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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

sábado, 4 de noviembre de 2017

PRACTICA LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU



"Pero no creo que el hombre pueda percibir sus cualidades «divinas» hasta que su campo alcanza unas vibraciones cada vez más elevadas y un mayor grado de coherencia. Por mucho que intentemos recibir guía espiritual, no podemos conseguirla hasta que nuestros campos están sintonizados con ese sistema vibracional."
Doctora Valerie Hunt



Ten conciencia de la imposibilidad de estar fuera del espíritu omnipresente. 

Una manera de hacerlo es recordar, cuando despiertes por la mañana, que empieza un día en que Dios estará contigo en todo momento. 

Recuerda que cualquier lugar donde estés es un lugar sagrado. Cuando comas, piensa en lo que ha sido necesario para que esa comida llegue a tu plato. Cuando hagas una llamada telefónica, conduzcas tu coche o entres en tu lugar de trabajo, trata de percibir la presencia de Dios. 

Cuando pongas esto en práctica, observarás que tienes una mayor sensación de paz, de seguridad, de fuerza, la certeza de que estás vivo por la sensación de integridad que emana de tu interior. Estos sentimientos son consecuencia simplemente de la práctica silenciosa, y recalco, silenciosa. No prediques ni intentes convencer a los demás para que piensen como tú. Limítate a darte cuenta de la presencia de tu origen, del que, en verdad, nunca te separas salvo en tu mente.

 Al ser consciente de la divina presencia, aumentas las vibraciones del campo de energía. Esto es a lo que se refiere la doctora Hunt en la cita que inicia el capítulo. Para poder recibir la guía espiritual tienes que sintonizar con el campo de energía vibracional de Dios. 

Cuando te sientas irritado, ansioso o tengas miedo, ejercita tu mente para reconocer la omnipresencia del espíritu. Hazlo y verás que aquello que te asustaba parece mucho menos inquietante.

Es una manera segura de aumentar las frecuencias del campo de energía. Cuando te paras a recordar y practicas la presencia de Dios dentro de ti y a tu alrededor, literalmente te proporcionas a ti mismo un tratamiento.

Extraído del libro La Fuerza del Espíritu de W. Dyer

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