En cierto sentido, el estado de presencia podría compararse con esperar. Jesús usó la analogía de la espera en algunas de sus parábolas. Este no es el tipo habitual de espera aburrido o inquieto que es una negación del presente y del que ya he hablado. No es un esperar en el que su atención está concentrada en algún punto en el futuro y en el que el presente se percibe como un obstáculo indeseable que le impide tener lo que quiere.
Hay un tipo de espera cualitativamente diferente, que requiere su alerta total. Podría suceder algo en cualquier momento y si usted no está completamente despierto, completamente quieto, se lo perderá. Este es el tipo de espera del que Jesús habla. En ese estado toda su atención está en el Ahora. No queda nada para soñar despierto, pensar, recordar, anticipar. No hay tensión en ella, ni miedo, sólo presencia alerta. Usted está presente con todo su Ser, con cada célula de su cuerpo. En ese estado, el "yo" que tiene pasado y futuro, la personalidad, si usted quiere, casi que no está. Y sin embargo nada de valor se ha perdido. Usted es todavía esencialmente usted mismo. De hecho, usted es más plenamente usted mismo de lo que nunca fue, o más bien sólo ahora usted es verdaderamente usted mismo.
"Sean como un sirviente que espera el regreso del amo", dice Jesús. El sirviente no sabe a qué hora va a llegar el amo. Así que permanece despierto, alerta, sereno, quieto, no sea que se pierda su llegada. En otra parábola, Jesús habla de las cinco mujeres descuidadas (inconscientes) que no tienen suficiente aceite (conciencia) para mantener sus lámparas encendidas (mantenerse presentes) y por ello se pierden la llegada del novio (el Ahora) y no llegan a la fiesta de bodas (la iluminación). Estas se contraponen a las cinco mujeres sensatas que sí tienen suficiente aceite (permanecen conscientes).
Incluso los hombres que escribieron los Evangelios no entendieron el significado de estas parábolas, así que introdujeron en ellos las primeras interpretaciones erróneas y distorsiones cuando fueron escritos. Con aquellas interpretaciones erróneas, el sentido real se perdió completamente. Estas no son parábolas sobre el fin del mundo, sino sobre el fin del tiempo psicológico. Apuntan a una trascendencia de la mente egoista y a la posibilidad de vivir en un estado de conciencia enteramente nuevo.
Extraído del libro El Poder del Ahora de Eckhart Tolle
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