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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

domingo, 11 de marzo de 2018

CAPÍTULO XVI (Extracto) : Identidades


Las cartas estaban sobre la mesa. Era libre de elegir. La ilusión de los apegos a las personas y a las cosas trabajaba en mi interior a pleno rendimiento. Por otra parte, lo aprendido hasta ahora me había hecho sentir muy bien, muy aliviado interiormente.

El Maestro de la Realidad y sus colaboradores habían conseguido que reinterpretara muchos aspectos de mi existencia. Mi relación conmigo mismo, con las proyecciones en los demás y con Dios, era muy diferente en estos momentos. Lo que si recuerdo es que pensé: “Si esta situación me provoca Miedo, es que estoy siendo dirigido por el ego; pero a la vez he aprendido a reconocer como actúa y sé que está tratando de que no acepte continuar el aprendizaje porque si no peligra su propia existencia.”.

Al igual que un niño asustado de lo que pudiera pasar, me surgían dudas sobre si perder mi falsa identidad significaba perderlo todo, mi día a día, incluso abandonarme a lo mundano y perder la vida humana.

El maestro de la Realidad a través del Mensajero Gary y sus invitados calmaron mis dudas al respecto: “Evidentemente, mientras parezca que existes en el mundo e la multiplicidad, tendrás temporalmente algunas preocupaciones terrenales, y no es nuestra intención ignorar tus necesidades mundanas. Existe un modo de ir por la vida haciendo muchas de las cosas que harías de todos modos, salvo que ahora no las harás sólo. Y así aprenderás que nunca estás solo.

Recibir esas palabras fue un verdadero alivio, aunque sé que en parte, esa sensación provenía del ego. Era y soy consciente de que estoy en periodo de aprendizaje y que no se puede subestimar el poder del ego. Es capaz de utilizar miles de maneras para conseguir sus objetivos. Eso sí, cuando le iluminas con la Verdad, desaparece como cuando se levanta la niebla en un páramo.

Al confirmar que nada raro tenía que hacer, que podía seguir con mis rutinas diarias, cuidar mi salud y cosas cotidianas, me tranquilicé bastante. Había una frase de los mensajes que me llamó mucho la atención y puso mi fantasía trabajar: “Simplemente tu verdadero jefe no será de este mundo. Ni siquiera tienes que decir a nadie que tú no eres el jefe si no quieres. Si quieres tener tu propio negocio y hacer que parezca que eres el jefe, genial. Haz que todo funcione lo mejor posible según te sientas inspirado. Sé bueno contigo mismo. Lo que nos importa es tu actitud mental, no aquello que aparentemente hagas. Finalmente, llegarás a ver cualquier cosa que hagas para ganarte la vida, como una ilusión que te da apoyo en la ilusión, sin favorecer realmente la ilusión…”

Cuando leí esto, me imaginaba a mí mismo con un agente celestial en misión secreta. El detalle era que mi Jefe era Dios. Mi misión aun no la tenía clara pero lo que si me envolvía en un manto de seguridad era que con ël, el fracaso no podía producirse. Un cierto nerviosismo en el estómago me recorría. Me sentía como un niño jugando a policías y ladrones. Y yo, era un policía, uno de los buenos y además con los poderes divinos.

Extracto del capítulo XVI del Libro "El Maestro de la Realidad")



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