; pero a la vez he aprendido a reconocer como actúa y sé que está tratando de que no acepte continuar el aprendizaje porque si no peligra su propia existencia.”.

Al igual que un niño asustado de lo que pudiera pasar, me surgían dudas sobre si perder mi falsa identidad significaba perderlo todo, mi día a día, incluso abandonarme a lo mundano y perder la vida humana.

El maestro de la Realidad a través del Mensajero Gary y sus invitados calmaron mis dudas al respecto: “Evidentemente, mientras parezca que existes en el mundo e la multiplicidad, tendrás temporalmente algunas preocupaciones terrenales, y no es nuestra intención ignorar tus necesidades mundanas. Existe un modo de ir por la vida haciendo muchas de las cosas que harías de todos modos, salvo que ahora no las harás sólo. Y así aprenderás que nunca estás solo.

Recibir esas palabras fue un verdadero alivio, aunque sé que en parte, esa sensación provenía del ego. Era y soy consciente de que estoy en periodo de aprendizaje y que no se puede subestimar el poder del ego. Es capaz de utilizar miles de maneras para conseguir sus objetivos. Eso sí, cuando le iluminas con la Verdad, desaparece como cuando se levanta la niebla en un páramo.

Al confirmar que nada raro tenía que hacer, que podía seguir con mis rutinas diarias, cuidar mi salud y cosas cotidianas, me tranquilicé bastante. Había una frase de los mensajes que me llamó mucho la atención y puso mi fantasía trabajar: “Simplemente tu verdadero jefe no será de este mundo. Ni siquiera tienes que decir a nadie que tú no eres el jefe si no quieres. Si quieres tener tu propio negocio y hacer que parezca que eres el jefe, genial. Haz que todo funcione lo mejor posible según te sientas inspirado. Sé bueno contigo mismo. Lo que nos importa es tu actitud mental, no aquello que aparentemente hagas. Finalmente, llegarás a ver cualquier cosa que hagas para ganarte la vida, como una ilusión que te da apoyo en la ilusión, sin favorecer realmente la ilusión…”

Cuando leí esto, me imaginaba a mí mismo con un agente celestial en misión secreta. El detalle era que mi Jefe era Dios. Mi misión aun no la tenía clara pero lo que si me envolvía en un manto de seguridad era que con ël, el fracaso no podía producirse. Un cierto nerviosismo en el estómago me recorría. Me sentía como un niño jugando a policías y ladrones. Y yo, era un policía, uno de los buenos y además con los poderes divinos.

Extracto del capítulo XVI del Libro "El Maestro de la Realidad")



jueves, 8 de marzo de 2018

DE LA AGITACIÓN A LA PAZ



Trascender las identidades del ego

La flor se desvanece por sí misma al crecer el fruto. Así se desvanecerá tu yo interior al crecer el divino dentro de ti   VlVEKENANDA


Sé que puedo conectar mi mente con la mente divina y garantizarme la paz en cualquier momento

La pregunta que más a menudo se me formula con respecto al papel del yo espiritual y el ego es: «¿Cómo sé si es mi ego o mi yo espiritual el que me llama en un determinado momento?». La tercera parte, que comienza con este capítulo, ha sido escrita para guiarle hasta la respuesta a esta pregunta.

En cualquier momento de su existencia usted escoge entre dos imágenes de sí mismo. Las opciones son la que le ofrece su alma o yo espiritual, la voz de Dios, y la que le ofrece el ego o la falsa idea de usted mismo. Decida cómo se ve a sí mismo y cómo ve también a los demás.

En esencia, acepta la imagen que su ego tiene de usted y de los demás, o bien la de su yo espiritual.

La primera respuesta a la pregunta antes planteada es: «Si le aporta una sensación de paz, entonces el que está en acción es su yo espiritual ». Su yo superior le impulsa siempre a resolver los conflictos con los que se encuentra, con el fin de que haya sitio en su vida para la serenidad y la armonía. Le insto a que preste muchísima atención a esos sentimientos.

La única paz de su mundo, de su vida personal, es la paz de Dios. Si está viviendo sumido en la agitación, peleándose de forma constante consigo mismo y sintiendo ansiedad, está permitiendo que el ego domine su vida. Si se siente sereno, el ego ha sido desbancado por su yo espiritual.

Pregúntese siempre: «¿Esto me traerá paz o agitación?». Si la respuesta es agitación, ya sea en sus pensamientos como en su mundo físico, debe examinar cómo y por qué está permitiendo que el ego domine su vida. Si la respuesta es paz, sabrá qué hacer y cómo pensar. Y sabe que su yo espiritual está trabajando en su beneficio.


REEMPLAZAR LA AGITACIÓN POR LA PAZ

En todos los momentos de su vida, usted tiene la opción de escoger la paz. Su falso yo se crece en la ansiedad porque cree que eso es lo que necesita para continuar con vida. El ego fomenta pensamientos como éstos: no puedo ser feliz ni sentirme contento; tengo que ser un malvado pecador; si me sintiera en paz me limitaría a vegetar; tengo que fijarme de modo constante en cómo viven y actúan los demás con el fin de valorarme. Este continuo estado de comparación mantiene la agitación con vida.

El ego quiere que esté en un constante estado de agitación para impedirle ser uno con su yo espiritual. Le convence de que si no está siempre con los nervios de punta usted no puede desarrollarse. Pero debe tener presente que la experiencia de esta agitación es una elección que usted ha hecho, al permitir que su falso yo domine su existencia.

Cuando escoge la paz, está dejando entrar a Dios en su vida. En lugar de vegetar, descubrirá que puede estar ocupado, tener un propósito y sentirse contento, tener paz.

Todos ansiamos la placidez de vivir sin agitación ni angustia. Tenemos una sensación de iluminación interna cuando sabemos que estamos dentro de nuestro curso natural, en la senda espiritual. Así pues, ¿por qué a menudo elegimos emociones, pensamientos y creencias que nos apartan de este camino, que agitan nuestra mente, enturbian nuestra percepción y dificultan nuestras relaciones?

Es necesario que examine con cuidado aquellas elecciones que le alejan de la paz, de Dios. Saber que la paz es siempre una opción a nuestro alcance ya es un paso significativo. Esto le ayudará a domar el ego cuando insista en que usted es un ser aislado y especial.

Reemplazar la agitación que tan a menudo escoge es, pues, una simple cuestión de permitir que su yo espiritual se haga cargo en cual - quier circunstancia en la que esté a punto de sumirse en la agitación.

El ego le empujará a la lucha... alejándole de la paz. Usted tiene que estar dispuesto a verlo cuando está a punto de suceder, e invitar a su yo espiritual a que no le permita actuar a su ego.

Me gusta mucho la siguiente cita de A Course in Miracles, que yo veo a propósito del reemplazo del ego: «No hallarás paz excepto la paz de Dios. Acepta este hecho, y ahórrate la agonía de más amargas decepciones, pura desesperación, y sensación de completa impotencia y duda. No busques más. No hay nada más que encontrar que no sea la paz de Dios».

Considere estas profundas palabras mientras lee el resto del presente capítulo. Sólo retenga que, en su interior, siempre tiene esta opción, y que cuando opta por la ansiedad y la agitación está permitiendo que su ego sea quien gobierne. No lo acepte, puede ser la morada de la paz.

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas , de W. Dyer

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