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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

miércoles, 21 de marzo de 2018

CÓMO EVITA LA VERDAD EN SU VIDA



Este apartado no está dirigido a los creativos publicitarios ni a los que mienten en su propio provecho, cometen delitos de perjurio o practican infames engaños. Lo que aquí expongo es cómo el ego nos convence de que consultemos a nuestro falso yo en la vida cotidiana.

No estamos ante un caso en que nos engañamos a nosotros mismos, sino más bien de comportamientos e ideas heredadas que hemos adoptado.

He aquí algunas de las formas más comunes de evitar la verdad.

• Jactancia o fanfarronería. Una inclinación a atraer la atención sobre usted y a exagerar sus éxitos para que los demás le vean de una. forma positiva, como alguien especial y distinto de los demás.

• Tergiversación de los hechos. Contar los hechos como le gustaría que hubiesen ocurrido en lugar de como sucedieron en realidad. Estas mentirillas veniales o exageraciones insignificantes, cuando uno se obstina en mantenerlas, se convierten en un estilo de vida.

• Engaño para salvar la fachada o evitar la vergüenza. Argumentar con el propósito de convencer a alguien de que usted es inocente de alguna mala acción. Este tipo de engaño obliga a llevar la cuenta de lo que se dijo, a quién y cuándo. Se van sumando más tergiversaciones para que la línea argumental se sostenga.

• Creación de un futuro imaginario. Mentir sobre las perspectivas de su futuro para ocultar la verdad. Uno vive su porvenir basándose en una idea falsa. Su vida es una mentira en el presente y en el futuro.

• Exageración de los hechos para atraer atención. Un ejemplo de lo difícil que resulta abandonar estas tergiversaciones lo es esta breve historia del libro lllustrations Unlimited {Ilustraciones ilimitadas), editado por James S. Hewitt:

Una niña desarrolló un mal hábito. Siempre estaba mintiendo. En una ocasión, cuando le regalaron un San Bernardo para su cumpleaños, salió a la calle y les contó a todos sus vecinos que le habían regalado un león. La madre se la llevó aparte y le dijo:
—Te pedí que no mintieras. Vete arriba y dile a Dios que lo lamentas.
Prométele que no volverás a mentir.

La niña subió al piso superior, rezó sus oraciones, y volvió a bajar.

La madre le preguntó:

—¿Le dijiste a Dios que lo lamentas?

La niña respondió:

—Sí, lo hice. Y Dios me ha contestado que a veces también a él le resulta difícil distinguir entre mi perro y un león.

La práctica de cambiar los hechos con el propósito de impresionar a otros puede ser encantadora cuando lo hace un niño. Para los adultos, es una manera de dejarse llevar por el ego para que mantenga viva las ilusiones. Este proceder le impedirá conocer su yo superior, el cual no necesita exageraciones para sentirse importante a ojos de los demás.

• Pasar algo por alto en beneficio propio. Esta historia ilustra cómo puede funcionar esto:

A un hombre le dieron el cheque de su sueldo y advirtió que le habían pagado veinticinco dólares de más, y no le dijo nada al cajero. El cajero se dio cuenta de su error, y al siguiente día de pago dedujo los veinticinco dólares del cheque del sueldo del hombre. El hombre acudió de inmediato a ver al cajero y le dijo que en la cifra del cheque faltaba dinero. El cajero replicó:

No dijo ni una palabra la semana pasada, cuando recibió dinero de màs.

El hombre contestó:

No me importa pasar por alto un error, pero cuando sucede dos veces es el momento de decir algo. Ser honrado requiere que uno diga algo con independencia de si uno se beneficia o no del error.

• Hacer trampas deliberadas en beneficio propio. La práctica de cobrarles de más a los otros o alterar los costes y luego incluir cargos falsos parece ser una práctica normal para los que permiten que su ego les gobierne la vida.

Se ha estimado que los hospitales de Estados Unidos añaden cargos excesivos y cantidades erróneas en el 99 por ciento de sus facturas. Imagínese: ¡noventa y nueve de cada cien facturas contienen errores que favorecen al hospital!

Esta práctica es demasiado corriente en muchos negocios, así como también en la vida de muchos ciudadanos. La idea de que está bien engañar a los demás conforma una manera de ser que le mantendrá apartado de la senda de su búsqueda espiritual. Lo que se encontrará es que también los otros le engañarán a usted.

» Comportamiento machista y bravucón. La necesidad del ego de aparecer como mejor o más importante crea un comportamiento que manipula a otras personas, cuando no las asusta. La prepotencia, la fanfarronería, el pavoneo, las argucias y cosas por el estilo, son actos de engaño que el ego cree que convencerán a los demás de que usted es único y especial.

• Diálogos internos sobre lo peligroso que es el mundo. El ego se sirve de los diálogos internos para convencerle de lo peligroso que es el mundo.

Cuanto más se convenza de que el mundo es peligroso, menos capaz será de conocer a su yo espiritual. Al evitar el contacto con este yo, usted no sabrá que no corre ningún peligro y que es una criatura divina.

• Autoengaño. El ego le convence de que otros son especiales y de que usted no tiene apenas valor porque es un ser inferior. Cuando se deprime con frases en que se desprecia a sí mismo y se acobarda ante los riesgos, usted está haciendo propias las afirmaciones del ego de que es débil y carece de importancia. Esta valoración negativa e irreal le aleja de la verdad y es una estrategia del ego destinada a mantenerle apartado de su búsqueda espiritual.

Para abandonar la tendencia al engaño tiene que entender por qué permite que este argumento rija su vida. Y siempre hay consecuencias derivadas del comportamiento y los pensamientos, incluso de los basados en la falsedad.

Extraído del libro Tus Zonas Sagradas, de W.Dyer

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