Como buen
estudiante, tomaba apuntes, hacía esquemas para un mejor ordenamiento de
conceptos y así mejorar mi nivel de entendimiento. La práctica en aquel momento
la realizaba de dos formas: en algunos casos realizando los ejercicios de auto identificación
que se me proponían para poder ir efectuando el diagnóstico de cuál era el
nivel de afectación de las Ilusiones de mi mente, que me alejaban de poder disfrutar de mi
estado natural de Dicha y Paz.
La otra manera de
practicar era en las situaciones de mi vida diaria. En ese ámbito de aplicación
fue donde pude ir viendo como me estaba empezando a transformar. La manera de
interpretar situaciones cotidianas era un campo de entrenamiento sin igual. Y
lo que más me iba llamando la atención era sentir que en casos muy concretos lo
que antes interpretaba de una manera, ahora, me llegaban al pensamiento una
especie de alertas mentales que traían a aquellos instantes, el reconocimiento
de que estaba a punto de utilizar los patrones procedentes de las Ilusiones. Entonces,
se me concedía la oportunidad de tener un espacio para recordar las enseñanzas
y poner en práctica los consejos de los Mensajeros y elegir otras formas de
pensar, sentir, hablar o actuar.
En muchas ocasiones,
me daba cuenta tarde y cometía de nuevo el error. Al principio me disgustaba
conmigo mismo por haber reincidido pero el maestro de la Realidad, como era
consciente de que errar es de humanos, siempre me hacía caer en la cuenta de
una prueba evidente de que iba por buen camino. Antes de iniciar el
aprendizaje, actuaba de forma inconsciente o incluso conscientemente y mi
habitual manera de abordar las situaciones era hacerlo de manera reactiva.
Ahora, aunque seguía cometiendo errores, ya comenzaba a darme cuenta de que los
estaba cometiendo, y a mi manera aceptaba mi responsabilidad y mi compromiso
personal de estar más atento, a los
dictados de las Ilusiones procedentes de mi falsa identidad. “Elige de nuevo” me proponía el Maestro.
Extracto del Capítulo XIII del libro El Maestro de la Realidad)
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