TÍTULO

Blog del eBook El Maestro de la Realidad

lunes, 7 de agosto de 2017

EL AMOR INCONDICIONAL COMO PODER




De aquellos que parecen poseer el don de atraer a sus vidas toda clase de cosas buenas, se dice que tienen un poder un tanto misterioso. La habilidad para alcanzar un estado superior del ser, donde no parece existir casi ninguna dilación entre la creación de una forma de pensamiento y la «materialización» de esta, puede verse en términos de amor incondicional y de una ausencia de exigencia o juicio sobre el mundo.

Sé que ese es un poder que está al alcance de todos nosotros cuando empezamos a adoptar los principios básicos de la manifestación espiritual. Lo que sucede es que normalmente no reconocemos la magnitud de ese poder que tenemos en virtud de nuestra capacidad para crear pensamientos y atraer, a partir de ellos, la abundancia del universo. Al pensar racionalmente en él, pensamos inmediatamente en el conflicto entre tener libre albedrío y tener un destino, un conflicto que, a menudo, soslaya la necesidad de pensar y vivir en base al amor incondicional. Nuestro cerebro izquierdo racional nos dice: «Si ya está determinado, no tengo libre albedrío y, por tanto, cualquier cosa que piense ha sido predeterminada, de modo que estoy condenado».

Echemos un rápido vistazo a la cuestión del destino, puesto que se halla incluida en el título del libro, y situémosla en un contexto diferente. El destino no está predeterminado. Tu destino lo determinas tú enteramente.

Cada momento de tu ahora existencial es el resultado de tu pensamiento previo. La idea de que todo ha sido ya dispuesto con antelación es una alucinación. Cada uno puede hacer y manifestar su propio destino.

Tu libre albedrío es el don del amor incondicional. Creas tu propio destino con ese libre albedrío, y cuando te aventuras fuera del camino del amor incondicional, vives simplemente en una ilusión. La idea de que estás separado de la voluntad de Dios te sitúa en una postura servil, de tal modo que Dios se convierte en algo contra lo que tienes que luchar o que debes temer. Evidentemente, si eso fuera cierto, Dios no podría ser al mismo tiempo todo amor.

Una vez que ha arraigado esa ilusión, te conviertes en una víctima de la vida, en lugar de participar activamente en su creación. Pierdes entonces tu capacidad para extender el amor incondicional que es la esencia de tu ser y, en lugar de eso, proyectas tu ego condicionado. En otras palabras, abandonas tu capacidad para estar en unión con la fuerza de Dios que te ha creado, y también pierdes el poder para manifestar o cocrear la vida que deseas. La vida está en conflicto con tu poder superior.

Empiezas a temer este poder superior y a actuar de forma servil. Te desencanta tu incapacidad para atraer cosas positivas y te sientes débil e impotente. Has perdido la alegría y el éxtasis que acompañan a una vida de amor incondicional.

Lo más importante es que al cultivar el amor incondicional te liberarás del odio y la violencia. Y sin esos pensamientos te será fácil descubrir en ti la presencia de la alegría y de la paz. Esta es una reacción automática al amor incondicional, porque estás en armonía con la fuente creativa.

Uno de los conceptos que seguramente tendrás que rectificar en tu camino hacia el amor incondicional es la equivocada creencia de que la alegría corresponde al ego, y el sufrimiento al espíritu. La verdad se encuentra precisamente en invertir esta suposición y alcanzar la fuente de la alegría espiritual. Dicho de una forma sencilla: desde el punto de vista del ego, experimentar alegría supone siempre conseguir lo que deseamos, mientras que la espiritualidad se asocia con la meditación, la generosidad y los buenos sentimientos por los demás. 

El camino que debes seguir para encontrar la verdadera alegría y bendición en tu vida consiste en afirmar el espíritu y en subordinar el ego.


Extraído del libro Construye tu destino de W. Dyer



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en este espacio.
En breve tu comentario será revisado y publicado.

Lo + LEÍDO