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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

jueves, 30 de noviembre de 2017

FALSAS APARIENCIAS


" Johann Wolfgang Goethe, un genio creativo de principios del siglo XIX, hizo esta observación: «Si tratas al hombre como parece ser, le haces más de lo que es. Pero si tratas al hombre como si ya fuera lo que en potencia podría ser, le haces lo que debería ser». Su consejo es pertinente en el mundo actual y, en especial, en lo que se refiere a aumentar tu energía espiritual si lo aplicas al modo en que te tratas a ti mismo.

Primero, ¿quién pareces ser? Tus condicionantes, tu historia y tus sentidos te proporcionan una multitud de respuestas. Pareces una persona con un cuerpo, que tiene ciertas limitaciones obvias. Pareces ser de una etnia particular, de cierta edad, con unos antecedentes que te han llevado hasta este punto de tu vida. Ve a mirarte a un espejo para ver qué pareces ser.

Ahora ve más allá de esas apariencias y mírate profundamente a los ojos para verte a ti mismo como un ser espiritual que tiene una experiencia humana. Imagina lo que podrías ser si esas apariencias no te limitaran. Por debajo o dentro de lo que pareces ser, se encuentra la imagen de la magnificencia y la felicidad ilimitada que en verdad eres y que te pido que consideres cuando leas lo referente a estos principios. La base para formar un campo de energía espiritual es lo que potencialmente puedes ser. Ésta es la base de la que surge la energía espiritual para resolver los problemas. Me gusta la descripción de Shakespeare: «Estás lleno de materia celestial y llevas en tu mente el inventario de tus mejores gracias».

Deja que esta idea permanezca en ti: te hicieron para prosperar y vas a decidir identificarte con esta potencialidad y no con lo que pareces ser. Reconocerte como hijo de lo superior, como una presencia divina, te ayudará a elevar y mantener ese campo de energía espiritual superior más rápido. Y desde este nuevo campo de energía producirás las chispas de la divinidad que anulan y erradican los problemas de tu vida. En el resto del capítulo describiré una serie de principios que te ayudarán a poner en práctica esta idea...."

Extraído del libro La Fuerza del espíritu, de W. Dyer

miércoles, 29 de noviembre de 2017

HAZ LAS PACES CONTIGO MISMO


 


Haz las paces contigo mismo. 

No puedes dar lo que no tienes. Si no estás en paz contigo mismo no puedes dar paz. Si no das paz, jamás serás un instrumento de ella. Toma la decisión de perdonarte todas tus debilidades y tus fallos, olvídate de la culpabilidad autodestructiva por errores pasados y sé consciente de que tu viaje por la negra noche de tu alma tenía un valor. 

Cuando haces las paces contigo mismo echas una mirada a todo lo que has hecho en tu vida y recuerdas que necesitabas todas esas experiencias para tener la energía necesaria para impulsarte a una frecuencia espiritual más elevada. 

A la larga reconocerás que prácticamente todo avance espiritual va precedido de algún desastre, y que todos los sucesos no deseados de tu vida eran necesarios. ¿Por qué? Porque ocurrieron y en este sistema inteligente al que llamamos universo no existen los accidentes. Si eres mejor que antes, hay razones para que hagas las paces contigo mismo. 

Los auto reproches, la culpabilidad, la decepción, el odio a uno mismo y la ira que te diriges a ti mismo te alejan de la paz
.
He descubierto que cada vez que vivo un episodio de auto-renuncia empiezo a sentirme ansioso e incluso enfermo. En esos momentos exactos pienso en la primera frase de la plegaria de san Francisco: «Haz de mí un instrumento de Tu paz». Entonces, mentalmente me rodeo de la brillante luz de la paz y atraigo hacia mí energía pacífica y amorosa y dejo que me envuelva como un manto de serenidad procedente de Dios. 

Como por arte de magia, mi ansiedad y mis malos sentimientos se funden en una maravillosa sensación de bienestar. Entonces me doy cuenta de que esto es lo que estoy dando en lugar de la aspereza que daba en mis momentos de ansiedad y auto rechazo. 

Al hacer las paces conmigo mismo y evocar la paz de Dios soy capaz de perdonarme mis errores y de disponerme a ser mejor que antes. Pruébalo hoy mismo, en cualquier momento en que sientas que te rechazas a ti mismo. Los resultados te sorprenderán agradablemente. 
Extraído del libro La Fuerza del Espíritu de W.Dyer

martes, 28 de noviembre de 2017

DE POCO SIRVEN LAS PALABRAS


La realidad siempre es concreta, pero los conceptos sólo pueden acercarse a la realidad si son abstractos.

Cada uno de nosotros tenemos unas peculiaridades que nos son esenciales -salen de nuestra identidad esencial-: es algo específico lo que hace que cada uno sea uno, y para lo cual no existe adjetivo que lo defina. No sirven las palabras. Entonces, al intuir lo específico de una persona, me formo una imagen y la registro en la memoria, en un recuerdo, lo cristalizo en un solo aspecto de su ser, y además queda aprisionada en un concepto que le queda chico, porque es incapaz de definir lo que captó la intuición.

La persona es siempre evolutiva, en movimiento, mostrando distintas y continuas facetas que son infinitas y no se pueden fijar. Párate a escuchar a una persona -pero con la mente limpia de recuerdos y conceptos prefijados de ella- y verás cómo te sorprende a cada instante con facetas desconocidas, siempre nuevas e imprevisibles.

Ahora piensa que, si al hombre no se lo puede clasificar, a Dios que es la Unidad, menos. Los prejuicios son los que fijan a las personas. Prueba a verte a ti con ojos nuevos, luego a las personas más cercanas, luego a la naturaleza y, así, estarás más cerca de poder ver a Dios. A Dios sin conceptos, despojado de los ídolos en que lo convertimos.

Lo cierto es que la realidad concreta es el concepto abstracto, porque la realidad siempre fluye, siempre está en movimiento como la persona. Las células de la persona se van renovando en cada instante mientras la persona sigue siendo la misma, se va mostrando de mil formas, por lo que es imposible enmarcarla en una de ellas. Así, somos cambiantes como un río siempre en movimiento. Tener conceptos para la realidad es una injusticia.

Es como querer cristalizar las olas, que no son cosas, sino acciones. Igual le pasa a toda la Creación, y con más razón a las personas.

No puedes meter un huracán en una caja, y tampoco puedes meter la realidad en una caja. Los límites de la realidad son inmensos y movibles. Lo que ocurre es que el mundo en que estamos acostumbrados a movernos no es la realidad, sino un conjunto de conceptos mentales.

Sólo los místicos son capaces de ser tan libres como para vivir la realidad tal como es.

Lo cierto es que tal libertad asusta, nos impone, porque supone romper con todo o, por lo menos, cuestionarlo todo. Ellos le ponen interrogantes a todo. Más vale la duda que la oración, acordaos. Lo que ocurre es que no tenemos la verdad sino la fórmula. Hay que pasar por encima de la fórmula para llegar a la verdad.

Extraído del libro Autoliberación interior , de A. de Mello

lunes, 27 de noviembre de 2017

REVISANDO CREENCIAS


Imagina por un momento que conoces a una persona que ha guardado todo lo que quieres o necesitas para tu felicidad, pero se niega a dártelo a menos que hagas lo que ella quiere, se lo pidas como es debido y te comportes como ella quiere.

Además, esta persona puede curarte de la enfermedad pero te deja sufrir, y tal vez considere la posibilidad de curarte en un futuro. No sería una persona muy agradable, y mucho menos un Dios muy agradable. ¿Es éste el tipo de Dios que imaginas que es la energía espiritual? En las Escrituras se dice claramente: «Todo lo mío es vuestro». Estas cinco palabras pueden ser el secreto que has estado buscando para elevar tu conciencia a un nivel espiritual.

Dios es percibido a menudo como un ser invisible a quien rezas cuando experimentas alguna carencia en tu vida. «Por favor, Dios, envíame el dinero que necesito; querido Dios, quiero que me cures de mi enrermedad; te lo suplico, Dios, devuélveme a mi esposa, que me abandonó por otro hombre». Y así, rezas para obtener las cosas que crees que te faltan. Crees que Dios decide si darte lo que te falta en la vida según te comportes, si cumples el castigo adecuado y lo pides del modo en que Él lo exige.

Elevar nuestra energía al nivel del espíritu implica saber que dentro de una hora Dios no va a hacer nada diferente de lo que ya está haciendo. Es más, Dios no está haciendo nada diferente de lo que hacía hace una hora o cien años atrás. Dios sólo está aquí en el momento presente, en el eterno ahora. Dios está entrelazado de modo inextricable con tu capacidad de apartar tus pensamientos del ayer y del mañana y escapar al ahora, el único sitio donde Dios puede morar.

El ahora es un punto en el universo de la abundancia que no tiene límites. «Todo lo que tengo» significa la prosperidad ilimitada de este universo. «Es tuyo» significa que puedes tener todo aquello a lo que dirijas tu atención con amor, ahora. No en algún momento del futuro, sino ahora. Dios no retiene tu parte de esta tarta ilimitada esperando que te comportes debidamente. Dios tampoco disfruta viéndote sufrir en la escasez y la enfermedad hasta que decida dejar de negarte lo que necesitas. Cualquiera que sea la solución que buscas a tus problemas la tienes a tu alcance ahora. Está en ti, no en algún ser mítico como Santa Claus con una larga barba que flota en los cielos, dispensando cosas buenas a unos y cosas malas a otros. Siempre estás unido a esta fuente universal de energía del momento presente.

Como lo expresó san Pablo en su carta a los corintios: «No sabéis que sois el templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros» (I Corintios 3:16).

Cuando conoces esta verdad, dejas de pedirle a Dios que te dé lo que crees que te está negando. Aplica este espíritu de Dios que mora en ti a las áreas que te faltan o que te causan problemas y se te revelará el secreto de que hay una solución espiritual a tus problemas.
Una vez que comprendas que no puedes influir en Dios y que El no se esconde de ti, sabrás que no se te está negando nada y que puedes comulgar con esta fuente omnipresente para que ese amor influya en tus problemas personales.

Extraído del libro La Fuerza del Espíritu de W.Dyer

domingo, 26 de noviembre de 2017

TRABAJANDO NUESTRO SUFRIMIENTO



La mayoría de nosotros llevamos una gran cantidad de dolor reprimido.

Especialmente los hombres tienden a ocultar ese sentimiento en particular, ya que se considera impropio y poco masculino llorar. La mayoría de la gente tiene miedo de la cantidad de dolor que han reprimido; les aterroriza ser desbordados y abrumados por el. La gente dirá: "Si empezara alguna vez a llorar, nunca pararía", "Hay tanto sufrimiento en el mundo, sufrimiento en mi vida, sufrimiento en mi familia y amigos", "Oh, ¡las tragedias indecibles de la vida ¡Tantos desengaños y esperanzas rotas!". El sufrimiento suprimido es responsable de muchas enfermedades psicosomáticas y quejas relacionadas con la salud.

Si en lugar de suprimir los sentimientos, se les permite salir y renunciamos a ellos, rápidamente podemos pasar del sufrimiento a la aceptación. El sufrir continuamente por una pérdida se debe a la resistencia a aceptar ese estado y permitir que el sufrimiento se exprese. La persistencia de un sentimiento se debe a la resistencia a lo que permitiría abandonarlo (por ejemplo, "Llorar a mares"). 

Una vez que aceptamos el hecho de que podamos manejar el sufrimiento, ya hemos entrado en el orgullo. La sensación de "puedo hacerlo" y "puedo manejarlo" nos lleva al coraje. Con coraje enfrentamos nuestros sentimientos internos y entonces los dejamos, de este modo, pasamos a los niveles de la aceptación y finalmente la paz.
Cuando dejamos la gran cantidad de sufrimiento que hemos estado llevando en los últimos años, nuestros amigos y familiares notarán un cambio en nuestra expresión facial. Nuestro paso será más ligero y pareceremos más jóvenes.

El sufrimiento está limitado por el tiempo. Este hecho nos da la valentía y la voluntad para enfrentar el sufrimiento. Si no nos resistimos a la sensación de sufrir y nos entregamos totalmente a ella, se agotarán en unos 10-20 minutos; y luego se detendrá durante un variable períodos de tiempo. Si seguimos entregándolo cada vez que salga, entonces con el tiempo se acabará. Simplemente dejamos de experimentarlo por completo. Sólo hemos de tolerar el dolor abrumador durante 10- 20 minutos, y luego, de repente desaparecerá. Si resistimos el dolor, entonces seguirá y seguirá. El dolor reprimido puede continuar durante años.

Al enfrentar el sufrimiento, a menudo tenemos que reconocer y dejar de lado la vergüenza y lo embarazoso de tener en el primer lugar la sensación. Para los hombres esto es especialmente cierto. Tenemos que abandonar nuestro miedo a la sensación y el miedo a ser desbordados y abrumados por el. Eso ayuda a darse cuenta de que dejar ir la resistencia a la sensación nos mueve rápidamente a través de ella. Tradicionalmente, las mujeres han dicho por su propia experiencia y sabiduría: "Un buen llanto me hace sentir mejor." Más de un hombre se sorprendió cuando aprendió esta verdad.

Por experiencia, tuve el sorprendente y casi inmediato alivio de un dolor de cabeza tan pronto como al sufrimiento sobre una situación pasada se le permitió aflorar. A medida que el dolor apareció, se dijo la frase: "Los hombres no lloran".

Después de dejar ir el orgullo masculino sobre el llanto, luego vino el miedo de que el llanto nunca se detuviera una vez que se le permitiera empezar. Tan pronto como el miedo se fue, llegó la ira. Era la ira hacia una sociedad que forzaba a los hombres a reprimir sus sentimientos, y la ira hacia la idea de que a los hombres ni siquiera se les concediera tener sentimientos. Al dejar ir esa ira, el nivel del coraje se alcanzó, y después se pudo permitir el necesario llanto. No sólo hubo el alivio del dolor de
cabeza sino que, cuando el torrente de sollozos disminuyó, se estableció una profunda tranquilidad. A partir de entonces, el tema no tuvo que ser evitado.

Una vez que el hombre hubo dejado que el dolor viniera plenamente y estuvo liberado totalmente de esa energía suprimida, estuvo en paz y su punto de vista sobre su propia masculinidad cambió. Se dio cuenta de que su masculinidad estaba ahora más completa. Él sigue siendo igual de hombre o mas, pero ahora él es un hombre que también puede estar en contacto y manejar sus propios sentimientos.

En consecuencia, está más adaptado, es más capaz, más completo, más
comprensivo, más maduro, más capaz de relacionarse y entender a los demás, más
compasivo, y más cariñoso.

Extraído del libro El Poder del ahora: El arte de la entrega del Dr. D. Hawkins

sábado, 25 de noviembre de 2017

APUNTES DE UN SABIO



Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad, y no la sigas buscando por más tiempo en ningún otro lugar, pues buscarás en vano. Mas se te ha concedido conocer la verdad, y saber que no la debes buscar fuera de ti mismo.

Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impedirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti mismo. Es inútil rendirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. Dios mora en tu interior, y tu plenitud reside en Él. Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. No recurras a ídolos. No busques fuera de ti mismo.

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Maestro: ¿Qué considera usted que no va bien en su mente?
Alumno: Es inquieta, codiciosa de lo agradable, y temerosa de lo desagradable.
Maestro : ¿Qué hay de malo en su búsqueda de lo agradable y en su huida de lo desagradable? El río de la vida corre entre las orillas del dolor y del placer. Es sólo cuando la mente se niega a correr con la vida y se aferra a las orillas, cuando eso deviene en un problema. Por correr con la vida quiero decir aceptación — dejar que venga lo que viene y que se vaya lo que se va. No desee, no tema, observe lo que acontece, cómo y cuándo acontece, pues usted no es lo que acontece, usted es a quien ello acontece. Finalmente usted no es ni siquiera el observador. Usted es la potencialidad última de la que la consciencia omniabarcante es la manifestación y expresión.

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Alumno: Una cosa enfocada en el ahora está conmigo, pues yo soy siempre presente; es mi propia realidad la que yo imparto al acontecimiento presente entre la fuente de la vida y la expresión de la vida (que e el cuerpo), está la mente y sus estados siempre cambiantes. La corriente de los estados mentales es sin fin, sin significación y dolorosa. El dolor es el factor constante. Lo que nosotros llamamos placer es sólo un lapso, un intervalo entre dos estados dolorosos. El deseo y el temor son la trama y la urdimbre del hecho de vivir, y ambos están hechos de dolor. Nuestra pregunta es: ¿puede haber una mente feliz?

Maestro: El deseo es el recuerdo del placer y el temor es el recuerdo del dolor. Ambos hacen a la mente inquieta. Los momentos de placer son meramente lapsos en la corriente del dolor. ¿Cómo puede ser feliz la mente?

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Maestro:¿Qué es lo que lleva al aislamiento?
Alumno: Las limitaciones de la mente, por supuesto. La mente no puede ver el todo por la parte.
Maestro: Muy bien. La mente, por su naturaleza misma, divide y opone. ¿Puede haber alguna otra mente, que una y armonice, que vea el todo en la parte y la parte como totalmente relacionada con eltodo?
Alumno: La otra mente — ¿dónde buscarla?
Maestro: Yendo más allá de la mente que limita, divide y opone. Poniendo fin al proceso mental tal como nosotros lo conocemos. Cuando éste llega a su fin, nace esa mente


 La mente inclusiva es amor en acción, batallando contra las circunstancias, inicialmente frustrado, finalmente victorioso. 


Extraído de UCDM y de Yo soy eso, de  SRI NISARGADATTA MAHARAJ 

viernes, 24 de noviembre de 2017

LA AGOTADORA GRAN ILUSIÓN



En nuestra vida cotidiana estamos sometidos a muchas ilusiones. La mayor es la que nos hace seguir malgastando energía en lo que siempre ha sido. Esta ilusión se caracteriza por la creencia de que: «El pasado es la razón por la que sigo creyendo estas cosas». Anteriormente, me he referido a la estela de un barco que va rápido. La estela es el rastro que el barco deja atrás, nada más. No necesitas ser físico nuclear para entender que la estela no conduce el barco. Tampoco lo hace la estela de tu vida. No es más que el rastro que dejas atrás.

La mayor ilusión consiste en mirar al pasado (tu estela) y poner en él tu energía, aunque lo encuentres reprensible, porque eso significa que vas a materializar tus pensamientos y producirás más de lo mismo. Para superar esta ilusión, en primer lugar, debes ver qué es lo que lo convierte en una ilusión. La estela no puede conducir el barco. La estela de tu vida no te impulsa en el presente. Pero la energía que empleas en los acontecimientos y acciones de tu pasado, explicando o excusando tus problemas continuos, sí que afecta a tu vida de hoy. Es la causa de tus problemas, la verdadera causa. 

Del mismo modo que la energía que está malgastando es generada por el motor que hace avanzar el barco. El rastro que has dejado no puede gobernar tu vida hoy, a menos que tú te convenzas de que es así, y por eso lo llamo la gran ilusión.

Si no tienes historia, no tienes que estar a su altura

El segundo factor que nos hace seguir produciendo los problemas que no queremos tener es nuestro amor por revivir los dramas de nuestro pasado y por utilizar nuestra energía para recordarnos, a nosotros y a los demás, todo lo que ha contribuido a los problemas que experimentamos hoy. Nadie lo ha expresado mejor o más sucintamente que Shakespeare cuando nos recordó: «Lo hecho, hecho está».

Deja correr tu historia personal, que no es más que una serie de pensamientos de energía baja sobre por qué las cosas no son como antes. Muchos de tus llamados problemas están ahí porque o estás en la estela y le echas la culpa de tus dificultades o porque estás atrapado en tu historia personal y te niegas a re-nunciar a ella. Todo lo que está en tu estela tenía que ocurrir y constituye la historia personal que explica por qué hoy estás donde estás. Y ¿qué pruebas tengo para hacer esta afirmación? Todo ocurrió, punto. En lugar de maldecirlo, bendícelo, ámalo y acéptalo.

Quizá el mejor consejo que puedo darte para ofrecerte una solución espiritual a esta inclinación a gastar energía en lo que siempre ha sido procede de Jesús de Nazaret: «Ningún hombre que haya puesto la mano en el arado y mirado atrás es apto para el reino de los cielos». Ahí lo tienes. Mira atrás y tu vida será un infierno. En verdad, recuerda: si no tengo historia, no tengo que estar a su altura.

Extraído del libro La Fuerza del Espíritu de W. Dyer


jueves, 23 de noviembre de 2017

SÉ PACIFICADOR


Piensa en la paz. 

Recuerda: te conviertes en aquello en lo que piensas. ¿Con cuánta frecuencia llenas tu mente de pensamientos de no paz? ¿Cuántas veces al día dices en voz alta lo terrible que es el mundo, lo violentos que nos hemos vuelto todos, lo despreocupados que parecemos ser, lo racistas que somos, lo poco que el gobierno se preocupa por nosotros? Todos estos pensamientos y su expresión indican que estás atrapado en una mente no pacífica y, por tanto, en un mundo no pacífico. Cada vez que te lamentas de los horrores del mundo, o escuchas las noticias de todo lo que está mal, o lees artículos que explotan los hechos desagradables de ia vida de otras personas, estás siguiendo el condicionamiento que te aleja de ser un instrumento de tu paz.

Cuando recuerdas que por cada acto de maldad hay mil actos de bondad, vuelves a poner tus pensamientos en paz. Cuando interrumpes a alguien que te está contando otra historia de un desastre y sacas un tema más agradable, te conviertes en un instrumento de paz. Cuando dejas de pensar en las mismas es-cenas, con nuevos personajes, referentes a accidentes, crímenes, pobreza, malos tratos y desastres de toda clase y te dispones a hacer desaparecer estas cosas de tu mente te conviertes en un instrumento de paz. Utiliza tu mente para pensar en la paz, porque la paz es el estado natural del hombre y el mal, la guerra y el odio son su desgracia.

 Sé pacificador. Cada día tienes muchas oportunidades de ser pacificador. San Francisco escribió: «Pues al dar recibimos». Si das paz recibirás paz, y cuando estás en paz, todos tus problemas se disuelven. Al hacerte pacificador literalmente te estás dando a ti mismo un remedio para prácticamente todos tus momentos de ansiedad. Hoy, permanece alerta a toda oportunidad de ser pacificador.

Esta misma mañana, mientras me hallaba en la gasolinera esperando a llenar el depósito de mi coche, vi que el cajero estaba siendo descortés con un joven que no entendía cómo funcionaba el lavado de coches automático que costaba tres dólares. El cajero atacaba verbalmente al adolescente que pedía que le devolvieran el dinero, a lo que el cajero se negaba obstinadamente. Además, era evidente que el joven no hablaba inglés y no entendía lo que le decían, y mucho menos por qué lo insultaban de aquella manera. Al ver a ese adolescente perplejo, he visto una oportunidad de hacer de pacificador. He rodeado al joven por los hombros y he salido fuera con él para enseñarle cómo funcionaba la máquina, lo que le ha hecho sonreír por primera vez desde que empezó el incidente.

En un solo día tuve diez o doce oportunidades de hacer de pacificador. Y cada vez que aprovecho esta oportunidad me convierto en un instrumento de paz, al tiempo que doy energía espiritual a mi vida, lo que me permite estar libre de problemas en esos momentos. Sé hoy mismo pacificador, en lugar de esperar que la paz te venga de fuera. Verdaderamente, al dar paz la recibirás.

Extraído del libro La Fuerza del Espíritu de W. Dyer

miércoles, 22 de noviembre de 2017

APRENDIENDO A VALORAR



No le daré valor a lo que no lo tiene.

En el proceso de enseñanza a veces es beneficioso, especialmente después de haber pasado revista a lo que aparenta ser teórico y estar más allá del alcance de lo que el estudiante ha aprendido, volver de nuevo a las cuestiones prácticas. Esto es lo que vamos a hacer hoy. No vamos a hablar de ideas sublimes de alcance mundial, sino que simplemente nos vamos a ocupar de los beneficios que te aguardan a ti.

No pides demasiado de la vida, al contrario, pides demasiado poco. Cuando dejas que tu mente se ocupe de asuntos corporales, de las cosas que compras y de lo que es eminente de acuerdo con los valores del mundo, estás invitando al pesar, no a la felicidad. Este curso no pretende despojarte de lo poco que tienes. Tampoco trata de sustituir las satisfacciones que el mundo ofrece por ideas utópicas.

En el mundo no se puede hallar ninguna satisfacción.

Hoy vamos a hacer una lista de los verdaderos criterios con los que poner a prueba todas las cosas que crees desear. A menos que éstas satisfagan estos válidos requisitos, no vale la pena desearlas en absoluto, pues lo único que harían sería reemplazar, a aquello que es más valioso. Tú no puedes establecer las leyes que gobiernan el mecanismo de elección, ni tampoco puedes establecer las alternativas entre las que elegir. Pero sí puedes elegir; de hecho, tienes que hacerlo. Mas es aconsejable que aprendas cuáles son las leyes que pones en marcha cuando eliges y cuáles son las alternativas entre las que eliges.

Hemos subrayado ya que sólo hay dos alternativas entre las que elegir, aunque parezca haber muchas.

La gama ya ha sido establecida, y no es algo que podamos cambiar. No sería justo para contigo que el número de alternativas fuese ilimitado, y que tu decisión final se demorara hasta que las hubieses considerado a todas en el tiempo, en vez de llevársete directamente al punto donde sólo puede llevarse a cabo una elección.

Otra ley benévola, relacionada con esto, es que no hay transigencia posible con respecto a lo que tu elección te ha de brindar. Lo que elijas no puede aportarte solamente parte de sus resultados, pues en esto no hay términos medios.Cada elección que llevas a cabo o bien te aporta todo o bien no te aporta nada. Por lo tanto, si aprendes los criterios mediante los cuales puedes distinguir entre lo que es todo y lo que no es nada, elegirás la mejor alternativa.

En primer lugar, si eliges algo que no ha de durar para siempre, lo que estas eligiendo carece de valor.
Un valor temporal no tiene valor alguno. El tiempo jamás puede anular ningún valor real. Lo que se marchita y perece jamás existió, y no tiene nada que ofrecerle al que lo elige. Éste se ha dejado engañar por algo que no es nada, pero que se ha manifestado en una forma que él cree que le gusta.

En segundo lugar, si eliges quitarle algo a alguien, te quedas sin nada: Esto se debe a que cuando le niegas a alguien su derecho a todo, te lo niegas a ti mismo. No reconocerás, por lo tanto, las cosas que realmente posees, y negarás que estén ahí. El que trata de apropiarse de algo se ha dejado engañar por la ilusión de que puede ganar mediante la pérdida de otro. Las pérdidas, sin embargo; sólo pueden ocasionar más pérdidas. Eso es todo.

El siguiente criterio que debe examinarse es aquel sobre el que se basan los demás. ¿Por qué razón tiene valor para ti lo que eliges?, ¿Qué es lo que hace que tu mente se sienta atraída por ello? ¿Qué propósito tiene? En esto es en lo que es más fácil caer en el engaño. Pues el ego no reconoce lo que quiere. Ni siguiera dice la verdad tal como la percibe, ya que necesita el halo del que se vale para proteger sus objetivos del deslustre y del enmohecimiento a fin de que tú puedas ver cuán "inocente" es él.

Mas su camuflaje no es más qué un fino velo, que sólo podría engañar a los que les place ser engañados.

Sus objetivos son obvios para todo aquel que se toma la molestia de examinarlos. En esto el engaño es doble, pues el que se ha dejado engañar no sólo no se dará cuenta de que simplemente no ha ganado nada, sino que además creerá haber apoyado las metas secretas del ego.

Sin embargo, a pesar de que trata de mantener dicho halo claramente dentro de su campo visual, no puede dejar de percibir el deslustre de sus bordes y el enmohecimiento de su médula. Sus inconsecuentes errores le parecen pecados porque ve el deslustre como si fuese el suyo propio, y el enmohecimiento como un signo de su profunda bajeza. todo aquel que todavía desea conservar las metas del ego y protegerlas como si fueran las suyas propias, no comete errores de acuerdo con los dictados de su guía.Este guía le enseña que lo que es un error es creer que los pecados son tan sólo errores, pues, de ser así, ¿quién pagarla por sus pecados?

Y con esto llegamos al criterio de elección más difícil de creer porque, si bien es evidente, se halla oculto bajo muchas capas de oscuridad. Si sientes el más mínimo vestigio de culpabilidad con respecto a lo que has elegido, es que has permitido que los objetivos del ego nublen las verdaderas alternativas. Y de este modo, no te das cuenta de que sólo hay dos, y la alternativa que crees haber elegido parece temible y demasiado peligrosa para ser la nada que realmente es.

Todas las cosas o bien son valiosas o bien no tienen ningún valor; o bien son dignas de que se las procure o bien indignas de ello; son también completamente deseables o bien no merecen que se lleve a cabo el más mínimo esfuerzo por conseguirlas. Esto es lo que hace que elegir sea fácil. La complejidad no es sino una cortina de humo que oculta el simple hecho de que tomar decisiones no es algo difícil. ¿Qué ganas tú con aprender esto?. Ganas mucho más que simplemente poder tomar decisiones con facilidad y sin dolor.

Al Cielo se llega con las manos vacías y las mentes abiertas, las cuales llegan a él sin nada a fin de encontrarlo todo y reivindicarlo como propio. Hoy intentaremos alcanzar este estado, dejando a un lado el auto-engaño y estando sinceramente dispuestos a darle valor únicamente a lo que en verdad es valioso y real. 

No le daré valor a lo que no lo tiene y solo iré en pos de lo que es valioso, pues eso es lo único que deseo encontrar.



UCDM

martes, 21 de noviembre de 2017

ODIARSE A SI MISMO



En el corazón de cada joven existe un trono que le ha sido usurpado. Cuando se restituya ese trono, el joven estará curado. Hay que aprender sólo porque se quiere aprender, y para ello hay que respetar y salvaguardar la curiosidad innata del niño. De adentro viene la demanda. Al niño le gusta la enseñanza, lo que rechaza es el método y la manipulación.

Al niño se le enseña desde pequeño a odiar su cuerpo. Se le hace sentir vergüenza por ciertas partes de su cuerpo. Y es nuestra cultura quien lo hace. En las tribus no hay problemas de violación ni de infidelidad, porque no existen traumas sexuales.

Si no hubiera ley no habría pecado. La ley sólo sirve para las personas programadas, para las libres no. No se puede comenzar la vida con autodesprecio. Los niños van pasando de una experiencia a otra cuando se sacian de la anterior. Si tú detienes esa experiencia, se la cortas, haciéndole creer que es algo malo. No sólo provocas un misterio y rompes una evolución natural, sino que habrás metido en él un miedo a algo que desconoce, porque no existe una razón convincente para hacerlo. Si le dices que está mal, lo habrás introducido en la ley expulsándolo del Paraíso.

Si yo logro que te odies a ti mismo, me será más fácil dominarte, domesticarte; y eso es lo que hace nuestra mal llamada educación. La sociedad te enseña a estar siempre insatisfecho, para dominarte y controlarte. Con ello, la sociedad se ha beneficiado, pero ha pagado un precio muy alto: la guerra. Nunca podrás amar a los demás si te detestas a ti mismo. El amor significa no hacer violencia y respetar la libertad. El amor es: yo estoy de tu lado, no estoy en contra de ti.

Los niños crecen con la sensación de que los padres están en su contra. Si tú no haces violencia al niño, él tampoco tendrá ganas de ser violento con nadie.

Lo primero para cambiar al niño reprimido es destruirle la conciencia, la ley que le impusieron. La conciencia del bien y del mal es lo contrario de la toma de conciencia. La toma de conciencia es la sensibilización, la sensibilidad que no necesita la conciencia. Si eres consciente estás despierto y sensible a todo.

Tendremos que aprender a llamar las cosas por su nombre para no engañarnos.


Extraído del libro Autorealización interior, de Anthony de Mello


lunes, 20 de noviembre de 2017

CÓMO CORREGIR NUESTRO DISCURSO INTERIOR



Podemos retrotraernos al Antiguo Testamento para encontrar un recordatorio de nuestro diálogo interior. Por ejemplo: «Como pensare un hombre, así será». Solemos aplicar esta idea de convertirnos en lo que pensamos a los pensamientos positivos, es decir, piensa positivamente y obtendrás resultados positivos. Pero el pensamiento también crea trabas que producen resultados negativos. A continuación expongo cuatro maneras de pensar que pueden evitar que intentes conectar con el Espíritu de la intención, universal y creativo.

1. Pensar en lo que te falta en la vida. Para corresponderte con la intención, en primer lugar tienes que sorprenderte en el momento en el que estás pensando en lo que te falta, y entonces trasladarte a la intención. No se trata de lo que me parece que me falta en la vida, sino de lo que tengo firme intención de atraer a mi vida y que se manifieste en ella, sin dudas, sin palabrería, sin explicaciones. Ofrezco varias sugerencias para ayudarte a acabar con la costumbre de centrar tus pensamientos en lo que te falta. 

Juega y establece la correspondencia con la fuerza omnicreadora:

No correspondencia: No tengo suficiente dinero.
Correspondencia: Tengo intención de atraer una abundancia ilimitada a mi vida.

No correspondencia: Mi pareja es un cascarrabias y un aburrido.
Correspondencia; Tengo intención de centrar mis pensamientos en lo que me gusta de mi pareja.

No correspondencia; No soy tan atractivo como me gustaría ser.
Correspondencia: Soy perfecto a los ojos de Díos, una manifestación divina del proceso de la creación.

No correspondencia: No tengo vitalidad y energía suficientes.
Correspondencia: Formo parte del flujo y reflujo de la ilimitada Fuente de la vida entera.

No se trata de un juego de afirmaciones vacías. Es una forma de corresponderte con la fuerza de la intención y de reconocer que lo que piensas se expande. Si te pasas todo el tiempo pensando en lo que te falta, eso es lo que se expande en tu vida. Escucha tu diálogo interior y establece una correspondencia de tus pensamientos con lo que deseas y tienes intención de crear.

2. Pensar en las circunstancias de tu vida. Si no te gustan algunas circunstancias de tu vida, no pienses en ellas en ningún momento. En este juego de la correspondencia puede parecerte una paradoja, pues quieres corresponderte con el Espíritu de la creación. Debes entrenar tu imaginación (que es la mente universal que funciona a través de ti) para pasar de lo que no quieres a lo que quieres. Toda esa energía mental que dedicas a quejarte, a cualquiera dispuesto a escucharte, de lo que es, atrae como un imán a tu vida más de eso que es. Tú y solo tú puedes vencer ese impedimento porque tú lo has interpuesto en el camino hacia la intención. Cambia tu discurso interior a lo que intentas que sean las nuevas circunstancias de tu vida. Ejercítate en pensar desde el fin participando en el concurso de las correspondencias y volviendo a ajustarte al campo de la intención.

He aquí algunos ejemplos de no correspondencia y correspondencia en el diálogo interior sobre las circunstancias de tu vida:

No correspondencia: Detesto la casa en la que vivimos. Me pone los pelos de punta.
Correspondencia: Veo mentalmente nuestra nueva casa, y tengo intención de vivir en ella dentro de seis meses.

No correspondencia: Cuando me miro al espejo, me horroriza ser miope y gordo.
Correspondencia: Voy a colocar este dibujo de cómo tengo intención de aparecer en el espejo.

No correspondencia: Me desagrada el trabajo que hago y el hecho de que no me valoren.
Correspondencia: Seguiré mis impulsos intuitivos internos para crear el trabajo o el empleo de mis sueños.

No correspondencia: Detesto estar enfermo con tanta frecuencia y resfriarme continuamente.
Correspondencia: Soy la salud divina. Tengo intención de actuar saludablemente y atraer la fuerza que fortalezca mi sistema inmunoíógíco de todas las maneras posibles.

Debes aprender a asumir la responsabilidad de las circunstancias de tu vida sin ningún tipo de culpabilidad. Las circunstancias de tu vida no son como son por una deuda kármica ni porque estés recibiendo un castigo. Las circunstancias de tu vida, incluyendo la salud, son tuyas. Se han puesto de manifiesto en tu vida, y tienes que asumir que tú has participado en todo el asunto. Tu discurso interno es única y exclusivamente creación tuya, responsable de atraer más circunstancias que tú no deseas. Conéctate con la intención, sírvete de tu discurso interior para mantenerte centrado en lo que intentas crear y verás como recuperas el poder de tu Fuente.

3. Pensar en lo que siempre ha sido. Cuando tu discurso interior se centra en cómo han sido siempre las cosas, actúas en consecuencia con tus pensamientos sobre lo que siempre ha sido, y la fuerza universal y omnicreadora sigue repartiendo lo que siempre ha sido. ¿Por qué? Porque tu Imaginación forma parte de aquello que de la imaginación te trajo a la existencia. Es la fuerza de la creación, y la estás utilizando en tu contra con tu discurso ulterior.

Imagina que el Espíritu absoluto piensa de la siguiente manera: «No puedo crear más vida porque en el pasado no me han funcionado las cosas. ¡Ha habido tantos errores en el pasado que no puedo dejar de pensar en ellos!», ¿Cuánta creación crees que podría haber si el Espíritu pensara así? ¿Cómo vas a conectarte con la fuerza de la intención si tus pensamientos, que son responsables de tu intención, se centran en todo lo que ha ocurrido antes, que tú aborreces? La respuesta es evidente, como lo es la solución. Cambia de marcha y obsérvate cuando estás centrándote en lo que siempre ha sido y traslada tu discurso interior a lo que tienes intención de manifestar. En este concurso obtendrás puntos si estás en el equipo del Espíritu absoluto.

No correspondencia; Siempre he sido pobre. En mi infancia todo eran necesidades.
Correspondencia; Tengo intención de atraer la riqueza y la prosperidad con una abundancia ilimitada.

No correspondencia: Siempre nos hemos peleado en nuestra relación.
Correspondencia; Me voy a esforzar por ser pacífico y no consentir que nadie me hunda.

No correspondencia; Mis hijos nunca me han mostrado respeto.
Correspondencia: Tengo la intención de enseñar a mis hijos a respetar la vida entera, y yo los trataré de la misma manera.

No correspondencia: No puedo evitar sentirme así. Es mi carácter, y siempre he sido así.
Correspondencia: Soy una creación divina, capaz de pensar como mi Creador. Tengo intención de sustituir los sentimientos de impotencia por el amor y la bondad. Es mi decisión.

Los puntos de la «correspondencia» reflejan una relación de comunicación con el Espíritu creador. Los de la «no correspondencia» representan las interferencias que te has inventado para evitar corresponderte con la intención. Todo pensamiento que te haga retroceder es un impedimento para que manifiestes tus deseos. Las personas con un funcionamiento más elevado comprenden que, si no tienes una historia, no tienes que vivir de acuerdo con ella. Líbrate de cualesquiera partes de tu historia que te mantengan centrado en lo que siempre ha sido.

4. Pensar en lo que «ellos» quieren para ti. Probablemente tengas una larga lista de personas, en su mayoría familiares, con arraigadas ideas sobre lo que deberías hacer, lo que deberías pensar y qué religión tener, dónde deberías vivir, cómo planear tu vida y cuánto tiempo deberías pasar con ellos, sobre todo en ocasiones especiales y en las vacaciones. Menos mal que en nuestra definición de la amistad se excluyen la manipulación y la culpabilidad que con tanta frecuencia tenemos que soportar con la familia.

Con el diálogo interior que se autocompadece de las expectativas y las manipulaciones de los demás, ten por seguro que seguirá afluyendo a tu vida esa clase de comportamiento. Si tus pensamientos se centran en lo que los demás esperan de ti, aunque desprecies esas expectativas, continuarás actuando según lo que quieren y esperan para tí y atrayéndolo. Eliminar el obstáculo significa decidir cambiar tu discurso interior hacia lo que te propones crear y atraer en tu vida. Debes hacerlo con un propósito inquebrantable y el compromiso de no prestar tu energía mental a lo que los demás piensen sobre cómo tienes que vivir tu vida. Al principio podrá parecerte una ardua tarea, pero agradecerás el cambio cuando lo consigas. Acostúmbrate a pararte cuando te asalta un pensamiento sobre lo que quieren los demás de ti y a preguntarte: «¿Se corresponden estas expectativas con las mías?». Si no es así, sencillamente ríete de lo absurdo que es preocuparte o sentirte frustrado por las expectativas de los demás sobre tu propia vida. Es una forma de correspondencia y de hacerte impermeable a las críticas de los demás, al tiempo que pones fin a la insidiosa costumbre de atraer a tu vida lo que no deseas.

Pero la compensación consiste en que, como esos críticos se dan cuenta de que sus juicios y críticas son inútiles, abandonarán. Y tú saldrás ganando por partida doble, al dejar de pensar en lo que los demás quieren o esperan de ti y centrarte en cómo quieres vivir tu vida. He aquí unos ejemplos para ganar el juego:

No correspondencia: Estoy harto de mí familia. No me comprenden, y nunca me han comprendido ,
Correspondencia: Quiero a mi familia. No ven las cosas como yo, pero no espero que lo hagan. Estoy totalmente centrado en mis intenciones, y les doy amor.

No correspondencia: Ya no sé qué hacer para complacer a todos.
Correspondencia; Tengo un propósito y hago lo que me comprometí a hacer en esta vida.

Sin correspondencia: Me siento tan infravalorado por las personas para las que trabajo que a veces siento ganas de llorar.
Correspondencia; Hago lo que hago porque es mi objetivo y mi destino.

Sin correspondencia: Por mucho que haga o diga, parece que no puedo ganar.
Correspondencia: Hago lo que mi corazón me díce que haga, con amor, bondad y belleza.



Extraído del libro El Poder de la Intención de W. Dyer

domingo, 19 de noviembre de 2017

ESTADO DE ACEPTACIÓN



En la aceptación, disfrutamos de la experiencia de la armonía. Nos sentimos como si los acontecimientos estuvieran fluyendo. Nos sentimos seguros.
Podemos estar al servicio a los demás sin sentimiento de auto-sacrificio.
Existe el sentimiento: "Estoy bien", "Estás bien", y "No pasa nada". Es un sentimiento de pertenencia, conexión, plenitud, amor, comprensión y sensación de ser comprendidos. Es un sentimiento de cariño, calidez y autoestima. Debido a la seguridad de este estado, podemos permitirnos ser indulgentes, apacibles y naturales. Hay alegría, y nos sentimos "en sintonía y relajados. Se da la sensación de que todo está bien sólo para nosotros.

Todo es perfecto tal como es

En el estado de la aceptación, existe la sensación de que nada necesita ser cambiado. Todo es hermoso y perfecto de la manera que es. El mundo está para ser disfrutado. Hay compasión por los demás y por todos los seres vivos. En este estado estamos automáticamente nutriendo y apoyando a los demás sin ninguna sensación de sacrificio. Debido a la seguridad interior y la sensación de abundancia, hay generosidad y la facilidad de dar, sin expectativas de retorno o necesidad de guardar registro, como el de: "Esto es lo que hago por ti". Cuando estamos en un estado de aceptación, amamos a nuestros amigos en lugar de ser críticos, y estamos dispuestos a amar a pesar de sus limitaciones, las cuales estamos dispuestos a pasar por alto.

La manera en la que la gente se nos presenta a partir de este espacio es que todo el mundo está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene en ese momento. Vemos que toda la vida está evolucionando hacia su perfección, y estamos en sintonía con las leyes del universo y de la
conciencia.

En este estado realmente comenzamos a entender el amor. En el nivel de la aceptación, el amor se experimenta como un estado estable, una condición permanente de una relación. El origen del amor es visto dentro de nosotros mismos, emanando de nuestra propia naturaleza y llegando a incluir a otros. En el estado del deseo, por el contrario, hablamos de estar "enamorados", como origen de la felicidad y se piensa que el amor está fuera de nosotros mismos. Cuando estamos en el nivel de energía inferior del deseo, buscamos el ser amados. Parece que sea algo a "conseguir". En el nivel de la aceptación, sin embargo, irradiamos nuestro amor naturalmente desde la esencia de nuestro ser, porque muchos de los bloqueos de su consciencia han sido entregados.

Descubrimos que este amor es nuestra naturaleza interior y que aparece espontánea y automáticamente cuando los bloqueos son eliminados.
Esto es lo que los grandes maestros quieren dicen con nuestra verdadera esencia interior, nuestro verdadero Ser. Es objetivo de nuestro Ser interior trascender el ego, que se compone de todos nuestros sentimientos negativos, programas y pensamientos, por lo que somos capaces de
experimentar la esencia interior.

Hay muchos caminos que nos llevan al estado de aceptación, y esta es la puerta que nos conduce finalmente a los siguientes estados más elevados, descritos como los niveles de conciencia del amor y de la paz. Para muchas personas que han estado entregando durante un tiempo, este objetivo último reemplaza progresivamente a todos las demás. Morar en los estados del amor incondicional y la paz imperturbable se convierte en la meta interior, más importante que cualquier otro logro.

Extraído del libro Dejar ir: el Arte de la entrega , del Dr. D. Hawkins

sábado, 18 de noviembre de 2017

NUESTRAS CÁRCELES IMAGINARIAS



Ordinariamente, resulta más fácil romper las paredes de cemento que las de tu mente. Es que el hombre no quiere salir de la cárcel porque prefiere lo conocido al cambio. Le es más cómodo hacer lo acostumbrado.

Tu miedo brota de la manera que tienes de ver las cosas y de las consignas de tu mente. Analiza sinceramente, sosegadamente, cuáles son tus cárceles imaginarias y el porqué de tus miedos. Cuestiónalo todo y saca la realidad que hay detrás de los cuestionamientos. El día en que sientas el vacío de quedarte sin nada a qué agarrarte, ¡buena señal! Entonces ya puedes comenzar a construir con realidad.

Las fronteras sólo estaban en tu mente, como las fronteras que querían que yo viese desde el avión. Eso es querer fragmentar la realidad, y la realidad es global, es unidad. En cuanto me creo indio, inglés, catalán, vasco o castellano, soy un producto de mi cultura, y como tal pienso y actúo como una máquina, como un robot. Hay que ver y obrar por propia visión y libre albedrío. ¿Es que el fin justifica los medios? La realidad no conoce fronteras y la naturaleza tampoco. Tu esencia, tu ser, no es ser español, ni catalán, ni francés. Entre tú y el otro tampoco hay fronteras, porque ambos pertenecéis a la unidad. Lo que ocurre es que, de no tener palabras, no habría cosas; por eso, la realidad se capta mejor en el silencio. Se capta fluida, en movimiento.

Estúdiate a ti mismo y estudia las reacciones que se disparan en ti ante las cosas.

Ver las cosas y las personas sin nombre, sin conceptos, tal como son en cada instante.

El día que veas a un niño embobado, atento y admirado de ver volar un pájaro, si vas y le enseñas la palabra "pájaro" para definirlo, el niño se quedará con la palabra pero dejará de ver al pájaro. Krisnamurti dice: "¿Veis cómo los niños miran con admiración a los pájaros? Si les dices un nombre, creerán que todos los pájaros son iguales, puesto que tienen el mismo nombre." Son los nombres los que fijan las cosas. Si no sabemos el nombre de una cosa, nos sentimos desasosegados, como si necesitásemos clasificarla.

Hay que entender que los nombres se les ponen a las cosas porque es necesario en la práctica, pero que es muy peligroso quedarnos en el nombre, como en el concepto, porque es así como funciona la ciencia del bien y del mal, que clasifica sin profundizar. Hay que vomitar la ciencia del bien y del mal -como hacían los místicos para volver a entrar en el Paraíso.

Prueba a verte a ti mismo con ojos nuevos, luego a las personas más cercanas, luego la naturaleza y, así, estarás más cerca de poder ver a Dios.

Extraído del libro Autorealización interior, de Anthony de Mello

viernes, 17 de noviembre de 2017

ORGULLO Y OSTENTACIÓN




Debido a que el orgullo es a veces visto como un factor de motivación del logro, ¿cuál sería un sustituto de más elevado nivel? Una respuesta sería la alegría. ¿Qué hay de malo en la alegría como recompensa por el logro del éxito, en lugar del orgullo? El orgullo lleva consigo el deseo de reconocimiento por parte de los demás y, en consecuencia, existe la vulnerabilidad de la ira y la decepción si este no llega en algún momento. Si logramos un objetivo determinado por el placer, el goce, el amor de la realización, y la alegría interior que trae a nosotros, somos invulnerables a la reacción de los demás.

Podemos reconocer nuestra propensión al dolor al observar el tipo de reacciones que esperamos provocar en los demás por nuestras elecciones y comportamientos. Esto incluye gestos, expresiones, estilo de vestir, el tipo de bienes que elegimos, el nombre de la marca de coche que conducimos, el tipo de casa que tenemos, la dirección en la que vivimos, las escuelas a las que hemos asistido o las que asisten nuestros hijos, o las marcas de los productos que compramos.

De hecho, si nos fijamos en nuestra sociedad actual, vemos hasta qué grado esta absurda arrogancia ha tenido lugar. Las etiquetas se colocan ahora en el exterior de muchas prendas y artículos personales. No han alcanzado aún a las palas y los rastrillos, ¡pero podría tarde o temprano! Nadie ha pensado todavía en ello, pero podríamos llevar a todas partes rastrillos y palas ostentosamente con nombres de diseñadores estampados en ellas.

Esto apunta a otro de los inconvenientes del orgullo: nos expone a ser fácilmente explotados. El orgullo significa que podemos ser manipulados con gran facilidad. A cambio de algo absurdo, una gran cantidad de dinero sale de nuestros bolsillos. 

La situación es actualmente cómica cuando las personas se enorgullecen de lo mucho que han sido explotados. Es un símbolo actual de estatus en ciertos círculos alardear de cuánto se ha pagado por ciertas cosas. Cuando eliminamos el glamour por ello, podríamos decir que la persona fue una especie de estúpido. Realmente les pillaron o fueron ingenuos y no sabían lo que hacían.

El orgullo del esnobismo es probablemente el más arrogante de todos.

¿La ostentación realmente impresiona? En realidad, no. La respuesta que vemos es la de fascinación. La gente obtiene un ataque de glamour superficial, pero en el fondo realmente no lo respetan, porque saben lo que realmente es. Cuando nos conformamos con la arrogancia de la ostentación, no impresionamos a nadie.

Extraído del libro Dejar ir: el arte de la entrega , del Dr. D Hawkins

jueves, 16 de noviembre de 2017

EL FACTOR PENSAMIENTO EN EL ÉXITO




Todo lo que el hombre logra y todo en lo que falla es resultado directo de sus pensamientos. En un universo gobernado con justicia, en el que la falta de equidad significaría la destrucción total, la responsabilidad individual ha de ser absoluta. La debilidad y fortaleza de un hombre, su pureza e impureza, son suyas, y de nadie más; son labradas por él mismo, y no por otro, y pueden ser alteradas sólo por él, nunca por otro. Su condición es también suya y de nadie más. Su sufrimiento y su felicidad emanan de adentro. Como él piense, así es él; como siga pensando, así seguirá siendo.

Un hombre fuerte no puede ayudar a uno débil a menos que el débil desee ser ayudado, más aún, el débil ha de hacerse fuerte por sí mismo; debe, con su propio esfuerzo, desarrollar la fortaleza que admira en otro. Nadie más que él puede alterar su condición.

Ha sido habitual para el hombre pensar y decir. “Muchos hombres son esclavos porque uno es opresor, odiemos al opresor.” Actualmente, sin embargo, hay una pequeña y creciente tendencia de invertir dicho juicio y decir, “Un hombre es opresor porque muchos son esclavos; despreciemos a los esclavos.” La verdad es que opresor y esclavo cooperan en su ignorancia, y, mientras parece que se afligen el uno al otro, se afligen en realidad a ellos mismos. Un conocimiento perfecto percibirá la acción de la ley en la debilidad del oprimido y en el poder mal aplicado del opresor; un Amor perfecto, al ver el sufrimiento que ambos estados implica, no condena a ninguno; una Compasión perfecta abraza a ambos, opresor y oprimido.

Aquel que ha conquistado a la debilidad, y ha alejado de sí pensamientos egoístas, no pertenece a opresores ni a oprimidos. Él es libre.

Un hombre sólo puede elevarse, conquistar y alcanzar el éxito, elevando sus pensamientos. Sólo puede permanecer débil, abatido y miserable al negarse a elevar sus pensamientos.

Antes de que un hombre pueda lograr cualquier meta, aun metas terrenales, debe elevar sus pensamientos por encima del esclavismo animal y la indulgencia. No ha de rendirse, si quiere triunfar, ante su animalidad ni egoísmo, de ninguna manera; pero una parte de él debe, al menos, ser sacrificada. Un hombre cuyo pensamiento principal es de indulgencia animal no puede pensar claramente, ni planear metódicamente; Si no empieza a controlar con valentía sus pensamientos, no está en capacidad de controlar otros asuntos y adoptar responsabilidades serias. No está preparado para actuar de forma independiente y por sí solo. Pero sólo lo limitan los pensamientos que él escoge

No puede haber progreso ni logro sin sacrificio, y el éxito terrenal de un hombre se logrará en la medida que sacrifique sus pensamientos animales y confusos, y concentre su mente en el desarrollo de planes, y el fortalecimiento de su resolución y auto-confianza. Y mientras más elevados sean sus pensamientos, se convertirá en alguien más valeroso, grande y correcto, mayores serán sus logros, benditos y duraderos serán sus éxitos.

El universo no favorece al codicioso, al deshonesto, al vicioso, aunque superficialmente a veces pareciera hacerlo; ayuda al honesto, al magnánimo, al virtuoso. Todos los grandes Maestros de todas las eras han declarado esto de distintas maneras, y para probarlo y entenderlo el hombre no tiene más que persistir en hacerse más y más virtuoso elevando sus pensamientos.

Extraído del libro Como un Hombre piensa.Filosofía para la Vida, de James Allen 
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miércoles, 15 de noviembre de 2017

MÉTODOS PARA SER FELIZ



Darte cuenta del dolor, de la aflicción o del desasosiego que sufres y cuál es el motivo; de dónde sale, en verdad, ese sufrimiento. Si te sientes molesto, darte cuenta en seguida de ello, y de dónde nace este malestar. (Si dices que estás molesto porque alguien se ha portado mal contigo, no se puede entender que tú te castigues porque otro se comporta mal. Tiene que haber otro motivo más personal y escondido. Obsérvalo.)

Darte cuenta de que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un hecho o una situación concreta y no a la realidad de lo que está ocurriendo. (Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la lluvia -que es la realidad-, sino en tu reacción porque se han contrariado tus planes.)

Solemos echar la culpa a la realidad y no queremos darnos cuenta de que son nuestras reacciones programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados, que funcionan como una maquinita automática: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas. La cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho siempre. Y con esta razón tan endeble somos capaces de matarnos por defender: honor, patria, bandera, raza, familia, buenas costumbres, orden, ideales, buena fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido real, que nos han inculcado como cultura. Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas.

Lo importante es el ser, y no el figurar. La verdad es que estamos tan metidos en esa programación que actuar con claridad de percepción, desde esa cultura, casi parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin disgusto. Hay que despertarse antes para comprender que lo que te hace sufrir no es la vida, sino tus alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te encuentras cara a cara con tu libertad y con la verdad gozosa.

Lo cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo.

Cuando somos capaces de encontrar el camino despejado, para ese amor-felicidad que somos, nos topamos con el dolor, que no es nada concreto ni sustancial por sí mismo, sino la ausencia de la percepción del amor-felicidad.

Como la oscuridad, que no existe, sino que es consecuencia de la menor percepción de la luz.

La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y potencial para desarrollar. Sólo los obstáculos de la mente te impiden disfrutarla plenamente. Son las resistencias que pone tu programación lo que te impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti, igual a la que existe en la naturaleza. Más aun, pues tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la bondad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz ya, no sólo de ser feliz, sino de dar amor-felicidad a manos llenas.

Con sólo observar todo esto ya estás dando un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción, y ésta depende de tu programación; y si eres capaz de observar esto y comprenderlo, ya tendrás bastante.

Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin engañarse, porque ver significa cambio.

Extraído del libro Autorealización interior, de Anthony de Mello

martes, 14 de noviembre de 2017

DONDE HAYA ODIO



El odio que esa persona dirige hacia ti en realidad es una manifestación de su dolor. Cuando el odio se disuelve, el dolor deja de atormentar. En esta frase de su plegaria san Francisco pide fuerzas para sembrar amor frente al odio. Tú puedes hacer lo mismo aun cuando recibas odio de aquellos con los que vives y trabajas.

Nada de lo que aquí digo implica que tengas que convertirte en víctima de nadie. Una de las cosas más amorosas que puedes hacer como respuesta al odio es enviar en silencio una bendición a esa persona y salir del campo de energía del miedo y el odio. Si te marchas sin gritar ni maldecir, o sin responder con violencia, le estás diciendo a esa persona que te amas demasiado a ti mismo para ser su víctima. Luego, cuando se haya calmado, ve a hablar con ella, cuando el campo de energía ya no esté impregnado de odio.

Lo que quieres evitar es que te hagan sentir repulsión, repugnancia o dolor. Tu objetivo es permanecer en un estado de amor. Retirarte de la escena es una manera de mantener tu campo de energía sin contaminar y dar a la persona que odia un espacio para reflexionar sobre sus acciones en privado. Recuerda que su odio es su tormento. Si no permites que su odio se haga tuyo, ayudas a esa persona a eliminar su dolor.

Cuando encuentres odio en alguien de tu entorno, utiliza esos momentos para acudir a Dios. Al salir de tu ego, que quiere desquitarse y triunfar sobre el odio, estás sembrando amor. Tu fuente es Dios. La fuente del odio es la creencia errónea de que se está separado de Dios. Acude a tu fuente cuando te enfrentes con el odio y encontrarás la guía que necesitas para dar amor. Si alguien intenta tentarte con su odio, tienes la opción de no picar en el anzuelo. Es como intentar discutir con alguien que se niega a hacerlo. La persona enojada queda desarmada por la respuesta del pacifismo o el amor. Todo lo que el amor contempla se transforma en alegría y belleza. O, en otras palabras, el amor y el odio no pueden vivir juntos.

Muchos de los llamados problemas en la vida son consecuencia de tener que tratar con personas que ponen odio en el campo de energía. Toma nota de cuánto odio infecta tu hogar, tu lugar de trabajo, tu familia y amigos, tus relaciones e incluso tu salud. Luego, pregúntate si contribuyes a ello odiando a los que odian.

Como ves, nada de esto es un problema si practicas lo que san Francisco pedía a Dios en esta frase de su plegaria: «Que donde haya odio, siembre amor». El reto es no permitirte quedar atrapado en una telaraña de odio que perpetúa más odio. Aunque estés completamente rodeado de esta clase de energía, y te parezca físicamente imposible salir de ella, puedes tomar la decisión consciente de no tener más que pensamientos amorosos. Recita en silencio: «Señor, haz de mí un instrumento de Tú paz; que donde haya odio, siembre amor» y la situación cambiará.

¿Cómo? Los problemas se experimentan primero en los pensamientos. Si tienes amor, no habrá espacio para el odio, ya que no pueden vivir juntos en el mismo lugar. La solución espiritual es ser consciente de tus pensamientos frente al odio y mantenerte firme en tus pensamientos de amor. Esto requiere tiempo, pero poco a poco el amor transformará el odio en alegría y belleza.

Extraído del libro La Fuerza del Espíritu de W, Dyer

lunes, 13 de noviembre de 2017

CONOCERSE A FONDO



Para despertarse, el único camino es la observación. El ir observándose. El ir observándose uno a sí mismo, sus reacciones, sus hábitos y la razón de por qué responde así. Observarse sin críticas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad. Es conocerse a fondo.

El indagar e investigar quién es Jesucristo es muy loable, pero ¿para qué sirve? ¿Te puede servir para algo si no te conoces a ti mismo? ¿Te sirve para algo si estás controlado y manipulado sin saberlo?

La pregunta más importante del mundo, base de todo acto maduro, es: ¿Yo, quién soy? Porque, sin conocerte, no puedes conocer ni a Dios. Conocerte a ti mismo es fundamental. Sin embargo, lo curioso del caso es que no hay respuesta para la pregunta ¿quién soy yo?, porque lo que tienes que averiguar es lo que no eres, para llegar al ser que ya eres.

Hay un proverbio chino que dice: "Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor."

Hay que quitar las vendas para ver. Si no ves, no puedes descubrir los impedimentos que no te están dejando ver.

El observarte a ti mismo es estar atento a todo lo que acontece dentro y alrededor de ti, como si esto le ocurriese a otra persona, sin personalizarlo, sin juicio ni justificaciones ni esfuerzos por cambiar lo que está sucediendo, ni formular ninguna crítica ni autocompadecerte. Los esfuerzos que hagas por cambiar son peores, pues luchas contra unas ideas, y lo que hay que hacer es comprenderlas, para que ellas se caigan por sí solas una vez que comprendas su falta de realidad. Hay que cuestionar todo esto para ver si se comprende como una verdad y entonces te pondrás a observarte.

Extraído del libro Autorealización interior, de Anthony de Mello


domingo, 12 de noviembre de 2017

DESEOS Y DEPENDENCIAS



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Hay dos tipos de deseos o de dependencias: el deseo de cuyo cumplimiento depende mi felicidad y el deseo de cuyo cumplimiento no depende mi felicidad.

El primero es una esclavitud, una cárcel, pues hago depender de su cumplimiento, o no, mi felicidad o mi sufrimiento. El segundo deja abierta otra alternativa: si se cumple me alegro y, si no, busco otras compensaciones. Este deseo te deja más o menos satisfecho, pero no te lo juegas todo a una carta.

Pero existe una tercera opción, hay otra manera de vivir los deseos: como estímulos para la sorpresa, como un juego en el que lo que más importa no es ganar o perder, sino jugar.

Hay un proverbio oriental que dice: "Cuando el arquero dispara gratuitamente, tiene con él toda su habilidad." Cuando dispara esperando ganar una hebilla de bronce, ya está algo nervioso. Cuando dispara para ganar una medalla de oro, se vuelve loco pensando en el premio y pierde la mitad de su habilidad, pues ya no ve un blanco, sino dos. Su habilidad no ha cambiado pero el premio lo divide, pues el deseo de ganar le quita la alegría y el disfrute de disparar. Quedan apegadas allí, en su habilidad, las energías que necesitaría libres para disparar. El deseo del triunfo y el resultado para conseguir el premio se han convertido en enemigos que le roban la visión, la armonía y el goce.

El deseo marca siempre una dependencia. Todos dependemos, en cierto sentido, de alguien (el panadero, el lechero, el agricultor, etc., que son necesarios para nuestra organización). Pero depender de otra persona para tu propia felicidad es, además de nefasto para ti, un peligro, pues estás afirmando algo contrario a la vida y a la realidad.

Por tanto, el tener una dependencia de otra persona para estar alegre o triste es ir contra la corriente de la realidad, pues la felicidad y la alegría no pueden venirme de fuera, ya que están dentro de mí. Sólo yo puedo actualizar las potencias de amor y felicidad que están dentro de mí y sólo lo que yo consiga expresar, desde esa realidad mía, me puede hacer feliz, pues lo que me venga desde afuera podrá estimularme más o menos, pero es incapaz de darme ni una pizca de felicidad.

Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi amigo, y es mi melodía la que me hace feliz; y cuando mi amigo se va me quedo lleno con su música, y no se agotan las melodías, pues con cada persona suena otra melodía distinta que también me hace feliz y enriquece mi armonía. Puedo tener una melodía o más, que me agraden en particular, pero no me agarro a ellas, sino que me agradan cuando están conmigo y cuando no están, pues no tengo la enfermedad de la nostalgia, sino que estoy tan feliz que no añoro nada. La verdad es que yo no puedo echarte de menos porque estoy lleno de ti. Si te echase de menos sería reconocer que al marcharte te quedaste fuera. ¡Pobre de mí, si cada vez que una persona amada se va, mi orquesta deja de sonar!

Cuando te quiero, te quiero independiente de mí, y no enamorado de mí, sino enamorado de la vida. No se puede caminar cuando se lleva a alguien agarrado. Se dice que tenemos necesidades emocionales: ser querido, apreciado, pertenecer a otro, que se nos desee. No es verdad. Esto, cuando se siente esa necesidad, es una enfermedad que viene de la inseguridad afectiva.

Tanto la enfermedad, necesidad de sentirme querido, como la medicina que se ansía, el amor recibido, están basados en premisas falsas. Necesidades emocionales para conseguir la felicidad en el exterior, no hay ninguna; puesto que tú eres el amor y la felicidad en ti mismo. Sólo mostrando ese amor y gozándote en él vas a ser realmente feliz, sin agarraderas ni deseos, puesto que tienes en ti todos los elementos para ser feliz.

La respuesta de amor del exterior agrada y estimula, pero no te da más felicidad de la que tú dispones, pues tú eres toda la felicidad que seas capaz de desarrollar. Dios es la Verdad, la Felicidad y la Realidad, y Él es la Fuente, dispuesta siempre para llenarnos en la medida que, libremente, nos abramos a Él.

Extraído del libro Autorealización interior, de Anthony de Mello

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