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Blog del eBook El Maestro de la Realidad

viernes, 8 de septiembre de 2017

ZONAS ERRÓNEAS (III) : Tú mismo, convencionalismos y justicia




Haciéndote cargo de ti mismo

Si tu estancia en la tierra es tan corta, debería ser por lo menos agradable. En pocas palabras, se trata de tu vida; haz con ella lo que tú quieres.

Los sentimientos no son simples emociones que te suceden. Los sentimientos son reacciones que eliges tener.

En la sociedad actual se tiende a pensar que las personas inteligentes son las que tienen muchos títulos académicos, sacan buenas notas en los exámenes, son buenos en matemáticas o física, hablan muy bien y de forma educada o tienen mucha memoria. Sin embargo hay muchas personas como estas que sufren depresión, ansiedad o incluso están en algún psiquiátrico.

Una persona inteligente debería ser descrita como feliz y efectiva en el día a día, que sabe solucionar problemas, crea recursos, es autónoma, independiente y supera las adversidades.

Además, una persona inteligente acepta los problemas como parte de la vida diaria y tiene la capacidad de sentir las emociones que quiere en cada momento vital.

Los sentimientos no son simples emociones que te suceden. Los sentimientos son reacciones que eliges tener. Tú eres el responsable de lo que piensas y lo que sientes y puedes aprender a pensar de forma diferente respecto a cualquier cosa. De ti y de las elecciones que hagas depende que las experiencias de tu vida sean estimulantes y agradables.


Rompiendo la barrera de los convencionalismos

No hay reglas ni leyes ni tradiciones que se puedan aplicar universalmente… incluyendo ésta.

Toda nuestra vida esta plagada de los “debes hacer esto” y la gente los aplica sin pensar en el porqué y en sus consecuencias. La suma de todos esos “debes” son otra zona errónea.

No se trata de sugerir que desprecies la ley. Las leyes son necesarias para una sociedad civilizada aunque si se obedece ciegamente a los convencionalismos, es algo distinto y que puede llegar a ser muy destructivo.

Cuando estas leyes no tienen mucho sentido y dejas de funcionar eficientemente, podrías reconsiderar esas normas y tu comportamiento respecto a ellas. El condicionarse demasiado a la sociedad puede ser un comportamiento neurótico y que lleve a la depresión, ansiedad e infelicidad.

Abraham Lincoln dijo:

“Nunca tuve una política que pudiese aplicar siempre. Simplemente trataba de hacer lo que me parecía sensato en el momento preciso”.

Comportamientos que resultan de los “deberías y no deberías”:

Vestirse para una ocasión de una forma incómoda o que no te gusta ( por ejemplo ponerse un traje de chaqueta a 35ºC).

Tomar alcohol para socializarte porque es lo “normal”.

Asistir a una boda aunque no conozcas a los novios o te caigan mal.

Lavar los platos y limpiar la casa porque eres mujer.

Que por ser mujer no invites a un hombre a salir aunque te guste.

Tener que buscar siempre la forma correcta de hacer algo: una receta de comida, una reparación…

Ver el partido porque es importante y todo el mundo lo verá aunque no influya en tu vida.

Pegar saltos de alegría por un gol porque todos los demás lo hacen.

Entrar a una discoteca o ir a un concierto de alguien que no te gusta porque van tus amigos.


La trampa de la justicia

Si el mundo estuviera tan organizado que todo tuviera que ser justo, no habría criatura viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los pájaros se les prohibiría comer gusanos y habría que atender a los intereses personales de todos los seres humanos.

Las personas quieren buscar la justicia y si no la encuentran sienten frustración, tristeza o enfado. Sin embargo, la justicia no existe y nunca existirá. El mundo funciona así y así seguirá.

Solo hay que observar la historia, la naturaleza y la actualidad para darse cuenta. Nuestra cultura promete y valora la justicia y los políticos hablan de ella en muchos de sus discursos.

Sin embargo, pocos de ellos siguen el ejemplo. Algunos animales se comen a otros, hay terremotos, sequías e inundaciones que sufren personas que no se lo han merecido, guerras, drogas, crímenes, asesinatos. Pero todo ello es parte de la forma de funcionar del mundo.

Exigir justicia no es un comportamiento negativo aunque se convierte en zona errónea si te castigas a ti mismo al no poder tener la justicia que quieres.

Puedes escoger ser feliz o desgraciado pero ello no esta relacionado con la injusticia que veas a tu alrededor. Puedes trabajar para colaborar a suprimir la injusticia y puedes decidir que no te dejarás vencer psicológicamente por ella. ¿Para qué preocuparse por la justicia si no intentas solucionarla?
Extraído del libro "Tus zonas erróneas" de W. Dyer

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