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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

martes, 21 de noviembre de 2017

ODIARSE A SI MISMO



En el corazón de cada joven existe un trono que le ha sido usurpado. Cuando se restituya ese trono, el joven estará curado. Hay que aprender sólo porque se quiere aprender, y para ello hay que respetar y salvaguardar la curiosidad innata del niño. De adentro viene la demanda. Al niño le gusta la enseñanza, lo que rechaza es el método y la manipulación.

Al niño se le enseña desde pequeño a odiar su cuerpo. Se le hace sentir vergüenza por ciertas partes de su cuerpo. Y es nuestra cultura quien lo hace. En las tribus no hay problemas de violación ni de infidelidad, porque no existen traumas sexuales.

Si no hubiera ley no habría pecado. La ley sólo sirve para las personas programadas, para las libres no. No se puede comenzar la vida con autodesprecio. Los niños van pasando de una experiencia a otra cuando se sacian de la anterior. Si tú detienes esa experiencia, se la cortas, haciéndole creer que es algo malo. No sólo provocas un misterio y rompes una evolución natural, sino que habrás metido en él un miedo a algo que desconoce, porque no existe una razón convincente para hacerlo. Si le dices que está mal, lo habrás introducido en la ley expulsándolo del Paraíso.

Si yo logro que te odies a ti mismo, me será más fácil dominarte, domesticarte; y eso es lo que hace nuestra mal llamada educación. La sociedad te enseña a estar siempre insatisfecho, para dominarte y controlarte. Con ello, la sociedad se ha beneficiado, pero ha pagado un precio muy alto: la guerra. Nunca podrás amar a los demás si te detestas a ti mismo. El amor significa no hacer violencia y respetar la libertad. El amor es: yo estoy de tu lado, no estoy en contra de ti.

Los niños crecen con la sensación de que los padres están en su contra. Si tú no haces violencia al niño, él tampoco tendrá ganas de ser violento con nadie.

Lo primero para cambiar al niño reprimido es destruirle la conciencia, la ley que le impusieron. La conciencia del bien y del mal es lo contrario de la toma de conciencia. La toma de conciencia es la sensibilización, la sensibilidad que no necesita la conciencia. Si eres consciente estás despierto y sensible a todo.

Tendremos que aprender a llamar las cosas por su nombre para no engañarnos.


Extraído del libro Autorealización interior, de Anthony de Mello


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