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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

martes, 27 de junio de 2017

LA MENTE QUE NO PERDONA




La mente que no perdona vive atemorizada, y no le da margen al amor para ser lo que es ni para que pueda desplegar sus alas en paz y remontarse por encima de la confusión del mundo. La mente que no perdona está triste, sin esperanzas de poder hallar alivio o liberarse del dolor. Sufre y mora en la aflicción, merodeando en las tinieblas sin poder ver nada, convencida, no obstante, de que el peligro la acecha allí.

La mente que no perdona vive atormentada por la duda, confundida con respecto a sí misma, así como con respecto a todo lo que ve, atemorizada y airada. La mente que no perdona es débil y presumida, tan temerosa de seguir adelante como de quedarse donde está, de despertar como de irse a dormir. Tiene miedo también de cada sonido que oye, pero todavía más del silencio; la oscuridad la aterra, mas la proximidad de la luz la aterra todavía más. ¿Qué puede percibir la mente que no perdona sino su propia condenación? ¿Qué puede contemplar sino la prueba de que todos sus "pecados" son reales?

La mente que no perdona no ve errores, sino pecados. Contempla el mundo con ojos invidentes y da alaridos al ver sus propias proyecciones alzarse para arremeter contra la miserable parodia que es su vida. Desea vivir, sin embargo, anhela estar muerta. Desea el perdón, sin embargo, ha perdido toda esperanza. Desea escapar, sin embargo, no puede ni siquiera concebirlo, pues ve pecado por doquier.

La mente que no perdona vive desesperada, sin la menor esperanza de que el futuro pueda ofrecerle
nada que no sea desesperación. Ve sus juicios con respecto al mundo, no obstante, como algo irreversible, sin darse cuenta de que se ha condenado a sí misma a esta desesperación. No cree que
pueda cambiar, pues lo que ve da testimonio de que sus juicios son acertados. No pregunta, pues cree saber. No cuestiona, convencida de que tiene razón.

El perdón es algo que se adquiere. No es algo inherente a la mente, la cual no puede pecar. Del
mismo modo en que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, así el perdón es algo que tiene que aprender, no de ti mismo, sino del Maestro que representa tu otro Ser. A través de Él aprendes a perdonar al "ser" que crees haber hecho, y dejas que desaparezca. 

Así es como le devuelves tu mente en su totalidad a Aquel que es tu Ser y que jamás puede pecar.


UCDM

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