En el punto 1 del círculo figura la tendencia a idealizar el futuro; a creer que cuando pase esto o aquello, el futuro será muy distinto y superior al presente. "El viernes que viene me lo pasaré muy bien en el baile; cuando me licencie; cuando me case; cuando consiga ese ascenso; cuando nazca nuestro primer hijo; cuando tengamos la casa nueva; cuando consiga esa prima; cuando lleguen por fin las vacaciones; cuando lleguen nuestros amigos; cuando se vayan; cuando apruebe los exámenes; cuando haya terminado de tramitarse el divorcio"; y así sucesivamente, siempre esperando algo del futuro y empleando el instante presente en planificar, imaginar, esperar, desear y soñar un "futuro tiempo feliz".
Como el círculo sigue hacia el punto 2, el resultado predecible es frustración. El futuro nunca se ajustará del todo a sus sueños. En cuanto se convierte en presente, queda "destruido". "El baile no fue tan divertido, en realidad; la licenciatura fue un latazo; la luna de miel se acabó en cuanto se acabó la ceremonia de boda; gasté la prima casi antes de que me la pagaran; las vacaciones fueron aburridas y estaba deseando que terminasen".
El tercer punto del círculo es la desmoralización que siente cada vez que el futuro se convierte en presente y le "desilusiona". Puede derivar en una depresión grave y prolongada, o, si ha llegado a acostumbrarse lo bastante a soportar la desilusión, puede "resignarse" en seguida, e intentar convencerse de que no debe esperar gran cosa de la vida en el futuro. De cualquier modo, ¿qué es lo que hace luego? Vuelve a idealizar el futuro y de nuevo se inicia el proceso. Acaba adaptándose plenamente a una vida de silenciosa desesperación. La única manera de salir de esa trampa, que mantiene inmovilizados a millones de individuos, es deshacer ese círculo y empezar a vivir plenamente su vida HOY.
Extraído del libro El Cielo es el límite de W. Dyer
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