Gracias
al Maestro de la Realidad, mis ojos, y no los del cuerpo, sino los de mi alma,
pudieron irse abriendo a tanta mentira. Esta apertura me iba permitiendo
entender las situaciones y a las personas involucradas en ellas, y sobre todo: entendiéndome
a mí mismo.
Sobre
todo, el Maestro de la Realidad me
enseñó, me fue guiando hasta el momento adecuado en el que poder decidir entre
las únicas dos alternativas que, en verdad, existen: abordar las situaciones
desde el Miedo o desde el Amor. Me mostraba claramente (pero muy claramente), las causas y los efectos que se derivan de
escoger una u otra elección.
Extracto del Capítulo 1 del Libro El Maestro de la Realidad
Extracto del Capítulo 1 del Libro El Maestro de la Realidad
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