¿Alguna vez se te ha ocurrido que no puedes perder nada, porque nunca tuviste nada en realidad?”, preguntó Merlín. “Lo único que has tenido realmente es a ti mismo. Ese yo puede pasar un tiempo en una casa o en un empleo, en presencia de ciertas cosas o con cierta cantidad de dinero, pero con el tiempo todo eso cambia. Entonces lo único que queda es un recuerdo, una imagen, un concepto. Ninguno de ellos es real; son invenciones de la mente. Los pensamientos son como los invitados: llegan y se van mientras tú permaneces.
Piensa en los objetos y en las posesiones de igual manera. Todos van y vienen y sólo tú permaneces”.
La vida está llena de adversidades, grandes o pequeñas. El ego se ha echado sobre los hombros la carga de proteger la vida. Nos defiende de la pérdida y el desastre y mantiene a raya el concepto de la muerte durante el mayor tiempo posible. Pero el mago acoge toda pérdida o adversidad por las siguientes razones, las cuales podemos aplicar en nuestra vida: todo lo que existe en la creación está hecho de energía. Una vez creada, cualquier forma de energía debe mantenerse durante cierto tiempo. Después de un período de estabilidad, la fuerza vital desea traer algo nuevo a escena. A fin de hacerlo, es necesario disolver esos patrones viejos y desgastados.
Esta disolución ocurre en nombre de la vida, porque sólo la vida nos rodea. Sin embargo, el ego se aferra a ciertas formas de energía que no desea que se disuelvan jamás. Una suma de dinero, una casa, una relación, un gobierno — a su manera, todas ellas son formas de energía a las cuales tratamos de proteger contra el paso del tiempo. La gente lucha hasta la muerte, como dice el adagio, lo cual significa que está dispuesta a defender algo hasta cuando no quede otra alternativa que la disolución.
La verdad es que esas luchas son innecesarias. No se puede luchar para que una rosa florezca. No se puede luchar para que un embrión se convierta en bebé — sencillamente lo hace, siguiendo su propio ritmo. Aunque el ego acepta fácilmente estos hechos acerca de la rosa y el bebé, no logra hacerlo con respecto al dinero, las casas, las relaciones y otras cosas a las cuales se apega. Pero el mago reconoce que las mismas leyes universales lo gobiernan todo en la vida. Después de todo, nuestro ego no tuvo que librar una batalla para traernos a este mundo.
La lucha del ego es una forma de oposición a la vida, porque pretende imponer una vida artificial. “La naturaleza retira las cosas por una buena razón y a su debido tiempo”, dijo Merlín. “Si deseas tener flores fuera de temporada, puedes bordar unas que duren para siempre. Sin embargo, ¿quién podría decir que esas flores en realidad están vivas?”
Asimismo, cada vez que sentimos la necesidad de controlar y luchar, de retener a las personas, al dinero o a las cosas cuando se van, estamos contrariando la fuerza universal que mantiene todo en equilibrio. “Deberás aprender a confiar para poder renunciar al control. Tu condicionamiento te lleva a desconfiar, porque ustedes los mortales desean desesperadamente creer que son inmunes a los ciclos de la naturaleza”, dijo en tono divertido Merlín. “Aunque sus cuerpos nacen, envejecen y mueren, ustedes sueñan con dejar edificaciones y estatuas inmortales, una reputación y cofres atestados de riquezas. Haz lo que desees, pero si quieres escapar del dolor y de la muerte, primero debes escapar del engaño que te hace creer que estás por encima de la naturaleza”.
Cuando logramos comenzar a ver las semillas de la oportunidad en los escombros del desastre, la confianza empieza a crecer. La confianza viene por etapas. Primero debemos ver que las nociones del ego acerca de la pérdida son falsas. “El dolor no es la verdad”, dijo Merlín. “Es aquello por lo cual los mortales pasan para encontrar la verdad”. En segundo lugar, debemos buscar la otra cara del desastre o la pérdida, la semilla minúscula de lo nuevo que desea nacer. “Cuando busques entre las cenizas”, aconsejó Merlín, “mira bien”. En tercer lugar, debemos reemplazar los lamentos y las culpas por el conocimiento sosegado y seguro de que estamos protegidos en el plan de la naturaleza.
Lo que sea que hayamos perdido es temporal e irreal — debía marcharse, no porque la naturaleza sea cruel e indiferente, sino porque cada paso que damos hacia lo real es precioso. Bajo esta nueva luz comenzaremos a ver que la pérdida y la ganancia son solamente una máscara. Debajo se encuentra la luz constante de lo eterno, la cual brilla a través de todo, tejiendo la unidad a partir del caos.
Extraído del libro El Sendero del Mago de D.Chopra
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