"Finalmente
allí estaba yo, sentado en un Airbus 320 con destino Bogotá. Colombia, mi
primer viaje transcontinental, con muchas ilusiones, con una sensación de
escapada total y además ganando una buena remuneración económica, lo que me ponía en ventaja respecto a las
“supuestas· envidias y maldiciones de mi exmujer. Un ejemplo más de cómo mis
Miedos y mi Ego manipulaban la realidad, mediante esos programitas de los que
hablé anteriormente. Con ellos (los programitas), me proporcionaba momentos de
placer temporal y fantasioso pero también y bajo mis pies, pisaba una interminable alfombra de dolor y
sufrimiento.
Durante
la duración del vuelo, unas diez horas más o menos, iba dándole trabajo a la
mente y, como suele ser habitual hasta que uno va comprendiendo las enseñanzas
del Maestro de la Realidad, la mayoría de los pensamientos eran de Miedo.
Miedo
al vuelo, a una catástrofe, miedo a desempeñar bien o mal mi trabajo, miedo a
Colombia en sí, recordando las informaciones habituales de las noticias en
España: territorio de violencia, guerrilla, secuestro, narcos, etc… Los
programas instalados en mi mente trabajando a pleno rendimiento: ¿y si se cae
el avión? ¿Y si esto y si lo otro?
Menos mal que aun a pesar de esto, he de
tener instalados otros programas que, hasta la fecha, me habían hecho sentirme
emprendedor, viajero, seguro pues acababa de obtener mi grado de cinturón negro
segundo Dan en un arte marcial japonés llamado Aikido, trabajador, con sentido
de la autoestima, buen humor, etc…
En
ese primer viaje, mi percepción de todo se hallaba claramente influenciada por
muchos de los temores comentados anteriormente, pero en ese viaje, sucedió algo que marcó un nuevo hito en este
proceso de cambio de interpretación de la forma de percibir mi mundo. "
(Extracto del Capitulo II del libro El Maestro de la Realidad)
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