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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

martes, 12 de diciembre de 2017

ENCUENTRA TU PAZ EN LO COTIDIANO



Párate cuando tu paz dependa de circunstancias externas. El simple hecho de reconocer que culpas a los demás o a las circunstancias de tu falta de paz es suficiente para hacerte volver a la realidad. 

Cuando te halles en un momento de no paz, recuerda que nada ni nadie puede apartarte de tu paz sin tu consentimiento. Si los niños han derramado el zumo de naranja en la alfombra y la casa está patas arriba y tú estás gritando, recuerda que no tienes por qué renunciar a tu paz sólo porque el mundo no va como tú querrías que fuera, y recuperarás la paz. Cuanto mayor capacidad tengas de vencer tu respuesta condicionada de echar la culpa a las cosas externas por tu falta de paz, más probable es que a la larga te conviertas en la representación viva de «Tu paz».

Tu paz es algo entre tú y Dios. Punto. No es entre tú y nadie más, o ninguna circunstancia, por difícil que a veces te resulte aceptarlo. Cuando la gente me dice: «¿Cómo puedo estar en paz en un mundo que no es pacífico?», siempre recuerdo que la paz interior es simplemente eso, interior, no exterior. Debes llegar al punto de aportar paz a todo el mundo y a todas las cosas, en lugar de intentar obtenerla de las experiencias externas.

Una de mis experiencias no pacíficas que menos me gusta es la visita dos veces a la semana de los jardineros que se ocupan del césped del lugar donde escribo.

Vienen armados con máquinas extremadamente ruidosas y llenan el aire con sus vapores tóxicos y ruidos estrepitosos. Hubo un tiempo en que me quejaba a mi esposa y a todo el mundo. Ahora los considero mis maestros. Mi esposa me ha animado a llegar a un punto en que ni siquiera me doy cuenta de su presencia.

Cuando empiezan, envío una silenciosa bendición y, aunque sigo sin ser un fanático de esas ruidosas máquinas, no me permito encontrarme en un estado de no paz en su presencia. Mi paz es una elección mía y ya no acuso a esos hombres y a sus máquinas ruidosas de perturbarla; en realidad, les doy la bienvenida como a maestros que me ayudan a dominarme a mí y a mi ego. Thomas Carlyle dijo una cosa sobre la diferencia entre ruido y creación que siempre recuerdo cuando llega esa gente: «Cuando el roble es talado, todo el bosque resuena con su caída, pero un centenar de bellotas son sembradas en silencio por una brisa que no se nota».

Piensa en la paz. Recuerda: te conviertes en aquello en lo que piensas. ¿Con cuánta frecuencia llenas tu mente de pensamientos de no paz? ¿Cuántas veces al día dices en voz alta lo terrible que es el mundo, lo violentos que nos hemos vuelto todos, lo despreocupados que parecemos ser, lo racistas que somos, lo poco que el gobierno se preocupa por nosotros? Todos estos pensamientos y su expresión indican que estás atrapado en una mente no pacífica y, por tanto, en un mundo no pacífico. Cada vez que te lamentas de los horrores del mundo, o escuchas las noticias de todo lo que está mal, o lees artículos que explotan los hechos desagradables de ia vida de otras personas, estás siguiendo el condicionamiento que te aleja de ser un instrumento de tu paz.

Cuando recuerdas que por cada acto de maldad hay mil actos de bondad, vuelves a poner tus pensamientos en paz. Cuando interrumpes a alguien que te está contando otra historia de un desastre y sacas un tema más agradable, te conviertes en un instrumento de paz. Cuando dejas de pensar en las mismas es-cenas, con nuevos personajes, referentes a accidentes, crímenes, pobreza, malos tratos y desastres de toda clase y te dispones a hacer desaparecer estas cosas de tu mente te conviertes en un instrumento de paz. Utiliza tu mente para pensar en la paz, porque la paz es el estado natural del hombre y el mal, la guerra y el odio son su desgracia.

Extraído del libro La Fuerza del Espíritu , de W.Dyer

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